"Sería factible y deseable". Con estas palabras han respondido Isidro Fainé, presidente de Caixbank y Juan María Nin, director general, a la pregunta de si está en los planes de Caixabank una posible fusión con Bankia. La presentación de resultados de la entidad catalana dejaba esta sorpresa para el final. Según sus propias palabras, el principal objetivo de su grupo es mantener la Obra Social (para lo que no puede cambiar el estatus jurídico de la caja). Con la unión con la entidad de Rodrigo Rato esta cuestión se vería reforzada, según sus propias palabras.
Ha sido una forma curiosa de insinuar por primera vez de forma pública lo que era un secreto a voces en el sector financiero español. Bankia y Caixabank podrían estar muy cerca de unirse para formar un nuevo gigante bancario. El revuelo que han formado estas palabras ha provocado que los propios dirigentes de la entidad catalana tuvieran que matizar luego sus declaraciones. De hecho, Nin ha asegurado minutos después que "no hay ningún tipo de negociación con Bankia ni con ninguna entidad para abordar una operación corporativa". Pero lo cierto es que la interpretación general ha sido que entre madrileños y catalanes hay, como mínimo, intereses comunes y conversaciones avanzadas.
Para La Caixa, la operación tiene innumerables ventajas. Por un lado, podría mantener su actual estatus como caja (algo que Fainé y Nin han dejado claro que es innegociable), pero controlando una entidad del doble de tamaño que el de la actual Caixabank. Por otro lado, se uniría con su principal competidor, lo que le convertiría en el tercer gran actor del sector financiero hispano. Y por último, la entidad resultante podría aligerar costes rápidamente, puesto que gran parte de su estructura y su red comercial estaría duplicada, lo que le beneficiaría en un momento de complicaciones y de estrechamiento de los márgenes.
Las declaraciones
Toda la rueda de prensa del presidente y el consejero delegado de Caixabank ha girado en torno a dos temas: la reorganización del sector financiero y las nuevas exigencias de capital de las autoridades (una cuestión para la que es fundamental aclarar los activos inmobiliarios en poder de cada entidad).
Respecto a lo primero, los planes de fusión o compra de Caixabank, tanto en España como en el extranjero, Fainé ha sido claro: "A mí me interesa todo, dentro y fuera. Vamos fuera porque vamos siguiendo a los clientes. Esta es nuestra estrategia. Pero cuando vas a un país tienes que conocerlo bien, tener buenos socios, etc..."
"Tenemos delante una ola de fusiones en Europa y EEUU", ha declarado Nin. Eso sí, en lo que a ellos les concierne, ha dejado claro que cualquier operación "dependerá de que podamos mantener la obra social. Ahora tenemos un 75% del capital y la reducción a través de una fusión nos condicionaría esto. Necesitamos una asamblea general para bajar del 70%, pero lo que queremos es que la caja sea la que controle el banco".
En su opinión, la entidad "ya" se está mojando en todo este movimiento desatado en el sector: "Invertimos cuando todo el mundo estaba en contra. Nos hemos atrevido a buscar una nueva fórmula como Caixabank. De momento no estamos negociando con nadie, pero todo el mundo habla con todo el mundo. Estamos abiertos a todo, fuera y dentro".
Eso sí, Fainé asegura que no se siente presionado por el Gobierno para esa unión con Bankia de la que todo el mundo habla: "No hay ninguna presión de ningún tipo. El Gobierno ha manifestado, con lógica, que quiere ayudar a las fusiones. En un momento en el que el negocio no va a crecer, a menos que tengas muchos servicios, es lógico buscar masa crítica, que te permita tomar todas las ventajas. Con un panorama a tres o cuatro años, es lógico que se piense en fomentar la fusión. Y a eso nos estamos moviendo. Se han cerrado unas 4.000 oficinas y han perdido su empleo 18.000-19.000 personas. Han cambiado 31 presidentes de cajas y 27 directores generales: la movida es tremenda".
Por otra parte, en la cuestión de las necesidades de capital y las provisiones en el sector inmobiliario, sus palabras han sido: "En los últimos años llevamos 13 o 14.000 millones de provisiones. No sabemos en lo que va a quedar [lo que exija el Gobierno]. Entre el 50 y el 60% de provisión del valor original de los inmuebles creo que ya está bien. A este precio, las casas se venden. De hecho, no es imposible pensar que en dos años o dos años y medio vamos a vender nuestras viviendas. El suelo sí que a veces hay que guardarlo hasta que llegue el momento. Ya hemos pasado estos momentos otras veces y pensamos que podemos seguir haciéndolo. Me daría pena deshacerme de un suelo que yo sepa que tiene potencial a diez años. En EEUU se hicieron las provisiones valorando inmueble por inmueble".