Ya era hora. Los sindicatos, por fin, se han enterado de que en nuestro país se destruye empleo. Nunca es tarde si la dicha es buena, y dicha buena es que se enteren de lo que está pasando en el mundo del trabajo, de sus fundamentos, y del futuro más previsible a corto plazo.
Bien es verdad que los sindicatos no se recatan en afirmarse como representantes de los trabajadores, es decir de los que trabajan, añado yo, porque los parados, según se desprende de sus reivindicaciones, no les causan la mínima preocupación. Si son parados, no votan en las elecciones a los Comités de Empresa, que es tanto como no existir.
Además, los parados por despidos colectivos (ERE), supusieron un sustancioso ingreso sindical, por su intervención en los expedientes, lo que complica su discurso. Sin olvidar que todo parado es una posible fuente de ingreso por los cursos de capacitación para el empleo que, en ocasiones, se cobran pero no se dan y, en otras, se dan pero no sirven para nada. Así pues, ¿para qué cambiar la situación del parado?
Lo que sí conviene decir en favor de los sindicatos, es que, tras siete años, se han enterado de que en la economía española se está destruyendo empleo, lo cual se debe a la reforma laboral –que ni siquiera se está aplicando íntegramente–, convirtiendo el descubrimiento estadístico en el sainete esperpéntico del primero de mayo.
Han tardado mucho en darse cuenta. Baste recordar que cuando el señor Zapatero asumió la Presidencia del Gobierno, el volumen de paro era de 2.240 mil parados (media del año 2004), viendo los sindicatos complacidos la "destrucción de empleo" socialista, que condujo a 4.999 mil parados como media del año 2011, situándose en marzo de 2012 en los 5.540 mil parados, equivalente a un 24,1% de la población activa.
Y pregunto yo: ¿sólo es destrucción de empleo los 175 mil empleos que se han destruido en el primer trimestre de 2012? Porque, su feliz inacción y su complicidad con la vieja regulación laboral –de origen fascista italiano, traducida a España por el franquismo– hizo terminar el cuarto trimestre de 2011 –mandaba el señor Zapatero– con 5.302 mil parados. ¿Llaman ustedes a aquello pleno empleo? Finalmente, no me resisto a hacerles una pregunta: ¿cuándo dejarán ustedes de menospreciar a los parados?
La izquierda en el poder, es decir, también ustedes que dialogaban y pactaban con el Gobierno, dejaron una economía repleta de paro encubierto. Las empresas necesitan ajustar sus plantillas a la producción, con índices de eficiencia que les permita competir en el mercado, y el sector público debe hacer lo propio, eliminando las actividades y el empleo ineficiente. Hasta que ese empleo ineficiente no aflore, como lo que es, como paro encubierto, no esperen ustedes que la economía se reactive y se vuelva a crear empleo. Si les preocuparan los parados, concluirían que, cuanto antes, mejor.