Los años de expansión de la economía griega que desembocaron en su actual depresión se caracterizaron por un papel predominante del consumo -fundamentalmente público- y una destacable falta de inversión y competitividad. Quizá sea éste un ejemplo -a no seguir- para aquéllos que centran el crecimiento económico en el consumo, relegando a un segundo plano el ahorro y la inversión.
Estas conclusiones se extraen de un informe de la consultora Mckinsey & Company que traza una radiografía de la economía griega -que, tristemente, en más de una ocasión parece la española-. El documento también aporta un nuevo modelo de crecimiento para recuperar al país y su economía en 10 años.
Consumo público, deuda y falta de inversión
El motor del crecimiento de la economía griega desde la creación del euro, de acuerdo con Mckinsey, se basó principalmente en el consumo. El 97% del crecimiento acumulado del PIB desde 2000 a 2008 se explica por el fuerte consumo de la sociedad griega -frente a 79% de la media europea-. Fue el consumo público el que más se desarrolló, trasladándose posteriormente al consumo privado, ambos basados en el crédito fácil. Incluso un sector tan abierto al exterior como el turismo se nutrió no por turistas extranjeros sino nacionales, en una proporción mayor que el resto de destinos turísticos europeos -entre ellos España-.
El gasto público creció a un ritmo del 6,5% del PIB durante el periodo 2000 a 2009 para soportar el incremento los salarios de los funcionarios y pensiones. Por el contrario, los ingresos públicos decrecieron a un ritmo del 5% del PIB debido, fundamentalmente, al creciente fraude en la recaudación de impuestos, especialmente del IVA, según los investigadores del informe.
En consecuencia, durante los años de bonanza el Gobierno acudió constantemente a los mercados internacionales para financiar su déficit crónico, llegando a alcanzar una deuda total -antes de la crisis- del 214% del PIB en 2008, una deuda pública de un 111% del PIB y un nivel de préstamos al consumo de los más elevados de Europa (15% del PIB).
Una economía insuficiente para el sobreconsumo: déficit exterior
Y es que fue tal el papel del consumo en aquellos años de bonanza nutrido por la expansión crediticia que la economía griega no estaba preparada para producir todos los bienes y servicios que demandaba la población. Tampoco la inversión modificó la estructura productiva para satisfacer al voraz consumo. De hecho, destaca la poca inversión extranjera en Grecia -tan sólo un 4% en 2000 a 2008, frente a una media europea del 17%- y una modesta inversión interior financiada vía deuda pública y privada. La consecuencia: un acusado consumo en el exterior -importaciones- con el consiguiente deterioro del déficit por cuenta corriente.
Baja productividad y participación laboral
A pesar de los años de crecimiento, la productividad helena en todos los sectores siempre estuvo muy por debajo de la del resto de países, un 30% ó 40% inferior a la media de la UE-15 y EEUU, respectivamente, en términos de PIB por hora.
Por otra parte, el país heleno presentó un porcentaje más bajo de población activa empleada, un 66% frente a un 73% de la UE-15 y 70% del Sur de Europa. Situación que se cebó especialmente en los jóvenes (69%) y mujeres (38%). Consecuencia: una relativamente baja proporción de trabajadores griegos empleados trabajan más horas que la media para sostener el sistema económico -algo muy familiar para los españoles-.
Razones de la falta de competitividad
El informe de Mckinsey & Company recoge una serie de razones que explicarían la falta de productividad y competitividad de la economía helena:
1. La estructura de la economía desincentiva la inversión y los negocios:
Un tejido industrial compuesto por microempresas con baja productividad -no alcanzan el 40% de la media de empresas medianas o grandes de la UE-27-. Con un exceso de regulación en aspectos fundamentales como los precios, el número de competidores, licencias... Y un largo etcétera. Además de una "frustrante burocracia" que es necesaria superar para aprobar nuevas inversiones. También una fiscalidad que penaliza el tamaño empresarial -fiscalidad entre empresas vinculadas- y restricciones laborales en empresas grandes, siendo Grecia el país que arroja el mayor índice de producción regulatoria.
2. El sector público es grande e ineficiente:
Solamente eclipsado por los países nórdicos con, por otra parte, servicios públicos muy superiores, mostrando su ineficiencia. Destaca la fragmentación de este sector, en el que, por poner un ejemplo, para actividades relacionadas con el turismo están implicados 13 ministerios. Abundan innumerables organismos gubernamentales que crearon toda una red de clientelismo y empresas dependientes del sector público.
3. Rigidez laboral que impide la flexibilidad y movilidad:
Rigidez del mercado laboral que imposibilita el empleo de toda la fuerza laboral del país, especialmente los convenios colectivos. Baja movilidad, con un promedio de permanencia en el mismo puesto de trabajo de 14 años -la más elevada de toda la OCDE-.
4. Un sistema judicial torpe que lastra la inversión:
Los negocios en Grecia están sometidos a toda una serie de leyes ambiguas, obsoletas o contradictorias -legislación medioambiental- con multitud de cambios y modificaciones -legislación fiscal- que hace incrementar la incertidumbre y la confusión para crear negocios.
El sistema judicial está abarrotado de casos a la espera de ser resueltos. Su Tribunal Supremo recibe entre 8.000-9.000 casos al año y sólo resuelve 3.000, exhibiendo aquí también un déficit que se acumula continuamente. Otras causas son la falta de un claro criterio de priorización de casos y unos costosos y largos trámites burocráticos.
5. Elevada economía informal:
De acuerdo con el Banco de Grecia y otras instituciones, la economía informal helena supondría un 30% del total de la actividad económica del país. Entre 15.000 y 20.000 millones se dejaron de ingresar por impuestos, especialmente en el caso del IVA, es decir, el 7-9% del PIB o 60%-80% del déficit fiscal de 2010.
Propuesta de un nuevo modelo de crecimiento
Frente a esta deriva económica, la consultora propone desarrollar cinco sectores que suponen el 42% de la producción nacional y el 51% del empleo. Este nuevo modelo de crecimiento recuperaría el país en 10 años creando, estiman, más de medio millón de nuevos trabajos y 55.000 millones de euros de ingresos.
Aunque no deja de ser ficción económica -y muchas veces estos informes son utilizados por los gobiernos para justificar comisiones, planes y políticas públicas, y más burocracia- puede resultar útil para llamar la atención de los empresarios actuales que estimen rentable reorientar su actividad. Algunos ejemplos:
- Capital humano: simplificar el mercado laboral para hacer uso de la población altamente cualificada griega, modificando, especialmente, los convenios colectivos.
- Turismo: siendo Turquía su principal competidor, el sector turístico griego necesita ofrecer paquetes turísticos a bajo coste, desarrollar el turismo náutico o los cruceros y el turismo médico. El informe estima unos ingresos adicionales en 2021 de 18.000 millones de euros anuales.
- Manufacturas: potenciar el procesado y empaquetado para la exportación de productos como el aceite, frutas, repostería. Estiman 120.000 nuevos trabajos en 2021.
- Medicamentos genéricos: es un mercado potencial cuyo desarrollo al exterior podría reportar un incremento de ventas de 2.200 millones de euros en 2021.
- Acuacultura: aunque todavía pequeño, este sector está creciendo un 3% al año y exporta un 80% de su producción. El país produce casi la mitad de la producción mundial de productos como el róbalo o el besugo. Sería necesario aumentar la oferta de productos y su exportación a Europa.