No solo España está ante una encrucijada, también la Unión Europea en su conjunto. Con el dramatismo propio de las grandes ocasiones, Mariano Rajoy remitió el pasado 6 de junio una carta urgente tanto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, como al del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para presentarles su programa de salvación, basado en la austeridad de las cuentas públicas, reformas para avanzar en la competitividad y una mayor integración fiscal y financiera.
La misiva está fechada tres días antes del rescate financiero de la banca patria, pero sigue manteniendo la misma vigencia. Incluso más, aseguran en el Gobierno, enormemente preocupado por la volatilidad en los mercados, con la prima de riesgo disparada y sin síntomas de mejorar; durante toda la semana se mueve muy por encima de los 500 puntos, el umbral de la intervención total. Rajoy expone en cinco folios su diagnóstico, muy crudo, de la situación y qué pasos se deben tomar para que el euro siga existiendo tras el Consejo Europeo que se celebrará los próximos 28 y 29 de junio.
Las instituciones comunitarias ya estudian su contenido, según fuentes diplomáticas. Pero, yendo un paso más allá, el presidente quiere pilotar la respuesta de Europa ante el huracán de la crisis y pedirá a las grandes potencias del viejo continente -Alemania, Francia e Italia- que la rubriquen en la cumbre del crecimiento, que se celebrará la próxima semana en Roma. Rajoy es consciente de que un “no” a su propuesta sería un serio revés a su influencia exterior, y de ahí que los contactos estén siendo frenéticos con los gobiernos a los que se quiere convencer.
El jefe del Ejecutivo no dice nada que en España no se haya escuchado, pero cobra enorme importancia que lo haga por escrito, cumpliendo una formalidad solo propia de las grandes ocasiones, y de forma pública, con lo que ello supone si luego no logra su cometido. El anuncio lo hizo en el transcurso de la sesión de control del Gobierno, centrada en la ayuda bancaria que Rajoy rechazó denominar rescate.
Sus primeras palabras cobran tintes apocalípticos: “Europa está atravesando la crisis más grave desde su creación. Esta crisis es económica y financiera, pero también de confianza en el futuro de nuestro proyecto colectivo de integración, cuya máxima expresión ha sido la moneda única”. Rajoy no se deja llevar por la liturgia comunitaria, en la que la ambigüedad suele ser la tónica dominante, y ya en el segundo párrafo advierte: “El euro está en riesgo. Es necesario que actuemos de forma decidida, a nivel nacional como unitario, para hacer frente a una situación cuyo desenlace es impredecible y pondría en peligro los beneficios en términos de estabilidad y bienestar que el proyecto de integración europeo ha traído para nuestros ciudadanos”.
Pone una fecha para dar un golpe seco en la mesa, del que puede depender todo lo demás: la cumbre de este mes. Y añade en su exposición el esquema que la Unión Europea debe hacer suyo para salir del agujero, en un intento claro de asumir el liderazgo comunitario. Como punto de partida, “ser conscientes de que el incumplimiento durante años de las dos premisas básicas de la unión monetaria -disciplina presupuestaria y mercados flexibles- es lo que nos ha llevado a la situación que tenemos a día de hoy”.
Para Rajoy, la realidad económica ha puesto en evidencia que el diseño de la Unión Monetaria “no ha previsto adecuadamente mecanismos de corrección antes shocks o situación cíclicas asimétricas”, y llama a solucionarlo.
En su análisis, dedica un capítulo especial la crisis del sector financiero, “cuya deuda es tan preocupante o más para los inversores externos que las deuda pública”. E insiste en lo trascendental del momento, con el euro en el precipicio: “Su riesgo de ruptura, percibido cada vez mayor, provoca una creciente dificultad de refinanciación de la fuerte deuda acumulada del pasado. Es decir, a pesar del fuerte ajuste que produce la recesión, el futuro incierto de la unión monetaria agrava la situación financiera impidiendo que los ajustes tengan el efecto positivo que debería tener”, argumenta.
Una situación “insostenible, impredecible y que podría llevar al euro al límite”, insiste Rajoy en la carta, convertida en cuento de los horrores. Frente a esa pesadilla, el mandatario español ofrece sus recetas; su medicina para que la Unión no se rompa en pequeños pedacitos. Y, para empezar, deja claro que los Estados por sí mismos no pueden hacerlo todo, sino que también es necesario “trabajar a nivel comunitario”. Pone encima de la mesas sus cinco pilares de actuación.
En primer lugar, la necesidad de la consolidación fiscal, de la que él hace bandera desde que tomó las riendas del país, a pesar de encontrarse con un dato del déficit público falso y muchas facturas sin pagar en los cajones. “Estoy firmemente convenido de que un país no puede gastar más de lo que tiene”, resume. A renglón seguido, una transformación de los mercados nacionales “en profundidad” gracias a una batería de reformas estructurales, como las que España ya está acometiendo. Todo ello “dirigido a favorecer una economía más dinámica, eficiente y competitiva”, afirma Rajoy en su carta.
Como tercera pata, llama a la UE a continuar avanzando en la integración de los mercados de los países “todavía excesivamente segmentados”. “Debemos optar por un enfoque global, y no limitarnos a la apertura de un número reducidos de mercados. Y, en particular, debemos prestar más atención a la liberalización de los servicios y a fomentar la movilidad del trabajo”, en palabras del presidente.
Presión total para que el BCE inyecte liquidez
Rajoy, que no excluye las elecciones en Grecia como elemento estabilizador y que página tras página pone el acento en el riesgo de que la moneda única desaparezca, pone todo el énfasis en el cuarto punto, una vez “la presión sobre muchos países está empeorando de manera acelerada y es necesario atajarla cuanto antes”.
Medidas “decididas y contundentes”, con capítulo especial a las que deben de ser inmediatas. “En el momento presente, dadas las fuertes dudas arraigadas sobre el euro, la rapidez de actuación de los mercados y la huida de la liquidez de la periferia al centro, es necesario que actuemos con urgencia para estabilizar los mercados financieros y para reducir las primas de riesgo”, zanja Rajoy, como cuarto punto. Esto es: “La única institución que hoy tiene la capacidad para asegurar estas condiciones de estabilidad y liquidez que necesitamos es el Banco Central Europeo”, sentencia.
Así, el Gobierno aumenta su presión sobre el organismo que dirige Mario Draghi, evitando ya las formalidades de decir que es una institución teóricamente independiente. Cosa que, en la práctica, es totalmente falsa. Rajoy quiere que mueva ficha e inyecte liquidez, y que lo haga cuanto antes, sin demora. Cree imposible que la prima de riesgo siga tan alta: “Asegurar la estabilidad financiera es, en estos momentos, esencial para mostrar el compromiso de los Estados miembros con la irreversibilidad del euro”.
Por último, Rajoy destaca que para “la supervivencia” del euro es necesario “reforzar la arquitectura institucional común” avanzando en la integración, aunque esto pueda suponer “mayor cesión de soberanía, en particular en los ámbitos fiscal y bancario”. Así lo dijo en Sitges antes lo más granado del mundo empresarial.
En el ámbito fiscal, supone crear una autoridad fiscal en Europa que permita armonizar las políticas fiscales de las naciones amigas y que permita un control centralizado. En el bancario, apuesta por contar con una supervisión a nivel comunitario y un fondo de garantía de depósitos común.
“No es necesario decidir ahora cómo lo haremos. Basta con manifestar el compromiso con este objetivo y ponerse a trabajar en ello. El futuro del euro depende de que demos inicio a este debate”, concluye el presidente, no sin advertir que no será un camino fácil e insistir en que el Consejo Europeo “es una oportunidad inaplazable”.
Con esta maniobra, Rajoy se reivindica como un líder fuerte, que plantea el debate y presiona abiertamente tanto a las instituciones comunitarias como a los países más fuertes, Alemania, Italia y Francia. Pero también se expone sobremanera a un posible portazo de las distintas partes. Moncloa responde: “la situación es tan complicada, tan dramática, que no podemos andarnos con medias tintas. El momento es ahora y no lo podemos dejar”. Y es que, para dramática la carta, los rostros de gran preocupación entre los miembros del Ejecutivo.
Rajoy urge por escrito a Barroso y Van Rompuy a que el BCE inyecte ya liquidez
Con expresiones dramáticas, tres días antes del rescate, Rajoy envió su plan de salvación a la UE. Cree que el euro está en "riesgo" real.
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