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Guillermo Dupuy

La arriesgada y cara lentitud de Rajoy

Lejos de prolongarlo "hasta el último día de la legislatura", Rajoy debía haber tenido preparado el grueso de las reformas que España necesita desde mucho antes de que Zapatero accediera a adelantar las elecciones.

Rajoy acaba de manifestar, en un encuentro organizado por el Instituto de la Empresa Familiar, que "estamos sólo en el kilómetro cero de la senda reformista que se va a prolongar hasta el último día de la legislatura". El presidente del Gobierno ha vuelto a señalar que "si no cumplimos con la reducción del déficit, todo lo demás sobra", por lo que ha pedido que "nadie siembre dudas sobre este compromiso".

Yo no dudo de que, efectivamente, estemos sólo en el "kilómetro cero" de la senda reformista por la que supuestamente Rajoy nos va a conducir. Lo que me pregunto es cuántos "kilómetros de reformas" vamos a recorrer en esta legislatura dada la lentitud con la que Rajoy se pone a la tarea. España lleva rumbo de colisión contra un iceberg y lo que necesitamos es un golpe de timón lo más drástico y rápido posible, no meros cambios graduales por muy prolongados que pretendan ser en el tiempo. La situación es tan dramática que lo que menos tenemos es tiempo. Esa fue una de las razones que avalaban a Rajoy para pedir elecciones anticipadas y la que justificó, una vez que las ganó el PP, reclamar a Zapatero un traspaso de poderes lo más rápido posible.

Lejos de prolongarlo "hasta el último día de la legislatura", Rajoy debía haber tenido preparado el grueso de las reformas que España necesita desde mucho antes de que Zapatero accediera a adelantar las elecciones. Y Rajoy debía haberlas dejado caer en tromba durante los primeros cien días de su gobierno, aprovechando la legitimidad que le acaban de conceder las urnas y el estado de KO en el que había quedado el principal partido de la oposición. Además, puestos a tener que afrontar la impopularidad de algunas de las reformas que España necesita –no todas son impopulares, por cierto-, mejor haberlas llevadas a cabo en los albores de la legislatura, en lugar de prolongarlas lacerantemente a lo largo de toda la legislatura, tal y como parece ser –en el mejor de los casos- la intención del presidente del Gobierno.

Dice Rajoy que nadie debe sembrar de dudas su compromiso con la reducción del déficit. Pero ¿quién más que él las ha sembrado incumpliendo su compromiso ante Bruselas y sus propios electores de reducirlo al 4,4%? ¿Cómo no va a sembrar desconfianza alguien que, por lo visto, no tenia previsto que Zapatero pudiera mantener un déficit oculto? ¿No es conciente Rajoy de la desconfianza que él mismo ha generado incumpliendo su compromiso de reducirlo por la vía exclusiva de la reducción del gasto público? Una cosa que no le perdono a Rajoy es que tenga la desfachatez de apelar a la fructífera ética del esfuerzo para avalar una esterilizante subida de impuestos, que va a minar nuestra recuperación económica tanto como a preservar un despilfarro público que vete tú a saber cuándo o en qué kilómetro de su "senda reformista" va realmente a suprimir.

Si la irresponsable negativa de Rajoy a remodelar profundamente el modelo autonómico nos condena a permanecer eternamente en el kilómetro cero en una de las reformas que más requiere nuestro país, su subida de impuestos nos sitúa directamente en el campo de la contrarreforma.

¿Cómo no va a sembrar dudas Rajoy cuando nadie sabe cuando va afrontar –si es que la va afrontar- una auténtica reforma liberalizadora de nuestro demencial modelo energético que, entre cosas, abra las puertas a la energía nuclear? ¿En qué kilómetro de esa senda supuestamente reformista va a decidirse Rajoy a erradicar completamente las subvenciones a sindicatos, patronal y partidos políticos? ¿A qué espera para cortar las ayudas al desarrollo a cargo del contribuyente? ¿A qué espera para cerrar y poner en venta las televisiones públicas? ¿Cómo no va a sembrar dudas Rajoy respecto a su compromiso de reducción del déficit si elude cualquier cosa que pueda contrariar a los nacionalistas, por no hablar de la condescendencia hacia los manirrotos gobernantes de su propio partido? ¿Cómo no va a sembrar dudas, si como él mismo reconoce, seguimos en el kilometro cero de las reformas y parace querer demorar muchas de ellas hasta el último dia de su legislatura? ¿Será verdad, tal y como dice De Guindos, que tendrán que venir de fuera a hacernos el presupuesto para mostrarnos lo que es un auténtico plan de reformas?

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