A menos de cuarenta y ocho horas de aterrizar en Bruselas, Mariano Rajoy apretó el acelerador y lanzó la pelota al tejado de las instituciones comunitarias. Con una prima de riesgo que sigue en niveles que el Gobierno considera inasumibles y la Bolsa en rojo lastrada, una vez más, por la banca, el presidente instó a tomar decisiones "en 24 horas" para reactivar el sistema financiero y que, de una vez por todas, fluya el crédito y alivie la presión. Ve imprescindible rebajar el coste de la deuda.
El jefe del Ejecutivo pidió tomar medidas urgentes, pero no dijo cuáles. Llamó a evitar los grandes debates y a entrar en faena, pero no especificó cuál es su plan para la reactivación del sistema financiero. "Lo más urgente es estabilizar la situación" para que la deuda deje de ser un problema. "Y eso se puede hacer rapidísimo, sin grandes ni sesudos debates. Esto es una decisión que puede entrar en vigor en 24 horas", expuso en Chicago, donde participó en la cumbre de la OTAN.
En Madrid, destacados dirigentes del Gobierno fueron más claros que el jefe y mentaron palabras que parecen prohibidas en su vocabulario; para muchos, es "urgente" que el Banco Central Europeo intervenga y vuelva a inyectar liquidez, como paso necesario para que fluya la deuda. "España está haciendo los deberes. Está tomando decisiones muy difíciles que afectan a sus ciudadanos. Está cumpliendo. La Unión Europea también tiene que cumplir con España porque no ha tenido a un alumno más ejemplar", aseguró un alto cargo gubernamental.
El presidente no llegó tan lejos. Tampoco fijó una postura concreta sobre los eurobonos, que defiende su homólogo francés, Fraçois Hollande, para evitar tensiones financieras. Lo que sí que hizo fue sacar músculo político, tras despachar durante hora y media con la alemana Angela Merkel, ser requerido por el italiano Mario Monti para participar en la denominada cumbre del crecimiento y recibir la invitación del británico David Cameron para mantener un encuentro bilateral.
Ejemplos que, a ojos del Ejecutivo, dejan claro que España vuelve a estar en la locomotora de la Unión Europea. A quienes quisieron escucharle, Rajoy articuló un discurso que se centraba en tres pilares básicos: control del déficit público -esto es, llegar al 5,3% en el año en curso-, mantener el ambicioso programa de reformas -aunque estás sean duras y acarreen conflicto social- y reactivar el sistema financiero. Pero, en esta ocasión, sobre las dos primeras puso la última, lo que en vísperas de la reunión informal del Consejo Europeo recobra una importancia descomunal.
"Están bien todos los debates, pero lo más importante es tomar decisiones sobre temas concretos", dijo. "En este momento, el principal factor de crecimiento es la estabilidad financiera", añadió. En hasta dos ocasiones apremió a Bruselas a tomar el mando ante el caos financiero. También le instó a mandar un mensaje "claro, nítido y contundente" sobre el euro. Rajoy se declaró más europeista que nadie.
Con la seguridad de haber despachado con Merkel y de que le gustara la letra de su canción, Rajoy solemnizó que todo esto lo planteará en Bruselas. Sacó a colación su agenda internacional -que incluye dos conversaciones breves con Barack Obama- para apuntalar la idea de que no está solo en este sentido. "Nuestra prioridad es el euro y la estabilidad financiera y de la deuda", remató.
Escuchará a Rubalcaba, pero nada más
Rajoy no rehuyó el resto de asuntos, pero los supeditó al mensaje que quería lanzar en pleno corazón de la OTAN. Así, rebajó en el mero chascarrillo político que Alfredo Pérez Rubalcaba quiera hablar con él de cara, precisamente, a la cita comunitaria. "Pido coherencia, sobre todo en temas de Estado", reclamó, recordando que el PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente puso los mimbres de la Ley de Estabilidad Presupuestaria que después rechazó el hoy líder de la oposición.
La perorata del Gobierno es inamovible, según dejó entender. Para crecer y crear empleo es imprescindible la reducción del déficit, advirtió. "No gastar lo que no tenemos" porque "nos obliga a devolver dinero", indicó, haciendo pedagogía, para recalcar: "Esto se debería de haber hecho, no se hizo y hay que hacerlo ahora".
"Tenemos una monumental deuda exterior. Endeudarse acaba siendo malo y nos hemos endeudado muchísimo. Por eso es capital para crecer reducir el déficit. Lo demás es perder el tiempo. A favor del crecimiento estamos todos, pero para conseguirlo tiene que haber austeridad", argumentó. El debate, admitió, es "notable", pero él considera que la senda marcada es la correcta, y la defenderá con uñas y dientes.
Rato no irá al Congreso
En este sentido, se congratuló de "la transparencia" del Ejecutivo por las reformas emprendidas. Aunque el dato real del déficit haya subido cuatro décimas -hasta llegar al 8,9%- consecuencia de las facturas que había en los cajones de comunidades mayoritariamente gobernadas por el PP. Sin embargo, el presidente descarta de plano que responsables de Bancos o Cajas den la cara por su gestión, pese a que estén intervenidas. Esto es, Rodrigo Rato no tendrá que pasar por ese trance de momento. Recuerda que hay una subcomisión en el Congreso de los Diputados para abordar estos asuntos y que Luis de Guindos, titular de Economía, responderá a las preguntas de la oposición esta misma semana.
Arranca así una semana decisiva para el país, otra más. En Chicago, Rajoy obtuvo fotografías muy valiosas. El miércoles, se trasladará a París para reunirse con Hollande y limar asperezas. Solo horas después, en Bruselas, dirá a sus homólogos que es inadmisible que la UE mire para otro lado ante el comportamiento de los mercados. Y el viernes se darán "nuevos gestos" de que el Gobierno va enserio en su discurso. De hecho, este mismo martes, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, defenderá los Presupuestos "más austeros" de la democracia.