El órdago de Evo Morales pilló con el pie cambiado al Gobierno. En los primeros momentos, con la noticia ya en los periódicos digitales, el Ejecutivo mostró una imagen de sorpresa total. "No teníamos ni idea, nos hemos enterado por los teletipos", admitió un habitual portavoz. Desde Moncloa se remitió a Industria y Exteriores, que a su vez intentaban contactar con los ministros en un día literalmente festivo para los miembros del gabinete.
Una vez pasaron las horas, el asombro, hilado en fino con una descoordinación que acabó solucionándose una vez avanzó la jornada, se convirtió en preocupación. Pero esta vez no se respondió de forma tan rotunda como ocurrió con Argentina y Repsol. Más bien todo lo contrario; se intentó desdramatizar y quitar hierro el asunto, pese a que en privado algunos asesores hablaban de "espiral muy preocupante" con España "en el centro de todos los ataques".
La valoración oficial, en una jornada sin comparecencias ni comunicados, fue que el caso se considera "distinto al argentino". "A esta hora, todavía con los gabinetes trabajando intensamente en el asunto, hay que evitar paralelismos", se contestaba desde Moncloa, pasadas las nueve de la noche.
Todo estaba cogido con alfileres. De hecho, Industria y Exteriores seguían trabajando en dos líneas. El primer Ministerio poniéndose "al servicio" de la empresa. El segundo, descolgando el teléfono y llamando a Bolivia. Lo hizo el propio ministro, José Manuel García Margallo. "Estamos en contacto con el Gobierno de Morales para conocer los pormenores del caso y hasta que no tengamos todos los detalles queremos ser muy cautos", resumieron fuentes gubernamentales.
Estas maniobras demuestran que el Ejecutivo no sabía de la operación, y que se enteró por la prensa. Traducido: "Que volvieron a fallar todos los cauces diplomáticos", admiten en Exteriores. De igual forma, el Partido Popular, formación que sustenta al Gobierno, no fue informado a lo largo de la tarde en ningún momento, por lo que no pudo ayudar a transmitir el mensaje oficial. Simplemente "nadie nos cogió el teléfono", exponen.
El presidente del Gobierno, sin agenda hasta el jueves -cuando presidirá en Moncloa la Comisión Delegada para Asuntos Económicos- fue informado "puntualmente" por el equipo de "emergencia" que se puso a trabar en el asunto. "¡Ni en festivo!", se quejaba un alto cargo, intentando rebajar la tensión, habida cuenta de que el Ejecutivo parece ir de incendio en incendio. El miércoles, en principio, ni el ministro de Exteriores ni el de Industria tienen previsto ningún acto.