Tras la expropiación de YPF, todas las miradas se centraron en los países de la zona donde Repsol y otras empresas españolas tenían intereses. Evo Morales, el presidente boliviano que ahora expropia la filial de REE invocando los derechos de los trabajadores, se desmarcó en su día de la decisión de Cristina Kirchner.
"Nuestra relación es buena con Repsol", declaró garantizando las operaciones de la petrolera. Prometió respetar los contratos firmados bajo las leyes bolivianas y se desentendió de la medida del país sudamericano, destacando que eso era un "problema entre España y Argentina". Ahora, actúa como ella con otra empresa con intereses de nuestro país.