La expropiación de YPF por parte del Gobierno argentino se ha llevado en todo momento de malas maneras. Mientras Cristina Kirchner anunciaba el decreto decenas de funcionarios entraban en la sede de la compañía propiedad de Repsol y se hacían con el cargo del edificio.
Además, los directivos españoles fueron interrogados durante horas por los interventores y obligados a acudir de nuevo a declarar. Actualmente, ya se encuentran en España. "La experiencia del desalojo fue bastante triste y desagradable", afirma a El País uno de ellos. Así, indica que "el lunes vivimos momentos muy tensos, momentos en que a ninguno de los dos (directivos) les fue permitido comunicarse con sus familias.
En este sentido, tras dos días de interrogatorios decidieron, dice este directivo, "que lo más razonable era irse. Y lo hicimos a través de Uruguay. No es fácil dejar toda una vida atrás en unas horas, pero nos pareció lo más sensato".
Sin embargo, esto no fue el único hecho grave ocurrido en esos días. Dos días después del anuncio de expropiación, un emisario enviado por los interventores acudió a la casa que Antonio Brufau tiene alquilada en Buenos Aires. En un principio era para entregar la orden notarial de revocación de poderes. Pero como era de suponer en la vivienda no estaba el presidente de Repsol sino una empleada del hogar.
Este enviado finalmente no se limitó a entregar el acta sino que entró en la vivienda, sacó una cámara y empezó a fotografiar todas las dependencias del apartamento. Y todo ello sin ningún tipo de orden judicial.
"Fue un allanamiento de una propiedad privada", afirma un directivo, que añade que "no sabemos con qué fin lo hicieron ni qué pretenden sacar, pero se presentaron sin orden judicial de registro ni de inspección y tomaron fotos de todas las habitaciones y sus pertenencias".