Se percibe, en algunos, una tendencia irresistible a vivir en un mundo alejado de la realidad, a empeñarse en que las cosas sean como nosotros queramos que sean y no como de hecho son, en fin, a ver blanco lo que es negro, y pregonarlo así... Los ejemplos son evidentes y abarcan protagonistas diferenciados.
Cuando el empeño se da en niños y adolescentes se les define como tercos o tozudos. Cuando se da en adultos, el calificativo no es uniforme. Así, si estamos ante empresarios, suele decirse que quien se abstrae de la realidad, o es un loco o un visionario. El mercado al que concurra la empresa, se encargará de fallar el veredicto.
Si la situación se da en las familias, empeñándose, para mantener el gasto familiar, que las rentas son mayores de lo que son, estaremos ante irresponsables o pródigos, que provocarán la quiebra familiar. Finalmente, si el empeño en ver lo que no es, se da en políticos, estamos ante oligofrénicos severos, o ante seres perversos que siembran la mentira como si fuera verdad, para alterar el orden de las cosas y, de ello, obtener algún provecho.
Este último caso se aprecia en el espectáculo económico griego. Quieren permanecer en el Euro, pero no quieren hacer lo que el euro exige, construyendo un escenario muy alejado de la realidad.
Algo semejante puede decirse de las soflamas políticas españolas, alejadas de la verdad que un Parlamento debe exigir. Tras siete años de gobierno socialista, empeñado en mostrar lo que no es (nunca existió crisis; sin crisis hubo recesión, aunque con salida inmediata de ella; manipulando, no conocemos el número de parados, etc.) no puede ahora la señora Valenciano proclamar que el gobierno del Partido Popular ha dado un estacazo al Estado de Bienestar.
Comprendemos el empeño, pues sobre él se ha construido la ideología socialista, pero la realidad está lejos del empeño. El verdadero golpe al Estado de Bienestar han sido los siete años de gobierno Rubalcaba/Zapatero. No debemos olvidar cómo usó la caja del Bienestar para caprichos que nada tenían que ver con éste y que nadie había cotizado por ellos. Los gobiernos Rubalcaba/Zapatero fueron un ejemplo de prodigalidad, de sin razón de un gasto excesivo, que dejó la economía española y su Estado de Bienestar en la mísera ruina.
La señora Valenciano y sus compañeros, preferirían seguir gastando en el engaño hasta el punto de no retorno. No importa que no se puedan pagar los generosos gastos, porque el empeño por mantenerlos, supera la realidad que lo impide. Si Rubalcaba/Zapatero no hubieran gastado lo que no tenían, y hubieran informado de la verdad, no de la utopía, tampoco el sector privado habría gastado por encima de sus posibilidades; en otras palabras, no estaríamos donde estamos.
Un gobierno de cinco meses, por manirroto que fuera, no conseguiría el descalabro económico en el que se encuentra nuestra Nación. Empeñarse en lo que no es, trae estas consecuencias.