La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) ha entrado en proceso de liquidación y disolución tras 137 años de historia con valor cero de sus cuotas participativas, a pesar de que los miembros de la última asamblea general han votado mayoritariamente en contra de esa amortización por perjudicar a miles de clientes.
La asamblea que ha puesto fin a la centenaria CAM se ha celebrado presidida por los interventores del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) durante más de cuatro horas en un ambiente tenso en la que los asambleístas han sido recibidos con pitos, gritos e insultos por cerca de un centenar de titulares de las cuotas participativas, que representan a unos 54.000 afectados, y de tenedores de participaciones preferentes.
Según han informado a los periodistas media docena de delegados al término de la cita, una amplia mayoría de los presentes ha rechazado en votación el punto clave de amortizar a cero las cuotas participativas, pese a que esta iniciativa había sido defendida por los administradores del FROB y a que la decisión de la asamblea no es vinculante.
Esto ha provocado que no se pudiera votar el siguiente punto importante, la posible transformación de CAM en una fundación de carácter especial para la futura atención de la faceta más social de la extinta entidad financiera, la antigua Obra Social.
Ante esta situación, se han designado a dos interventores, Enrique Puig y Salvador Piles, para que participen en el proceso de liquidación y disolución de CAM que se abre ahora, que estará dirigido por el FROB.
El responsable de Personal de CAM, Carlos Navarro, ha afirmado que a partir de ahora se liquidará la entidad y que el dinero resultante pasará a las fundaciones ya existentes ligadas a la entidad, entre ellas una denominada Fundación Cultural CAM.
La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) que ahora expira es independiente del Banco CAM, a cuyos fondos han pasado en los últimos años toda la actividad financiera de la primera y que el 22 de julio de 2011 fue intervenido por el Banco de España y posteriormente vendido al Banco Sabadell, que ya es el nuevo propietario.