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Cristina Losada

El Tourmalet de Rajoy

Estamos aviados si el gran defecto del Gobierno es asumir las obligaciones inherentes a la pertenencia al euro y renunciar a la plena autonomía económica. El de Rajoy ha cometido errores, pero ése no es uno de ellos.

El presidente del Gobierno dio lectura a la cartilla del gran ajuste con menos emoción que si leyera las etapas de la Vuelta Ciclista, y yo eso lo agradezco. De pucheritos y lagrimones, de manos en el corazón y corazones en la mano, de falsos compungidos y auténticos cursis, hemos tenido bastante. El zapaterismo y su escuela manierista, el carmenchaconismo, lo hubieran hecho de otra forma. Pero ya no están en condiciones de epatarnos con sus artes comunicativas. A la grave situación de España poco le convienen melindres y sensiblerías. Es verdad que el discurso de los sacrificios, de esa ración extra que acaba de servirse, se puede hacer con más brío, y el capítulo de las explicaciones, con menos renglones sueltos. Pero nada de eso, siendo importante, importa realmente.

En la comparecencia de Rajoy gravitaban dos herencias, que son dos lastres en esta subida suya del Tourmalet. Una, la del anterior Gobierno, que se resume en sendos fiascos, el del déficit y el de la reforma financiera, que sumados o mezclados, han terminado por darle a España la puntilla. Ese legado no ha dejado de ser determinante por mucho que su repetición canse al respetable. Pero también revoloteaba en el aire, cual polilla impertinente, la propia política del PP, y tanto en la oposición como en el Gobierno. De los polvos de la retórica populista con la que se opuso al mini ajuste de Zapatero vinieron ciertos lodos que ahora han tenido que retirarse de forma precipitada. Y, en fin, si aquel tijeretazo, que fue de manicura, lo etiquetaron como el "mayor recorte social de la democracia", ya me dirán qué nombre le ponen a éste. No siempre es así, para qué engañarse, pero la demagogia ha pasado esta vez factura.

En el Congreso se ha dicho que hay alternativas, aunque en el mismo Congreso yo no he escuchado ninguna. La oposición insiste en el desdoro de vivir bajo tutela, igual que hizo el PP después de aquel 10 de mayo cuando Zapatero ofició el fin del carnaval y el entierro de la sardina. También ahí vuelve el boomerang. Pero sigue siendo de hojalata. Cuando a España le dan un plazo extra para el déficit y le prestan cien mil millones, no va a ser por su cara bonita, sin condiciones precisas ni vigilancia estrecha. A fin de cuentas, la disyuntiva es ésta: o se cumple con la eurozona o sale uno de la eurozona. Estamos aviados si el gran defecto del Gobierno es asumir las obligaciones inherentes a la pertenencia al euro y renunciar a la plena autonomía económica. El de Rajoy, sin duda, ha cometido errores, pero ése no es uno de ellos.

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