La subida de los tipos del Impuesto sobre el Valor Añadido, tantas veces anunciada por Rajoy, parece que va a ser una realidad a muy corto plazo. Es posible incluso que este próximo viernes el gobierno nos anuncie esta nueva medida "dolorosa" que, faltaría más, no se va a implantar por un capricho de Rajoy, sino porque es imposible recortar ni un solo euro más de gasto público especialmente en las autonomías, organizaciones a cual más minimalista que sobreviven con frugalidad franciscana como es bien sabido.
O sea, que nos tocará pagar más aún a los políticos para que sus agencias de colocación sigan funcionando y las decenas de miles de cargos nombrados por el partido continúen llevando las habichuelas al hogar. Aquí se fríe a impuestos a todo el mundo pero no se reforma el despelote territorial porque las autonomías son sagradas, que lo dice la Constitución.
Las 160 embajadas autonómicas seguirán desempeñando sus altas funciones, los observatorios para las subnormaladas más diversas continuarán escrutando los fenómenos sociales objeto de su estudio, las televisiones autonómicas seguirán comprando teleseries sonrojantes a precio de éxito de la HBO, las comunidades con lengua propia proseguirán su batalla subvencionada contra el castellano, y los diecisiete organismos autonómicos encargados de la lucha contra el calentón global insistirán, todavía con más ímpetu, en su lucha contra esta amenaza planetaria profetizada por el mamarracho de Al Gore.
"No se puede recortar ni un euro más", es el mensaje del PP con el que los socialistas están de acuerdo, lo que debería darnos una pista muy precisa de la estafa a la que estamos siendo sometidos. Lo que no dicen es que si redujeran seriamente los gastos en lugar de subir los impuestos el recorte afectaría seriamente a los paniaguados de la Casta, y en contra de tal eventualidad existe un consenso político que, a su lado, los famosos Pactos de la Moncloa quedan como una pelea de canis en cualquier discoteca del extrarradio.
El Gobierno tiene un plan, dicen sus portavoces y repite la prensa adicta. Desde luego que lo tiene y además meridianamente claro, preservar las gabelas de los políticos profesionales a costa de asfixiar a los ciudadanos y las empresas por más familias que se vayan al arroyo. La Casta es así de cruel. Tomamos nota.