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Juan Velarde

La encrucijada iraní de España

Las políticas populistas castigan siempre, y ¡de qué modo!, haciendo chocar, como ahora, las necesidades de la economía y las de la política.

Las políticas populistas castigan siempre, y ¡de qué modo!, haciendo chocar, como ahora, las necesidades de la economía y las de la política.

A partir del 28 de diciembre de 2011, cuando el almirante iraní Habibollah Sayyari, señaló –según aparecía en The Economist de 7 de enero– que el cierre del Estrecho de Ormuz era algo "tan sencillo como beberse un vaso de agua", todo se complicó. A partir de ahí una mezcla de planteamientos económicos y políticos se desarrollan en el mundo. La caricatura de Financial Times del 14/15 de enero de 2012 liga esto con el cierre del suministro de petróleo, con el reloj de la puesta en acción de armamento nuclear iraní, con misiles amenazantes. Y ello en un país que, simultáneamente, tiene una inflación de nada menos que el 20%, una tasa de paro alta –por encima del 10%–, un crecimiento del PIB en torno al 2%, y el rial, la moneda iraní, ha perdido las últimas tres semanas, y a pesar de una fuerte intervención que ha supuesto introducir en el mercado 200 millones de dólares, un 30%. Aparece un fenómeno que los españoles recordamos de los años cuarenta y cincuenta. El tipo oficial del dólar es de 14.000 riales, pero en el mercado negro se paga a 17.000. Quienes son agraciados con la cotización oficial se apresuran a venderlo, en porcentaje muy alto a este ultimo precio. El beneficio es de un 20% y esto en un país muy pobre.

Estados Unidos presiona a la Unión Europea para que el próximo 23 de enero decida un embargo del petróleo iraní. Pero he aquí que el trío mediterráneo de Italia, España y Grecia recibe el 15% de sus necesidades petrolíferas precisamente de Irán. La actitud frente a este belicoso país es lógica, porque el 80% de sus ingresos proceden del petróleo. Pero nuestra política energética nos sitúa en una posición muy incómoda. No podemos chocar con la mayoría de la UE, ni con Norteamérica, pero ese porcentaje del 15% puede provocar otro choque, esta vez inflacionista, muy importante para España. Francia, gracias a su apuesta nuclear, según Le Monde de 14 de enero de 2012, sólo depende en un 5% del petróleo iraní.

He ahí cómo, en estos momentos, la política antinuclear, iniciada por el Gobierno González, y acentuada en los últimos años, nos sitúa en una muy difícil situación diplomática. ¿Vamos a acercarnos a la posición de China y apartarnos de la occidental? Pero, ¿vamos a experimentar choques alcistas energéticos ante la falta del petróleo iraní? Las políticas populistas castigan siempre, y ¡de qué modo!, haciendo chocar, como ahora, las necesidades de la economía y las de la política.

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