"Ha habido acuerdo". El presidente del Gobierno dejó la reunión del Consejo Europeo a las cinco de la madrugada anotándose su primera victoria política en el marco comunitario. Como primer titular, España -en estrecha colaboración con Italia y en segundo término con Francia- logró que los bancos puedan ser recapitalizados directamente sin que quede involucrado el Estado. Así, la marca del país no quedará manchada, una vez la Unión Europea negociará directamente con las entidades enfermas.
El segundo punto de acuerdo fue que, aunque con condicionalidad, se podrán utilizar parte de los fondos comunitarios para comprar bonos, lo cual podría atajar la crisis en los mercados. Igualmente, se suprime la preferencia de la UE a la hora de cobrar, algo que a esta hora provocaba el temor de futuros inversores ante la posibilidad de impagos. Y, para rematar, se diseñará un mecanismo de supervisión único -el Banco Central Europeo- antes de que termine el año.
Con estos puntos básicos, que Mariano Rajoy explicará con detalle este viernes alrededor de las tres de la tarde en una comparecencia de prensa, concluía una jornada de infarto que arrancaba a las once de la noche con un abrupto choque de trenes, una vez se confirmó que España e Italia, en una maniobra muy arriesgada, bloqueaban el pacto de crecimiento -apalabrado menos de una semana antes por las cuatro potencias de la zona euro- si antes no se alcanzaba un compromiso expreso por parte de las instituciones comunitarias para dar solución a la crisis de deuda, que asfixia a ambos países mediterráneos.
Rajoy lograba así forzar un debate que figuraba como último punto de la jornada de trabajo, y lo convertía en el único asunto encima de la mesa. Pasada la una de la madrugada, François Hollande hacía un receso para atender a los medios e informaba de que se sumaba al eje de Madrid y Roma, que a su vez forzaba que la negociación se mantuviera en el tiempo -ya solo el Eurogrupo- pese a las horas a fin de lograr el mayor acuerdo posible. Fuentes de la delegación española expusieron que, a juicio del presidente, no tenía sentido un pacto por el crecimiento -cuyos efectos se verían en el medio plazo- sin antes tomar una solución a corto plazo que relajara la presión de los mercados.
Nada más aterrizar en Bruselas, Rajoy advirtió de que en España ya había instituciones que no eran capaces de financiarse por sí solas, y que "el asunto capital" para él era única y exclusivamente sentarse y negociar qué herramienta utilizar para rebajar la prima de riesgo y el bono español a diez años. Varias opciones se pusieron encima de la mesa, ya fuera a través del Fondo de Rescate o del Banco Central Europeo, y los Euro Working Group se reunieron de forma maratoniana y constante durante toda la jornada. Del lado español, Jorge Moragas y Álvaro Nadal lideraron la delegación.
Se estudiaron muchos papeles, se intentó llegar a una solución antes de plantear públicamente el órdago, pero el bloque norte -liderado por Alemania- se mantuvo firme. En la fotografía de familia previa ya se dejó entrever los planes de Italia y Francia. Al concluir, Rajoy se acercó a Mario Monti, hablaron unos segundos y se emplazaron a conversar luego más tranquilamente. Sin cámaras. El mandatario español también despachó largo rato con su homólogo francés.
Ya en la sesión del Consejo Europeo, presentaron su reto y no se achantaron. A las once, el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y su igual en la Comisión, José Manuel Durao Barroso, informaron del panorama, intentando suavizarlo al máximo. Pero las delegaciones española e italiana estaban suficientemente envalentonadas para que, de inmediato, los urgentes se multiplicaran por todos los medios digitales. A partir de las doce de la noche, los países que no forman parte de la moneda única empezaron a abandonar la reunión -ya en formato cena informal- al constatar que la discusión no iba con ellos. David Cameron, primer ministro británico, lo hizo de los primeros.
El presidente echó toda la carne en el asador, una vez advirtió de que "estamos financiándonos a precios muy elevados y hay muchas instituciones públicas que ni siquiera pueden financiarse". "La Unión Europea y la Unión Económica y Monetaria (el Eurogrupo) tienen que ser conscientes de que esto es así y de que alguna decisión habrá que adoptar", remató. Tomó la palabra ante el Eurogrupo pasadas las tres de la madrugada.
A las cinco de la mañana y con síntomas claros de cansancio, Rajoy no pudo disimular su satisfacción, mientras que Durao Barroso en los pasillos aseguraba que España "tiene motivos para estar contenta" a tenor de las conclusiones. El presidente, en una alianza clave con Italia, echó un pulso decisivo con Berlín, y le salió bien. Fuentes diplomáticas advirtieron, en una primera lectura, que no será a cambio de nada, pero que ahora los mercados deberían de reaccionar de forma positiva. El rostro del presidente lo decía todo; pasó de la preocupación a una especie de alivio.