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Juan Velarde

Un poco de economía, señor cura

Al abrirse la economía española, en sus dos etapas, la de 1959, Plan de Estabilización, y la de 1986, con nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea, las condiciones sectoriales se alteraron a fondo. Una de ellas, la del carbón.

Al abrirse la economía española, en sus dos etapas, la de 1959, Plan de Estabilización, y la de 1986, con nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea, las condiciones sectoriales se alteraron a fondo. Una de ellas, la del carbón.

Al abrirse la economía española, en sus dos etapas, la de 1959, Plan de Estabilización, y la de 1986, con nuestra incorporación a la Comunidad Económica Europea, las condiciones sectoriales se alteraron a fondo. Una de ellas, la del carbón. En estos momentos, para mantener la actividad siderometalúrgica, y para todo lo que de ahí se deriva, la significación del carbón español, de todas las regiones, se viene abajo. Para que no existan traumas excesivos, Europa, y España, han planteado una política de caída suave, pero, por supuesto, de caída camino de la extinción del carbón español.

De pronto, el colectivo hullero asturleonés ha tomado conciencia de que las cosas van en serio, y se ha alzado. La marcha atrás es imposible, a no ser que volvamos a situaciones autárquicas, aislacionistas. Y en esto, un sacerdote, que ha adquirido prestigio por sus campañas en favor de los pobres del mundo, el P. Ángel García, en unas declaraciones a El Comercio de 6 de junio de 2012, a la pregunta que le hace un periodista de ¿qué les diría a los mineros que se encuentran en rebeldía?, responde rotundamente: "Que nunca tiren la toalla, que tengan esperanza. Les animo a luchar por su futuro", y agrega como colofón que "parece increíble que después de tantos años el mundo de las minas tenga que seguir luchando por su trabajo. Atrás han quedado viudas y huérfanos, mucho trabajo y sufrimiento. Las minas han dado mucho a Asturias".

Pero ahora Asturias necesita carbón barato, para su actividad industrial, y si no le viene, el fruto es el paro. Un poco de lectura de libros de economía le hubieran demostrado que lo que se pide es pérdida de competitividad, y con ello, paro obrero y endeudamiento. Pero, ¡es tan fácil el populismo y dejar a un lado los molestos estudios de economía, para con ello lograr un aplauso! Me atrevo a decir que, concretamente, el P. Ángel García corre el riesgo de buscar más el aplauso que la Verdad. Esta obliga a decir ¡tantas cosas que chocan con el populismo!

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