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la hora de los cautos

El mejor consejo que puede recibir un ahorrador

A medida que avanza la crisis los riesgos de las inversiones aumentan. Y no solo se incrementa el riesgo. Además, se hace más difícil de valorar.

Dar consejos en materia de ahorro e inversión no es precisamente tarea sencilla, mucho menos dadas las turbulencias financieras en las que navegamos actualmente. Tres son las variables esenciales a analizar de cualquier producto financiero que nos ofrezcan:

  1. Rentabilidad o ganancia cierta o potencial que ofrece el producto a un plazo determinado (o determinable).
  2. Riesgo de la inversión, por la propia evolución del precio del activo o por el riesgo inherente a la entidad financiera que lo emite (de que pueda quebrar o situaciones de insolvencia temporal menos traumáticas).
  3. La liquidez de la inversión: básicamente se refiere a si podemos disponer de nuestro dinero en cualquier momento y el coste que ello conlleva.

En los momentos en que la economía funciona, los ahorradores no suelen tener en cuenta el factor riesgo relacionado con la inversión. ¿O acaso alguien tomaba en consideración la posible quiebra de una entidad financiera cuando se sentaba con el director de su sucursal o compraba acciones en Bolsa?

Lo que en los buenos momentos no se consideraba, ahora es uno de los puntos cruciales para tomar una decisión financiera. Por una parte, cada vez más los riesgos son más cercanos, más probables; a medida que avanza la crisis los riesgos de las inversiones aumentan. Y no solo es que se incremente el riesgo, además se hace más difícil de valorar. Si los balances bancarios no se ajustan a su valor del mercado, por ejemplo, ¿cómo puede el cliente calibrar si el pagaré que emite una entidad u otra es más o menos arriesgado?

Los supuestos activos sin riesgo, como la deuda soberana, dejan de serlo. Los depósitos a plazo fijo tradicionales siguen siendo el producto de ahorro menos complejo y más seguro del segmento de particulares. Si no estuvieran asegurados por el Fondo de Garantía de Depósitos (hasta 100.000 euros), ni siquiera podríamos compararlos por rentabilidad y descartar el factor riesgo. Es lo que pasa con los pagarés, no garantizados más que por la solvencia del banco emisor: no debería ofrecer la misma rentabilidad una entidad fuerte que una intervenida o en una situación financiera delicada. Ya no basta con comparar sus rentabilidades, hay que calibrar el riesgo del emisor y es una tarea verdaderamente compleja para los expertos, inasumible para un cliente particular.

¿El mejor consejo para un ahorrador? Priorizar la seguridad a la rentabilidad. No son momentos de invertir en productos de alta rentabilidad ya que, sin lugar a dudas, implicarán un riesgo alto y de difícil valoración. Mejor un depósito a plazo fijo que un fondo de inversión u otro tipo de activos bancarios con riesgo. Es la hora de los cautos, ya llegará el momento de ganar altas rentabilidades asumiendo riegos.

Y una regla de oro del inversor: si no entiende perfectamente el producto que se le ofrece, no invertir en él. No hay ganancia sin riesgo de perder dinero y esta realidad económica sí se mantiene inmutable en el tiempo.

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