Los datos del paro y de afiliación a la Seguridad Social que ha hecho públicos el Ministerio de Trabajo son los mejores registrados en un mes de junio desde el estallido de la crisis. Sin la corrección estacional, el número de desempleados bajó en casi 100.000 personas, mientras que la Seguridad Social experimentó un crecimiento medio de más de 31.000 cotizantes, superando por primera vez en este año la cifra de 17 millones de afiliados. Descontando el efecto lógico que el inicio de la campaña veraniega tiene sobre el empleo, el resultado es un ascenso del paro real, pero aun así este mes de junio ha sido, con diferencia, mucho más benévolo que en los anteriores ejercicios desde 2006, lo que podría convertirse en el inicio de un cambio de tendencia en el abrumador problema del desempleo, si este giro llegara a confirmarse en meses sucesivos.
No cabe duda de que el plan de pago a proveedores puesto en marcha por el Gobierno ha tenido una importante influencia en el estímulo del empleo. La cancelación de las deudas que las empresas tenían con las distintas Administraciones ha supuesto una inyección de liquidez que, como es lógico, ha contribuido a frenar la destrucción de empleo, que afectaba sobre todo a los pequeños negocios y a los autónomos, gravemente perjudicados por la inadmisible conducta de una clase política local y autonómica directamente responsable del drama que centenares de miles de pequeños empresarios y profesionales han vivido estos últimos tiempos.
De confirmarse en el futuro inmediato la mejora puntual del empleo experimentada en los últimos dos meses, habrá que ponderar también la influencia que en este cambio de ciclo haya podido tener la reforma laboral que el Gobierno aprobó a a principios de año. Las críticas de la izquierda y el sindicalismo de cuota a la ineficacia de esa reforma para el empleo, aventadas cuando apenas se habían puesto en marcha las modificaciones legales aprobadas en el Parlamento, deberían convertirse ahora con la misma urgencia en elogios para ese mismo Ejecutivo, a la vista de los resultados ofrecidos por las estadísticas oficiales. Nada de eso ocurrirá, porque de sobra es conocido el escaso rigor de los sindicatos y los partidos de izquierdas, para los que la prioridad no es la creación de puestos de trabajo sino el desalojo de la derecha del poder utilizando la demagogia más zafia si ello resulta apropiado para sus fines.
En todo caso, la disminución notable del ritmo de destrucción de empleo a que el país entero estaba abocado en los últimos años es un dato que, si bien no es el refrendo categórico del inicio de la recuperación, al menos permite mirar con mayor confianza el futuro inmediato, a la espera de que la tendencia iniciada el pasado de mayo se consolide en los dos últimos trimestres del presente ejercicio.
Pero la realidad de los datos registrados en el mes de junio permite extraer una enseñanza de mucho mayor calado, pues a la vista está que cuando el Gobierno no anuncia una medida sino que la aplica con la debida contundencia, como hizo con el plan de pago a proveedores, los resultados favorables saltan a la vista de forma casi inmediata. Ese es el camino en el que Rajoy debe perseverar, aplicando de una vez las grandes reformas estructurales que la nación necesita para que, a finales de este año, el inicio de la recuperación de la crisis económica sea un hecho incontestable del que todos podamos felicitarnos.