La huelga general del 29 de marzo de 2012 ha fracasado. De ninguna otra manera se puede explicar lo que ha ocurrido este jueves en las ciudades españolas. Prácticamente, ningún sector económico ha sufrido un parón decisivo en su actividad. La imagen en las calles era de absoluta tranquilidad: comercios, organismos públicos y empresas funcionaban a pleno rendimiento.
Desde UGT y CCOO, se cifraba el seguimiento en el 77% (incluso algunos portavoces han llegado a hablar del 85%), algo difícil de creer viendo las calles repletas de ciudadanos que iban a su lugar de trabajo o a realizar sus ocupaciones diarias. Sin embargo, más allá de la propaganda sindical, lo cierto es que existen numerosos datos que pueden ayudar a cuantificar cuál ha sido el verdadero impacto del paro.
Consumo eléctrico
El dato de consumo eléctrico es uno de los más utilizados para medir la incidencia de una jornada de huelga. Este indicador es especialmente del gusto de los sindicatos, puesto que donde más fuerza tienen estas organizaciones es en la industria pesada, que también es la que más electricidad consume (por eso, el dato de caída del consumo suele estar ligeramente sesgado al alza). De hecho, sólo en las grandes fábricas, con presencia muy activa de piquetes sindicales, ha tenido el paro un impacto mínimamente significativo.
Pues bien, a pesar de estos condicionantes, la repercusión de la huelga en la demanda de energía eléctrica ha sido muy reducida. Este indicador se situaba a las 13 horas en 27.536 megavatios, un 19,8% menos que el jueves de la semana pasada (y un 15,5% menos de lo previsto por Red Eléctrica de España). En la huelga general del 29 de septiembre de 2010, la caída máxima se registró entre las 8 y las 9 de la mañana y fue del 19,3%. En el paro general del 20 de junio de 2002, el pico del 27,8 % se registró entre las 8 y las 9 de la mañana.
Es decir, en el mejor de los casos la caída de la demanda de electricidad ha llegado al 19,8% respecto a hace una semana. El problema es que incluso esa cifra exagera el impacto de la huelga. Por ejemplo, este miércoles, a las 21.00 horas, la demanda era un 12% inferior a la del mismo momento de una semana antes. La explicación hay que buscarla en la temperatura: el miércoles y el jueves de la semana pasada pasó por España un frente frío que dejó nevadas en la mayor parte de la península y provocó un fuerte incremento de la demanda eléctrica. Además, en la madrugada del pasado sábado, se realizó el cambio al horario de verano, con el consiguiente ahorro energético.
Sumando todos estos datos, pueden sacarse varias conclusiones. Teniendo en cuenta que el miércoles la demanda caía un 12% respecto al mismo día de la semana anterior y que el jueves esta cifra se elevaba al 19,8%, puede concluirse que el impacto de la huelga ha sido en el consumo eléctrico ha sido como máximo del 7-8%. Si además, se considera que la gran industria (la que más electricidad consume) ha sido el sector que más ha detenido su actividad, la conclusión es que en numerosos sectores, especialmente en los servicios, el paro no ha ido más allá del 4-5%.
Las cifras de la Junta
Un dato que puede servir de referencia es el ofrecido por la Junta de Andalucía. Los sindicatos pueden aducir que el Gobierno o la patronal ofrecen cifras por debajo de las reales, para tratar de minimizar el impacto de la convocatoria. Pero el Ejecutivo de José Antonio Griñán se ha declarado a favor del paro. A pesar de todo, su portavoz, Mar Moreno, ha cifrado en un 13,44% el seguimiento de la huelga general en los servicios públicos de la Junta.
Según sus cifras, en el ámbito sanitario, el 7,20% de los trabajadores del sistema público de Andalucía secunda la huelga, el 7,76% en las empresas públicas sanitarias y un 0,76% en los centros sanitarios concertados. Es decir, que en el sector privado no llega siquiera al 1% de seguimiento. Sólo en el transporte, con un 25%, el impacto es mínimamente significativo.
Los datos de la Administración
Dentro de este maremágnum de cifras contradictorias, Cristina Díaz, directora general de Política Interior ha señalado que la participación de los trabajadores del sector público en la huelga ha sido del 16,71% en el caso de la Administración General del Estado, del 19,42% en el conjunto Administraciones Públicas autonómicas y del 15,24% en la administración local.
Además, ha señalado que en el transporte público se ha mantenido durante esta tarde la tónica dominante durante la mañana y en la mayor parte de las ciudades se han cumplido con creces los servicios mínimos, es especial en Madrid y en Barcelona, que han alcanzado límites cercanos a los de un día laborable normal.
Sólo en el País Vasco, bajo la presión de los sindicatos nacionalistas, el seguimiento de la huelga ha sido mayoritario. Evidentemente, en esta comunidad autónoma, enfrentarse a los piquetes (especialmente en el caso de LAB, el brazo sindical de Batasuna) es mucho más arriesgado que en el resto de España. El Gobierno Vasco ha cifrado la incidencia de la huelga general en su comunidad entre el 60 y el 70% en el sector privado y ha informado de que el seguimiento del paro ha alcanzado el 71,90% entre los empleados públicos de la administración autonómica.
Sindicatos y Gobierno
Con este panorama, lo más llamativo de la jornada de huelga ha sido el cruce de declaraciones entre los sindicatos y el Gobierno. Cada parte ha tratado de llevar el ascua a su sardina y de utilizar este 29-M para conseguir sus objetivos en los próximos meses.
De esta manera, tal y como informa Pablo Montesinos para LD, el Ejecutivo de Mariano Rajoy sale reforzado de este envite. Su planteamiento es que la huelga ha fracasado y la agenda reformista continuará su camino. Por eso, todos los mensajes lanzados por el Gobierno fueron para apuntalar ambos temas. Sobre la huelga general, Rajoy sólo quiso poner el acento en la normalidad "total" de la jornada. Por su parte, Fátima Báñez, ha asegurado: "Estamos abiertos al diálogo y a la negociación, pero las partes troncales de la reforma laboral no se van a cambiar".
Desde los sindicatos, la valoración de este día era completamente diferente. Aunque su rechazo en dar cifras muy concretas de participación apunta a que no las tienen todas consigo respecto al seguimiento, el mensaje oficial es que la huelga ha sido un éxito que debe obligar al Gobierno a sentarse a negociar. En este sentido, Cándido Méndez, secretario general de UGT, ha asegurado que la huelga general "es el medio, y nuestro fin es que el Gobierno corrija en profundidad la reforma laboral. No vamos a cejar en nuestro empeño para que el Gobierno abra una negociación para aceptar una corrección de la norma".