De puertas para adentro, el presidente del Gobierno admite que el dato final del déficit público en España será superior al ocho por ciento. Así se lo transmitió, en una conversación informal, a su homólogo holandés, Mark Rutte. "Esto es duro, pero ahora viene lo más duro", arrancó el gobernante español, pocos minutos antes de dar inicio al Consejo Europeo.
Sin ser consciente de que le grababan, Mariano Rajoy habló de "la herencia que nos dejan" para tacharla de "muy complicada", y resumir con que España cierra el año 2011 con "más del 8% del déficit público".
Además, y una vez puestas encima de la mesa las previsiones del FMI y el Banco de España, admitió que "las previsiones de crecimiento son muy malas".
Posteriormente, en otro comentario, en esta ocasión ante el primer ministro de Finlandia, Jyrki Katainen, Rajoy sacó a colación la reforma laboral, para afirmar a bocajarro: “Me va a costar una huelga general”. Antes defendió otras de sus dos principales medidas: la Ley de Estabilidad Presupuestaria y la adecuación del sistema financiero.