El eje Merkozy ha muerto tras la elección del socialista François Hollande como nuevo presidente de Francia este domingo, el pacto franco-alemán que marcó la respuesta europea a la crisis económica durante los últimos dos años, centrada en la austeridad presupuestaria.
Hollande, sin embargo, tiene un proyecto para Europa muy distinto al defendido hasta ahora por la canciller germana, Angela Merkel. Así, en su primera intervención tras ganar las elecciones, Hollande subrayó el domingo su intención de dar una dimensión de crecimiento y de empleo a la construcción europea, algo que pretende negociar, "en primer lugar", con Berlín. "La austeridad no podía ser una condena", advirtió el socialista.
El francés prevé así impulsar un cambio de rumbo en la política económica europea, poniendo un mayor énfasis en la promoción de crecimiento y el empleo. Sin embargo, tal proyecto cuenta, al menos, con tres líneas rojas que Berlín no está dispuesto a traspasar.
1. Más gasto público
Frente a la austeridad que trata de imponer Merkel, Hollande defiende potenciar el crecimiento y el empleo mediante la puesta en marcha de nuevos planes de estímulo, es decir, más gasto público. En concreto, una de las ideas que defiende Hollande es el uso a gran escala de fondos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para promover las inversiones en infraestructuras clave a nivel europeo y, así, fomentar el empleo con dinero público, una cuestión que tiene cada vez más seguidores en los despachos de Bruselas.
Hollande también defiende la revisión del "pacto presupuestario" -el conocido Pacto Fiscal- firmado el pasado marzo por 25 de los 27 países comunitarios para tratar de reforzar los límites al déficit público (3% del PIB) y a la deuda (60%), con el objetivo de rebajar sus exigencias y principales preceptos.
La reacción de Berlín ha sido inmediata. El Gobierno de Merkel ha insistido este lunes en que el Pacto Fiscal europeo no es negociable. "No es posible renegociar el pacto", aclaró el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, ya que éste fue acordado "libremente" entre los 25 de los 27 miembros de la UE que lo suscribieron y su ratificación parlamentaria está ya en trámite en la mayoría de esos países.
Además, incumpliendo los compromisos adquiridos, Hollande se ha comprometido a equilibrar el déficit público en 2017, un año más tarde que Sarkozy. Así, entre otras medidas presupuestarias y económicas, Hollande pretende:
Por el lado de los ingresos (impuestos):
- Subir el tipo máximo del IRPF hasta el 75% para las rentas por encima del millón de euros al año.
- Que las rentas del capital paguen lo mismo que las rentas del trabajo.
- Subir el impuesto de Sucesiones y el de Patrimonio.
- Derogar la subida del IVA que preparaba Sarkozy.
Por el lado de los gastos:
- Rebajar la edad de jubilación desde los 62 a los 60 años (para los trabajadores con 41,5 años cotizados).
- Subir el sueldo a los médicos de la sanidad pública.
- Contratar a 60.000 nuevos profesores.
- Aumentar las ayudas para las familias con hijos en edad escolar.
- Construir 2,5 millones de viviendas de protección oficial para estudiantes y rentas bajas durante los próximos cinco años.
- Crear un banco público de inversión para el desarrollo de las pequeñas empresas.
En el ámbito de la competitividad y las reformas económicas:
- Subir el salario mínimo por encima de la inflación -ahora es de 1.200 euros-.
- Reducir la producción de electricidad a través de energía nuclear del 75% al 50% para 2025, cerrando las centrales más anticuadas, y potenciar las energías renovables.
- Que las empresas que se lleven sus fábricas fuera de Francia tengan que devolver las ayudas públicas recibidas.
En el ámbito financiero:
- Subir los impuestos a la banca.
- Impuesto sobre las transacciones financieras a nivel comunitario.
- Prohibir a los bancos tener sucursales en paraísos fiscales.
- Separar la banca de inversión de la banca comercial.
2. Eurobonos
Asimismo, Hollande es un firme defensor de los eurobonos, es decir, de la emisión de deuda pública europea de forma conjunta -con el respaldo de los países más solventes-, abriendo así la puerta a la creación de un Tesoro europeo. El banco central alemán (Bundesbank) ya ha señalado a este respecto que los eurobonos generarían perversos incentivos entre los países más débiles e incumplidores de la zona euro para cumplir con las exigencias de la austeridad pública, redistribuyendo así los excesos de la periferia entre todos los contribuyentes europeos (sobre todo, los del norte de Europa).
3. Monetizar deuda a través del BCE
Por último, el tercer punto clave de divergencia radica en el papel que debe desempeñar el Banco Central Europeo (BCE). Hollande quiere reformar los actuales estatutos del BCE para que el crecimiento y el empleo sean también un mandato prioritario en la política monetaria, en lugar de dedicarse en exclusiva a mantener bajo control la inflación, a imagen y semejanza de la Reserva Federal de EEUU (FED), el Banco de Inglaterra o el Banco Central de Japón. Esto violaría de forma directa, no sólo los actuales estatutos del BCE, sino la configuración inicial de este organismo, creado en su día imitando al ortodoxo Bundesbank alemán.
Po su fuera poco, Hollande también pretende que el BCE preste dinero de forma directa a los estados miembros en problemas, lo cual implica monetizar directamente deuda pública, generando a la larga más inflación. En este ámbito, Hollande aspira a que el Fondo de Rescate Europeo pueda, igualmente, emplearse para salvar bancos en apuros. Alemania rechaza de plano estas tres medidas en materia monetaria y financiera.