El empresario Ángel Barranco, advirtió en Cinco Días en contra de "comprar en países de bajo coste, provocando la fabricación fuera de nuestras fronteras". Esto le parece muy mal porque "un país como España se mantiene si vivimos de lo que fabricamos".
Estas ideas son tan milenarias como equivocadas. Los seres humanos libres procuran organizarse de modo eficiente, por la cuenta que les trae. Y si es más barato producir las cosas en casa que comprarlas, las produciremos en casa. Si no lo hacemos, es porque nos conviene comprarlas en la tienda de la esquina, o en la del pueblo de al lado, o en la del pueblo más lejano de España... o del mundo. Eso no tiene por qué estar mal. Como parece obvio que no vamos a fabricar todo en casa, lo lógico es que decidamos los ciudadanos qué cosas queremos comprar y dónde, sea dentro o fuera de nuestras fronteras. La vieja distinción que plantea el señor Barranco no tiene sentido: ¿por qué va a ser bueno comprarle libremente a un señor de Barcelona o de Madrid, y va a ser malo comprarle libremente a una señora de Burundi?
La idea de que hay que "fabricar" cosas es también bastante confusa. En realidad, no tenemos por qué fabricar nada. Lo haremos si nos conviene, y nos convendrá si lo hacemos bien y barato, de forma tal que los demás nos compren. Pero la gente se especializa en actividades muy diferentes, y unos producen vestidos o acero, y otros se dedican a la hostelería, la pintura o al canto. Para mantenerse no hay que vivir "de lo que fabricamos" sino conseguir que otros nos compren lo que vendemos, que no es lo mismo.
La lógica proteccionista de don Ángel lo lleva a elogiar nada menos que a las siniestras autoridades de mi Argentina natal, que están impidiendo por la fuerza que los ciudadanos importen los bienes y servicios que necesitan. Como si fuera bueno comprar los productos del país ¡independientemente de los deseos del pueblo e independientemente de la calidad y coste de esos productos!
Concluye el señor Barranco reclamando "un ciudadano comprometido con los productos fabricados en el país y exigente con los gobernantes para que protejan nuestra economía". Pero si hay ciudadanos comprometidos con los productos nacionales, habría que dejarlos en paz para que los compren libremente. Y si los gobernantes obligan a esos ciudadanos a comprar lo que no desean a un precio mayor al que estarían dispuestos a pagar ¿a quién estarían realmente "protegiendo"?