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Manuel Llamas

Rajoy suspende con un tres

El tan cacareado pacto de estabilidad presupuestaria sigue siendo un mero gesto a la galería, ya que, en última instancia, el control del déficit seguirá dependiendo de la voluntad política del gobierno de turno

El tan cacareado pacto de estabilidad presupuestaria sigue siendo un mero gesto a la galería, ya que, en última instancia, el control del déficit seguirá dependiendo de la voluntad política del gobierno de turno

Pese a que Mariano Rajoy aún no ha alcanzado sus cien días de gracia que todo inicio de legislatura concede, en teoría, al Gobierno a fin de evaluar su mejor o peor marcha, lo cierto es que ya existen elementos suficientes para avanzar una primera nota provisional a su labor ejecutiva. Y es que, el PP ya ha presentado los tres proyectos clave con los que pretende combatir la crisis económica y, de paso, convencer a los inversores de la solvencia y solidez de España: la reforma presupuestaria, la financiera y la laboral.

¿Resultado? Rajoy suspende con un tres. Es decir, por ahora, insuficiente.

En lo que respecta a la primera asignatura, el presidente no pudo empezar del peor modo. En lugar de recortar de forma drástica el gasto público, optó por aplicar la mayor subida de impuestos directos de la democracia, situando así a España como uno de los países con mayor fiscalidad de toda la Unión Europea. Esta medida no sólo no logrará paliar el agujero del déficit público sino que, además, restará capacidad de ahorro e inversión a un economía que languidece bajo una montaña de deuda (pública y privada), cuyo peso ya es difícilmente soportable.

Por si fuera poco, el tan cacareado pacto de estabilidad presupuestaria, esculpido a imagen y semejanza del techo de déficit introducido en la Constitución el pasado verano, sigue siendo un mero gesto a la galería, ya que, en última instancia, el control del déficit seguirá dependiendo, pura y simplemente, de la voluntad política del gobierno de turno. Y en este ámbito, ya sabemos cómo se las gastan nuestros políticos. De hecho, al tiempo que el Gobierno se congratulaba por este supuesto -e irreal- ejercicio de austeridad pública, otorgaba luz verde al rescate indiscriminado de comunidades autónomas y ayuntamientos insolventes, y retrasaba a diez años vista la devolución del dinero que esas mismas regiones adeudan al Estado como resultado de los ingresos extra recibidos erróneamente en los últimos ejercicios. En definitiva, un cero -de tres puntos posibles-. La evaluación en materia fiscal no puede ser peor. Rajoy ha abandonado, nada más empezar, la consecución del objetivo de reducción del déficit al 4,4% del PIB en 2012, hasta el punto de exigir a Bruselas una moratoria en su cumplimiento, tal y como proponía Rubalcaba en plena campaña electoral.

En cuanto a la reforma financiera, nada nuevo bajo el sol. El Gobierno popular sigue la misma senda emprendida por Zapatero. Esto es, exigir más provisiones a la banca, pero sólo en función de su capacidad para generar beneficios (provisiones contra resultados) o absorber pérdidas (contra capital); inyectar más dinero vía deuda pública (FROB) para sostener a las entidades inviables; e impulsar más fusiones. La estrategia sigue siendo, pues, la misma: tratar de sanear el sector poco a poco, a la espera de que la ansiada recuperación económica llegue cuanto antes. El problema es que, de este modo, se prolonga la agonía de la sequía crediticia mediante el mantenimiento de entidades e inmobiliarias zombie. A ello cabe sumar, además, los cambios normativos introducidos para dificultar la extinción de las cajas de ahorro. Por el momento, ni opta por liquidar entidades insolventes ni se atreve a destituir a los gestores irresponsables de las intervenidas -tan sólo les recorta el sueldo, eso sí, pero les mantiene en sus puestos-. Como mucho, una nota de un punto -de tres posibles-.

La reforma laboral es la única que se salva de las tres señaladas. En este caso, el Gobierno sí ha aplicado cambios positivos de relieve, permitiendo una mayor flexibilidad del mercado de trabajo. No en vano, la nueva norma facilita el descuelgue de los convenios colectivos a las empresas en dificultades, abarata el despido y avanza recortes en el personal laboral de las administraciones públicas. Aún así, debería haber ido mucho más allá, y al no hacerlo la reforma corre el riesgo de quedarse a medias. Pese a todo, aprueba e, incluso, logra nota -dos puntos de tres posibles-, siempre y cuando su contenido no se suavice lo más mínimo durante la tramitación parlamentaria.

En definitiva, a grosso modo, apenas tres puntos de diez posibles. Suspenso a la espera de recuperación en junio. Preocupante, teniendo en cuenta que de la aprobación o no del examen por parte de Rajoy dependerá, en gran medida, la permanencia o no de España en el euro.
 

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