Tanto el Gobierno como el partido que le sustenta en el poder guardaron un calculado silencio sobre la dimisión de Rodrigo Rato. El presidente fue protagonista clave de la operación. Habló con el que fue su compañero de gabinete en la época de José María Aznar en hasta dos ocasiones para exponerle que “hasta aquí habíamos llegado” y que era necesario un plan urgente de saneamiento de la entidad financiera.
Mariano Rajoy habría hecho un diagnóstico demoledor, invitándole a su estilo a marcharse pero sin llegar a decírselo. Un formato que ya utilizó en momentos especialmente complicados para él, como las marchas de Luis Bárcenas o Francisco Camps, salpicados por el caso Gürtel. Entonces, les invitó a irse sin pronunciar las palabras malditas. El titular de Economía, Luis de Guindos, también conversó con el que un día fue su jefe, apuntalando la idea de que lo mejor era dejar el sillón de presidente.
Hablar de Rato en el PP no es pecata minuta. No lo es porque, pese a llevar alejado años de los carteles electorales, seguía teniendo contacto con la sede, a la que acude -por ejemplo- cada vez que se celebra una cita electoral. Pero, sobretodo, porque se le identifica con el milagro económico español de 1996, y sus diagnósticos siguen siendo como la biblia para muchos correligionarios de siglas.
Fue, sin duda, lo más comentado en los círculos de poder. Hubo sorpresa entre algunos, si bien un buen puñado de notables ya sabía o intuía el movimiento. En Génova13 la consigna fue exactamente la misma que ofreció la Secretaría de Estado de Comunicación: “No se hacen comentarios” pues Bankia es “una empresa privada”.
En rueda de prensa, María Dolores de Cospedal se limitó a transmitir su “respeto” por la “decisión personal de don Rodrigo”, y se remitió al comunicado de la entidad. Ni tan siquiera quiso desvelar si había hablado con él, cosa que fuentes consultadas dieron por hecho. “Al ser personal, no la voy a valorar como partido. Es una entidad financiera privada que se rige por las reglas del mercado”, remató la secretaria general del partido.
En privado se admitía que Rato “lo ha pasado muy mal estos últimos tiempos” y que “le han obligado a tomar decisiones que no querían”. Ha sido “un cúmulo de cosas” y “tal vez no se haya sentido lo suficientemente respaldado o apoyado por Rajoy”, destacó, en conversación informal, un alto cargo popular.
“No nos dejan decir mucho más”, confesó otro, en línea con la petición de silencio total para que el incendio político quede apagado cuanto antes. “Me da pena, porque es otro de esos grandes hombres del PP que han sido castigados”, destacó un cargo, sobre las supuestas desavenencias con Rajoy.
También ocupó largo tiempo en las conversaciones lucubrar sobre el futuro del exvicepresidente. En una primera lectura varios dirigentes consideraron que la mancha de Bankia es “importante” pero que “todo pasa”. En este sentido, en el PP no pocos cargos creen que “Rajoy le debe mucho a Rato” a pesar de las posibles desavenencias. Un miembro de la formación recordó que estuvo en las quinielas de ministrables por posible responsable de Exteriores.