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¿Me cambio de banco si es rescatado?

La restructuración obligará a destinar el máximo de sus resultados a sanear su balance.

Aunque todavía no han llegado las auditorías externas que nos darán el diagnóstico final de nuestras entidades financieras, ya conocemos muchas que serán receptoras de los miles de millones de euros que la Unión Europea ha puesto a disposición del FROB: Bankia, NovaGalicia Banco, Banco de Valencia, Catalunya Caixa y desde este lunes otra entidad confirmada, la resultante del proceso de fusión de Ibercaja y Liberbank.

Ante esto, ¿qué significa ser intervenidos desde el punto de vista del cliente? No hay una única respuesta. Por un lado, da seguridad al ahorrador más allá del Fondo de Garantía de Depósitos. Una entidad más sólida nos garantiza tener nuestro dinero a buen recaudo sin que haya problemas de liquidez a la hora de retirar nuestros fondos, con lo cual el rescate, las refuerza.

Pero recibir esta ayuda como bien se ha dicho tiene un coste, directo e indirecto. Empezando con los indirectos, se le va a exigir a las entidades receptoras un duro plan de restructuración que va ir desde disminuir su tamaño a dedicar el máximo de sus recursos a mejorar su balance. ¿Qué puede implicar? En un primer paso nos vamos a encontrar con menos sucursales, algo que tenemos que considerar si nos afecta directamente ya sea porque le “toque” a nuestra oficina o empeore el servicio por un mayor número de clientes.

Pero lo más importante de estos ajustes, es como va a afectar a la operativa de productos de activo, es decir en la concesión de créditos. La restructuración obligará a destinar el máximo de sus resultados a sanear su balance, y por tanto a cuidar si es posible más ratios como la morosidad. ¿Qué implica? Si el endeudamiento de las familias está cayendo a un ritmo del 3,5% anual y ya está a niveles del 2007 por una caída en la concesión, este descenso será con gran seguridad mayor en los bancos que necesiten ayuda que en los que no necesiten intervención.

Esto afecta en el corto plazo, pero en el medio plazo, aun consiguiendo su objetivo de tener unas entidades más sanas, también tienen un efecto negativo y es en la devolución de la ayuda. Este punto, aun es de efecto desconocido ya que dependerá si la inyección es a través de capital, en cuyo caso, no habría coste para los bancos y sería el Estado el que tendría que buscar comprador para recuperar el capital inyectado, o si se hace en Bonos Convertibles Contingentes. Los llamados CoCos, son un híbrido entre capital y renta fija, donde se paga un interés al inversor (el Estado que tiene que devolver el dinero a la Unión Europea) y, adicionalmente, existe la opción de convertir estos bonos en acciones del banco en caso de problemas para su cobro. Es decir si se elige la segunda alternativa, la entidad podría mantener la independencia en el futuro pero a cambio de ir amortizando estos bonos y pagando un interés por ello, que se notará en la cuenta de resultados y en su funcionamiento.

En definitiva, tomar la decisión de cambiar o no de banco va a depender de aspectos tan tangibles como el futuro de nuestra propia oficina a otros de no tan fácil medida, como son si nuestra posición es más ahorradora o necesitamos más al banco para pedir préstamos que financien nuestros proyectos. Aunque del proceso de restructuración acaben muchas menos entidades, siempre habrá las suficientes para comparar y buscar la que más se adapte a nuestras necesidades.

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