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José T. Raga

'Pay out' y expropiación

Con el recordado "Yankee go home" se atentó a todas las propiedades, fundamentalmente americanas, en los países del cono sur. El occidente mísero vio complacido como se expulsaba a los americanos y nacionalizaban sus propiedades. La historia se repite.

Son dos términos que por su propia naturaleza tienen que ir de la mano, si pretendemos que la acción económica empresarial tenga sentido y se desenvuelva con la racionalidad económica que le es propia. Se trata de un nexo establecido sobre el más puro realismo de los hechos, de las ideologías y de los acontecimiento políticos, que no siempre seguros, en ocasiones, son más que probables.

Un viejo amigo mío, que ya no esta entre nosotros, me obsequió un día con una conseja que rezaba así: "no pidas a la vida cosas que no te puede dar, y mucho menos te enfades cuando no te las da". Semejante sabiduría venía a dar al traste con mi rebeldía ante ciertas injusticias porque, a todas luces, tales injusticias eran la moneda común en las esferas en que se habían producido.

Algo así podría aconsejársele en estos momentos a Repsol YPF sometida a una decisión arbitraria y tercermundista. Interpréteseme bien; en modo alguno justifico ni disculpo la decisión del gobierno argentino en semejante tropelía. Mi consideración, sin embargo, va más lejos. ¿Pensaba la petrolífera española que Argentina era, por ejemplo Alemania? ¿Le ha sorprendido la decisión? Ya sé que desde hace al menos seis o siete meses la cosa se veía venir, pero el cálculo económico debe considerar esta probabilidad desde el principio.

La historia está aún cercana cuando, en la primera mitad de los años setenta, el argentino Raúl Prebish desarrolló el sentimiento nacional de dependencia en oposición a la llamada colonización económica basada en el intercambio desigual. Con el recordado "Yankee go home" se atentó a todas las propiedades, fundamentalmente americanas, en los países del cono sur. El occidente mísero vio complacido como se expulsaba a los americanos y nacionalizaban sus propiedades. La historia se repite, como se repite la complacencia de la izquierda española, doctrinalmente mísera. Al fin y al cabo, el Gobierno de Felipe González, también expropió/incautó las propiedades de Rumasa para venderlas a sus amigos. El resultado en Latinoamérica fue endeudamiento y pobreza por décadas.

El inversor debe distinguir claramente las condiciones del país al que se dirige: estabilidad de sus gobiernos, respeto al estado de derecho y, fundamentalmente, el respeto a la propiedad privada. Una inversión en un país como Argentina no puede plantearse con un período de recuperación (pay out) como el que se aplicaría para una inversión en Estado Unidos, Alemania, Suecia o cualquier país política y socialmente desarrollado. En estos países, el período de recuperación, tiene que ser necesariamente muy corto, pues, lo más probable es que la expropiación o, más aún, la incautación, apelando al interés nacional, se produzca.

Son países de inversiones que ellos critican por especulativas. Pero mientras tengan este riesgo, el cálculo económico exige que así sea. ¿Darán marcha atrás? Dependerá de la presión internacional que, mucho me temo, no sea demasiado grande. Al fin y al cabo, en la cesta hay huevos de distintas procedencias que se trata de preservar.

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