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¿Y si Grecia sale del euro?

La nueva divisa se desplomaría frente al euro si Atenas dejase la Unión. El Gobierno heleno mantendrá una reunión crucial este martes.

Todo sigue en el aire. En las últimas semanas se vienen sucediendo los anuncios de que Grecia y sus acreedores privados acordarían en breve las condiciones de la quita (descuento) sobre los bonos helenos para que su deuda pública se estabilice en torno al 120% del PIB en 2020. Sin embargo, las conversaciones continúan. De hecho, este mismo lunes se sabía que el Ejecutivo griego ha retrasado la decisión 24 horas. Pese a la presión de la troika, Lucas Papademos ha conseguido que la reunión con los miembros de su coalición de Gobierno se posponga hasta el martes, mientras se busca un acuerdo que cada vez parece más difícil.

Las últimas informaciones al respecto señalan que los bancos estarían dispuestos a aceptar una quita próxima al 70% y no se descarta, incluso, que el propio Banco central Europeo (BCE), que acumula casi 50.000 millones en bonos helenos, participe de la condonación.

Pese a todo, esta negociación ha quedado relegada a un segundo plano durante el fin de semana, ya que ha surgido un nuevo palo en la rueda para culminar el segundo rescate heleno. El pasado octubre, la denominada troika -Comisión Europea (CE), BCE y Fondo Monetario Internacional (FMI)- pactó con Atenas el desembolso de un nuevo crédito de 130.000 millones de euros para evitar la quiebra a cambio de una serie de condiciones.

Pero ahora, tanto la cuantía como las exigencias están nuevamente en tela de juicio. Bruselas calcula que el segundo rescate tendrá que elevarse a cerca de 145.000 millones, pero para ello exige el compromiso por escrito, de todas las fuerzas políticas griegas, de que Atenas pondrá en marcha un nuevo paquete de reformas y ajustes, dado el amplio incumplimiento cosechado hasta ahora.

La troika pide, entre otras medidas, la eliminación de las dos pagas extra en el sector privado, la reducción del salario mínimo (actualmente en 751 euros brutos) y más flexibilidad en el mercado laboral. En concreto, demanda la "abolición" del derecho de los empleados y empresarios a pedir la intervención de la Comisión de Arbitraje de Conflictos Laborales sin el acuerdo previo de la otra parte, así como un recorte de los costes salariales no laborales.

Igualmente, exige la fusión de todas las cajas de pensiones en una sola y nuevas rebajas "inmediatas" de las pensiones, además de reducir el gasto público en Sanidad (en unos 1.100 millones) y Defensa (en 400 millones), que con un 3,2% del PIB es uno de los mayores de Europa. Asimismo, quiere que se acelere la privatización de activos públicos y la reducción del número de funcionarios que se acordó el pasado año.

Los griegos se resisten

Las reuniones mantenidas este fin de semana entre Atenas y  los representantes internacionales resultaron infructuosas. El primer ministro griego, Lucas Papademos, insiste en la necesidad de alcanzar un acuerdo, pero los principales líderes políticos del país no están por la labor. "Nos están pidiendo (algo que provocará) más recesión. Y yo lucho contra ello", criticó el domingo el líder del conservador Nueva Democracia (ND), Antonis Samarás; el presidente de la formación ultraderechista LAOS, Yorgos Karatzaferis, señaló que tales condiciones ahondarán en la "miseria"; mientras que el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), la mayor formación parlamentaria, sigue mostrando reticencias.

La negociación entre los políticos griegos continúa este lunes. Pero el tiempo se agota: Grecia necesita recibir la ayuda internacional antes de que venzan 14.400 millones de euros en bonos helenos el próximo 20 de marzo. Por el momento, Bruselas, Alemania y Francia mantienen una posición firme: o Atenas se pliega a las condiciones o quebrará, lo cual podría suponer su salida del euro.

Y esto es, precisamente, lo que viene descontando el mercado en los últimos meses. Analistas, bancos y firmas de inversión barajan abiertamente la posibilidad de que Grecia salga de la Unión Monetaria. La rentabilidad del bono heleno a un año superó por primera vez el umbral 400% el pasado enero, y desde entonces no ha parado de crecer, lo cual indica que el mercado apuesta por la quiebra, la salida del euro y la consiguiente devaluación.

Según la firma de análisis MSCI, teniendo en cuenta que un euro valía 340,75 dracmas cuando Grecia entró en la Unión, el mercado le otorga ahora una cotización de 1.530 dracmas (casi cinco veces más). Es decir, en caso de abandonar el euro, Grecia sufriría una brutal devaluación monetaria, próxima al 80% (paridad de 1 a 5, ver gráfico), aunque otros analistas la sitúan entre el 30% y 50%. De todos modos, según el banco suizo UBS, lo trágico estriba en los efectos políticos y sociales de abandonar el euro, más allá de los devastadores efectos económicos.

Los propios griegos temen desde hace tiempo este dramático final, tal y como muestra la fuga de capitales y depósitos que vienen registrando los bancos del país. El volumen de depósitos se ha desplomado en casi 65.000 millones de euros desde 2009.

Según el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, la mayor parte de este dinero se encuentra guardado en efectivo en los hogares helenos o bien en cajas de seguridad, mientras que sólo 16.000 millones han sido depositados en el extranjero. Esta fuga de depósitos ha agravado los ya de por sí importantes problemas de solvencia y liquidez de la banca griega que, desde hace meses, sigue en pie gracias, exclusivamente, a la financiación del BCE (116.000 millones de euros sólo en diciembre).

Por su parte, Barclays tampoco descarta esta opción: si Atenas no alcanza un acuerdo con la troika (último recuadro a la derecha), "probablemente, regresará al dracma", su antigua moneda nacional; ello provocará una fuerte tensión financiera a nivel europeo, provocando un "contagio severo" al resto de países periféricos; la UE, el FMI y el BCE se verían obligados a poner en marcha nuevos mecanismos de rescate para contener la sangría.

Mientras, casi el 50% de los gestores de fondos encuestados por Bank of America en enero cree que al menos un país saldrá de la zona euro en los próximos meses. La empresa de servicios tecnológicos SunGard Higher Education ha elaborado un particular escenario de previsiones sobre la posible ruptura de la moneda única:

  • Salida de Grecia: el euro subiría un 10% respecto al dólar; las bolsas europeas caerían de media un 10%; y el coste de los seguros de impago sobre el sector financiero aumentaría un 30% (iTraxx Europe Senior Financials).
  • Salida de Grecia y Portugal: el euro subiría un 15%; la bolsa europea caería un 15%; y los seguros financieros aumentarían un 45%.
  • Salida de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España): el euro subiría un 25%; la bolsa europea caería un 20%; y los seguros bancarios subirían un 100%.

Pese a todo, tales cálculos no dejan de ser meras estimaciones, al igual que el grado de devaluación monetaria del nuevo dracma. Lo único cierto, en donde coinciden tanto analistas como el propio mercado, es que el riesgo de que Grecia salga del euro es alto y, de llegar a producirse, más allá del empobrecimiento generalizado que ello causaría a los griegos, la zona euro, y sobre todo los países periféricos, se verían sometidos a una alta tensión financiera de consecuencias impredecibles.

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