Un cazador que finge ser disparado por su padre, una motorista que alega lesiones por accidente para irse al Gran Premio de Qatar o un coche abandonado que arde por sorpresa figuran entre los fraudes al seguro más llamativos de 2011.
La crisis económica ha incentivado la picaresca a la hora de intentar nuevas formas de defraudar al seguro, pero los inspectores han encontrado un aliado en internet para descubrir a los estafadores, en especial en las redes sociales. Las aseguradoras invirtieron en 2011 casi ocho millones de euros en la lucha contra el fraude, lo que permitió detectar un 10,5 % más de casos que el año anterior, según los datos dados a conocer hoy por la Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA).
Las dificultades económicas que atraviesan numerosas familias y empresas españolas han multiplicado los intentos por conseguir indemnizaciones de manera irregular, que van desde incendios en negocios hasta falsos accidentes de tráfico. Sin embargo, también las aseguradoras han redoblado esfuerzos para detectar estos fraudes y, como apuntan desde ICEA, los estafadores casi siempre dejan algún cabo suelto. La detección se basa en buena medida en la capacidad intuitiva de los tramitadores, una iniciativa que la asociación premia anualmente.
Indemnizaciones por accidente
Este año, uno de los primeros galardones ha sido para Seguros Pelayo, que identificó una red dedicada a conseguir indemnizaciones por accidentes de tráfico. La red trabajaba en la zona levantina y había conseguido defraudar a quince aseguradoras en más de un centenar de siniestros simulados gracias a un equipo de abogados, talleres mecánicos y clínicas.
En otros casos, el fraude es improvisado y se basa en un suceso real. Por ejemplo, el premiado en seguros diversos identificó a un cazador al que supuestamente había disparado su padre por error, un accidente que había terminado en la amputación de la pierna. Sin embargo, al iniciar la investigación, la compañía descubrió que en la grabación de la llamada al servicio de emergencias, el cazador aseguraba que se había disparado a sí mismo, que estaba solo y pedía que lo auxiliaran cuanto antes.
Las redes sociales como aliado
En los últimos años, los investigadores han encontrado en las redes sociales un gran aliado para la detección del fraude. Así, en uno de los casos premiados este año, una motorista alegó haber sufrido una caída en una gasolinera que le impedía trabajar, cuando en su red social había publicado fotografías del Gran Premio de Qatar, incluso pilotando vehículos de gran cilindrada.
Uno de los indicios más utilizado por los investigadores es la proximidad entre la fecha de contratación del seguro y el parte de accidente. Esta técnica permitió a los técnicos de AXA descubrir que un supuesto incendio en una casa había tenido lugar antes de la contratación de la póliza, según las informaciones aparecidas en la prensa.
Coste de 521 millones
En otras ocasiones, son los propios defraudadores los que se delatan, como el conductor que aseguró que su coche había sufrido una "combustión con llama" -la terminología del contrato- en lugar de decir que simplemente había ardido. Las sospechas se confirmaron en la revisión del vehículo, cuando el perito encontró un avispero seco en el depósito de combustible, que supuestamente había ardido pocos días antes.
Los fraudes detectados en 2011 habrían tenido un coste para las aseguradoras de 521,4 millones de euros de no haber sido descubiertos, cuando en realidad solo equivalían a indemnizaciones por 157,1 millones, que fue la cantidad que finalmente se abonó. Los fraudes en seguros de automóvil representan todavía el 70 % de los detectados, aunque continúan su tendencia a perder peso relativo.