Cuando se estudian las bases que a lo largo de la historia sostuvieron a la economía española, lo agropecuario surge una y otra vez. Recordemos lo que supuso la lana; más adelante, el vino; tras los minerales, la hortofruticultura. Pareció que con el fenómeno de la industrialización –concretamente con la exportación de automóviles– y del sector servicios –con el turismo–, la rama agropecuaria quedaba reducida a un papel cada vez más minúsculo.
Sin embargo, en España, a partir de los años cincuenta, tuvo lugar una fuerte crisis de la agricultura tradicional. Se sustituyeron factores esenciales –sobre todo la mano de obra– por equipo capital y capital circulante. Incluso se alteró el papel de la ganadería, tras haberse ratificado la profecía de Flores de Lemus. De manera callada, se aceptó el planteamiento nuevo impuesto por Europa con la PAC. Y en el horizonte mundial surge, con el aumento de la población y con el de la renta, una mayor demanda de productos agropecuarios.
El mundo empresarial español ha sabido reaccionar ante esas nuevas situaciones, y por ello observamos, en estos momentos, un auge de las posibilidades de exportación agropecuaria, eso sí, dentro de una crisis importante en el conjunto del producto bruto agrario español. Se deben estas ventas al exterior a una acción empresarial admirable. Recientemente, el editorial de Agricultura, junio 2012, "La exportación de alimentos, acelera" nos destaca cómo en el primer trimestre de 2012, "la exportación de alimentos ha superado a la de automóviles en España. Ya en 2011 este panorama comenzaba a ser visible".
Por supuesto que el gran mercado español es Europa, pero el mundo empresarial español se ha movilizado de tal forma ante los mercados extranjeros, que no es de extrañar que se comiencen a crear nuevas posibilidades.
Estos datos son de máxima importancia. El campo español no había dicho, por tanto, la última palabra, y la apertura que se ofrece a la agroindustria es ciertamente grande. Y fruto, en parte notable, de la apertura de la economía agraria hacia mercados libres comunitarios y extracomunitarios. El único fantasma es el del proteccionismo que pueda surgir en algún país, cosa que no se puede descartar, y el de algún tipo de alianza francomarroquí para aprovechar las circunstancias europeas.