Las comparaciones pueden ser odiosas, pero son francamente útiles. En las últimas semanas quizá una de las comparaciones más recurrentes ha sido la de España con Italia, en concreto, respecto a sus primas de riesgo, tipos de interés de la deuda o credit default swaps (seguros de impago). Qué país está en peor situación de los dos es una pregunta que muchos nos hacemos.
Evolución rentabilidad relativa de los bonos a 10 años de España (naranja) e Italia (verde)
Fuente: Bloomberg
Estas últimas semanas se ha sumado otra cuestión de interés, que también suscita inevitables comparaciones: la reforma del mercado de trabajo. Las expectativas de mejora en esta reforma eran altas en Italia. Se apuntó a instaurar el "contrato único" (defendido también para España) y a un cambio de modelo laboral que se acercaría al concepto de "flexiguridad" de Dinamarca.
Sin embargo, el presidente del Gobierno italiano, Mario Monti, retiró recientemente gran parte de su reforma laboral. Pese a ser un Ejecutivo de tecnócratas e impuesto desde Bruselas, todo apunta a que las presiones de los sindicatos han podido con Monti.
El resultado final de la reforma desagrada notablemente a diversos analistas. Así, por ejemplo, el director general del Instituto Bruno Leoni, Alberto Mingardi, la califica de una reforma "mal concebida" y de ir justamente en la dirección equivocada. No solo se habría perdido una gran oportunidad para culminar el proceso de liberalización del mercado laboral sino que, según Mingardi, lo único que consigue es aumentar el coste de la contratación de empleo temporal sin reducir el coste del segmento sobreprotegido.
Al igual que en España, la disfuncionalidad del mercado de trabajo italiano es una preocupación destacada por los organismos internacionales. El aspecto más destacable y polémico del código laboral italiano es el Artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores que se aplica a compañías de más de 15 asalariados, considerado una anomalía en comparación con otros países europeos.
Según este artículo, una vez que un empleado es despedido tiene posibilidad de recurrir a los jueces, y en caso de que éstos den la razón al empleado -a través de procesos de litigio que pueden prolongarse notablemente en el tiempo-, el empleador puede verse obligado a recontratarle, además de pagar una indemnización.
Al hacer que el despido individual sea extremadamente complicado -la interpretación de los jueces de despido por "causas económicas" es estrecha-, este artículo tiene el efecto de, por un lado, introducir una incertidumbre poco deseable para todos los agentes involucrados, y, por otro, incrementar el coste esperado de despido individual, lo que puede imponer una carga importante sobre las empresas.
Desde el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage/Wall Street Journal, se señala, por un lado, que las persistentes rigideces en su marco laboral restringen el crecimiento dinámico del empleo, y por otro, que una parte considerable del empleo en Italia permanece en la economía informal.
No obstante, el índice de la OCDE sobre nivel de protección del empleo sugeriría que éste no es alto en comparación con otros países europeos; de hecho, Italia tiene casi la misma puntuación que Alemania en esta rúbrica. Esta aparente paradoja nos la resuelve Emilio Rocca, investigador especializado en cuestiones laborales y de pensiones del Instituto Bruno Leoni.
Preguntado por Libre Mercado, Rocca apunta a la fuerte dualidad laboral como causa de este hecho: al existir un segmento de trabajadores muy protegido (que cubre a menos del 45% de los trabajadores italianos: empleados públicos y asalariados de empresas de más de 15 trabajadores) y otro con apenas protección, una medida agregada de rigidez del mercado puede ser muy poco ilustrativa de la realidad de éste.
Este problema de la dualidad es destacado por la OCDE en sus Perspectivas de Empleo 2011 en Italia, donde señalan que éste es un problema creciente, especialmente como consecuencia de la crisis: "El mercado laboral italiano se está haciendo más segmentado, con trabajos más maduros en empleos estables y protegidos, y muchos trabajadores jóvenes en empleos más precarios".
Según esta publicación, este fenómeno se debería a "la estricta legislación de protección del empleo de los trabajadores fijos". Si bien ésta ha podido contener el impacto de la recesión sobre el empleo, sostienen, tendría también efectos negativos sobre la recuperación, al desincentivar la contratación.
Tasa de paro irreal
Ahora bien, la cifra de desempleo de Italia causa cierta perplejidad. ¿Cómo puede decirse que es disfuncional si tan solo tiene una tasa de paro del 9,3%, por debajo de la media de la Unión Europea?
Tasa de paro en la Unión Europea
Fuente: Eurostat
Según Michele Boldrin y Giulio Zanella, dos de los economistas italianos más influyentes, la tasa de desempleo oficial da una imagen distorsionada de la realidad del mercado laboral italiano. En un artículo de 2010 calcularon una tasa de paro alternativa: a la tasa oficial del 8,6% de la fuerza laboral le sumaron el 3,1% (por aquellos desempleados de facto que no están incluidos en las estadísticas por acogerse a un tipo particular de prestación, cassaintegrazione guadagni) y el 4,1% (que es la tasa de "trabajadores desanimados" que ni trabajan ni buscan empleo, un indicador que está muy por encima de otros países vecinos). Así, agregando estos dos factores, la tasa de desempleo de facto, según estos economistas, llegaría al 15,8% en 2010.
En general, los economistas suelen conceder mayor fiabilidad a la tasa de empleo -medida como la ratio entre el empleo total sobre la población en edad de trabajar- que a la de desempleo. Este indicador da una imagen considerablemente distinta respecto a la tasa de paro, tal y como mostramos en el gráfico.
Tasas de empleo 2011
Fuente: Elaboración propia con datos de la OCDE
Esto se explica fundamentalmente por la muy baja participación de la población italiana en la fuerza laboral, según datos de la OCDE. Así, la tasa que muestra el porcentaje de personas que están dentro de la fuerza laboral, respecto a la población en edad de trabajar, es tan solo del 63% en Italia, mientras que en España está en los alrededores del 75%, siendo el promedio de la Eurozona el 73%. No es de extrañar, por tanto, que con esta baja participación, la tasa de desempleo muestre una imagen distorsionada.
Por tanto, la baja tasa de paro italiana no debería confundirse con un mercado de trabajo sano que apenas requiere de cambios importantes. Como sostienen los analistas consultados por Libre Mercado, el país necesita de una reforma laboral que suavice los graves problemas de dualidad, baja tasa de empleo y elevado paro juvenil. Sin embargo, la propuesta final del Gobierno Monti parece ir en la dirección contraria.