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Idiotas y tonterías

Sobran idiotas y tonterías. La mayoría brotaron de la ficción maligna –expresión de Vargas Llosa– de creer que basta conjurar al crecimiento para que mágicamente se presente. Los partidarios de esta economía vudú están crecidos.

El ambiente gris de Bruselas va cogiendo color.

El líder del partido ultra-izquierdista griego Tsipras acudió a París, madre de las revoluciones, a luchar contra el capitalismo, en desigual pugna con el marido de Angelina Jolie que hacía algo similar en Cannes vestido de Gucci. Tsipras llamó idiotas a las autoridades europeas. Según él es posible el chantaje de Grecia a la UE porque la quiebra ayer y la salida del euro hoy son inadmisibles. Debería recordar, sin embargo, que Grecia quebró en invierno –así se llama someter a los acreedores privados a una quita de más del 50%–  y que no pasó nada. La misma nada puede dar la bienvenida a una Grecia fuera del euro gracias a los mil y un subterfugios que la burocracia puede inventar. Así, la última moda no es regresar al dracma sino conceder a Grecia vacaciones de la moneda única otorgándole como numerario el G-euro, suerte de euro temporal devaluado. En todo caso, las ideas son legión.

Por su parte, Francia presentó a Alemania su línea Maginot que defenderá a capa y espada. Resulta ser tan poca cosa como aquella y probablemente acabe igual. Se trata de financiar infraestructuras con deuda ad hoc, fortalecer la capacidad prestamista del Banco Europeo de Inversiones y fomentar los fondos estructurales. Nada que justifique cercar Cibeles o Neptuno. Pero ni siquiera esto es seguro. Los fondos exigen co-financiación y para que el BEI preste hay que recapitalizarlo con tela franco-alemana. Si ésta es la panacea del crecimiento, vamos listos.

Luego están las propuestas de los gallos franceses para la galería. O lo que la ministra de hacienda de Austria, María Fekter, llamó "tonterías". Las que implican "financiar crecimiento con deuda", calificada por la responsable como "la receta de anteayer".

Por ello, lo que espera el gobierno español, que por algo es el mejor alumno de la clase, incluido Monti que olvida que lo puso allí Merkel porque su predecesor se disipaba mucho, es otra cosa. Pretende que el Mecanismo europeo de estabilidad, fondo de rescate que sustituirá al actual, pueda recapitalizar bancos sin pasar por préstamos a los estados drenando dinero del BCE. Esto permitiría a éste decir que no financia deuda estatal, lo que le prohíben los tratados, resolviendo para España un problema de financiación sin endeudarse. Alemania podría aceptarlo porque sus bonos a 10 años rentan el 1,43%, y dado que la inflación está al 2%, tiene un poderoso incentivo para pedir prestado, lo que empieza a ser absurdo.

Pero algo es claro, sobran idiotas y tonterías. La mayoría brotaron de la ficción maligna –expresión de Vargas Llosa– de creer que basta conjurar al crecimiento para que mágicamente se presente. Los partidarios de esta economía vudú están crecidos por los resultados electorales del 6 de mayo y la aparición de las sombras de la izquierda sobre Europa. Por ventura, como bien dice María, esa es una receta del pasado que no va a volver.

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