Se ha puesto tantas veces de manifiesto lo kafkiano de nuestro sistema eléctrico y las profundas reformas que se necesitan abordar, que resulta desolador observar cómo se repiten una y otra vez los mismos mantras, falaces y arteros, que desprecian las reglas fundamentales de la aritmética. No hace falta ser catedrático para comprender que cuando uno gasta más de lo que gana la situación no es sostenible a medio plazo.
Hoy pondremos de manifiesto otro de los grados de perversión absurda que deriva de la legislación, difícilmente clasificable, que rige nuestro sistema eléctrico. La tesis es la siguiente: cuanta más electricidad ahorremos y más eficientes seamos, más déficit de tarifa acumularemos. Es decir, cuanto mayor esfuerzo de ahorro hagamos, más caro nos costará mantener el sistema. Estúpido, ¿verdad? Demostrémoslo.
Primero descriptivamente. El precio de los peajes eléctricos está fijado por el gobierno y este precio no cubre la totalidad de los costes. Por otra parte, las energías renovables tienen preferencia a la hora de vender su electricidad. Por tanto, si bajara la demanda de electricidad, la producción renovable seguiría siendo prácticamente la misma, porque al viento y al sol les da igual si gastamos más o menos. Lo que sucede entonces es que, al bajar el consumo, baja la recaudación por peajes, pero no baja la cuantía de primas a las energías renovables, que seguirán produciendo lo mismo. Si antes no se recaudaba suficiente dinero para pagar los gastos, al bajar la demanda, todavía menos. Conclusión: más déficit.
Ahora con los datos oficiales. Los últimos informes de la Comisión Nacional de la Energía establecen que, en 2011, se consumieron 244 millones de MWh y se recaudaron 12.800 millones de euros. Con este importe hubo que pagar muchas cosas, entre otras 7.000 millones de primas al régimen especial, incurriendo en un déficit de tarifa de 3.400 millones de euros. ¿Qué habría pasado si los españoles hubiéramos sido mucho más eficientes y hubiéramos ahorrado, por ejemplo, un 10% de la electricidad? Pues que la recaudación habría disminuido en más de 1.000 millones de euros. Sin embargo, los costes del sistema hubieran sido básicamente los mismos y el déficit de tarifa hubiera sido unos 1.000 millones mayor de lo que fue. Cuenta de la vieja, por supuesto.
Para aquellos que no estén de acuerdo conmigo, el propio Real Decreto Ley 1/2012 establece que no se han cumplido las previsiones del déficit de tarifa "como consecuencia de la aparición de una serie de circunstancias sobrevenidas, entre otras, la caída significativa de la demanda durante 2010 y el incremento en la producción eléctrica a partir de fuentes renovables". En fin, yo creo que más claro no puede estar escrito en el BOE. Dedicado a aquellos que argumentan que las renovables no contribuyen al déficit tarifario.
La conclusión es evidente, cuanta menos energía consumamos, menos dinero se recaudará para mantener el sistema y habrá que subir los peajes de acceso a las redes. Permítanme aclarar mi postura, para aquellos que lean este artículo y les falte tiempo para tildarme de derrochador consumista. No estoy insinuando que no haya que ser eficientes y no haya que ahorrar. Hay que hacerlo. Lo que estoy poniendo de manifiesto es lo ridículo de un marco legislativo que origina una desincentivación del ahorro para mantener un sistema inasumible que vive de las primas. Básicamente esto es lo que ha pasado en Argentina con los hidrocarburos. Afortunadamente, aquí la economía no la dirige la Cámpora, aún...