La subvención es el mecanismo a través del cual el gobierno saca el dinero de los bolsillos de individuos productivos para introducirlo en el de los ociosos, descontando aproximadamente un 30 por ciento en concepto de gastos burocráticos. Por más que los políticos se esfuercen en retorcer el lenguaje para disfrazar el latrocinio, todo el asunto se reduce al trinque puro y duro de aquellos que gozan del favor de los gobernantes, a costa del esfuerzo de los que no reúnen los requisitos establecidos por la clase política para beneficiarse del dinero ajeno.
En un contexto de grave recesión económica, que obliga a las administraciones a reducir gastos de forma inexcusable, uno esperaba que los actuales gobernantes aprovecharan la coyuntura para corromper un poquito menos a la sociedad de lo que se viene haciendo tradicionalmente. Por supuesto esa no es la política del gobierno del PP sino exactamente la contraria, aumentar aún más las subvenciones que todos los españoles sufragamos con nuestro dinero, aunque algunas partidas de carácter polémico hayan visto reducidos sus fondos de manera testimonial.
Sólo hay que echar un vistazo y comparar el capitulo IV del presupuesto, que técnicamente se denomina "Transferencias corrientes" porque llamarlo por su nombre real quedaría poco administrativo, para ver que el gobierno de Rajoy no sólo no reduce ese capítulo presupuestario, sino que lo aumenta en 6.500 millones de euros respecto al año anterior.
Así pues, se ponga como se ponga el tendido de sombra mediático que se deja las manos aplaudiendo cualquier faena de los populares, lo cierto es que el gobierno del PP sacará del bolsillo de los españoles hacendosos 6.500 millones de euros más de lo que lo hizo Zapatero el año anterior para repartirlo según su criterio.
Es cierto que el destino prioritario de este aumento de subvenciones son las comunidades autónomas, que este año recibirán 22.856 millones por 16.098 en 2011, para "ayudarles" a cumplir sus compromisos de déficit y que no se vean obligadas a reducir su ritmo alocado de gasto. Como también lo es que el gobierno va a repartir este año 2.589 millones entre las "entidades sin fin de lucro" (sólo un 13% menos que en los tiempos de ZP), con el fin de que puedan seguir organizando exposiciones sobre la Memoria Histórica, resolviendo conflictos con los hipopótamos de Guinea Bissau o cualquier otro destino elevado al que los españoles consagramos nuestro esfuerzo fiscal, aunque nadie nos pregunte nunca nuestra opinión al respecto.
En total, casi 55.000 millones de euros van a salir del bolsillo de unos españoles para ir a parar al de otros particulares, asociaciones, instituciones y empresas gracias a la coacción institucional ejercida por los poderes del Estado. En tiempos civilizados a esto se le llamaba robar. Ahora se denomina "redistribución de la riqueza". Que no se diga que no hemos avanzado.