Mariano Rajoy defiende tener voz propia ante la Unión Europea, pero también mueve sus hilos para que todos tengan claro quienes son sus aliados naturales. Y, en este sentido, su agenda internacional le delata: este lunes se reunió con Nicolas Sarkozy y tres días antes del decisivo Consejo Europeo lo hará con Angela Merkel.
Una unión franco-alemana-española que su gabinete considera decisiva para que España vuelva a la primera división, y en la que trabajaron a puerta cerrada Rajoy y Sarkozy. Poco más de tres cuartos de hora de reunión en la que ambos mandatarios acercaron posturas, pusieron encima de la mesa sus recetas y, en un plano mucho menor, reiteraron una política antiterrorista que hace desaparecer los Pirineos.
Sobre las políticas nacionales se tuvieron que retratar en la brevísima comparecencia de prensa, la primera en el caso del jefe del Ejecutivo español, que tuvo que dar la cara por la subida de impuestos o las reformas laboral y financiera, aún muy verdes pese a que deberán estar listas en el presente trimestre.
Pero, volviendo a lo que no se vio ni escuchó, Rajoy defendió ante su homólogo francés que España debe volver a estar en las instituciones europeas, tras una época socialista que Moncloa tacha de “desastrosa”. “Opinando, ayudando a construir este gigantesco proyecto común llamado Europa”, destacó el presidente.
Sarkozy cogió el guante, y le dijo que en Francia tendrá un aliado leal. De hecho, para empezar, consiguió un apoyo explícito del Elíseo para que el país mantenga su puesto en el Banco Central Europeo. Aún más, constatadas que las políticas económicas de ambos países convergen, le ofreció una voz común -a la que añadir Alemania- para marcar el paso y responder a las circunstancias económicas, como los torpedos de las agencias de calificación.
La primera prueba de fuego de este eje virtual llegará el día 30 en Bruselas, donde habrá que corroborar que Rajoy se ha hecho ese ansiado hueco en la UE. Pero, antes, se verá con Merkel en Berlín a petición de la canciller, según destaca la administración española. Medidas de ajuste, una política fiscal comunitaria y reformas serán las bases de estos tres Ejecutivos, en voz de un asesor del presidente. “Nuestras economías están interrelacionadas”, sentenció el propio Sarkozy.
La subida de impuestos
Ya en una repleta rueda de prensa, dos preguntas para cada uno de los protagonistas. Rajoy sabía lo que le iban a preguntar, y se lo había preparado. Iba tranquilo, una vez el empeoramiento de la calificación de S&P no había afectado a los mercados. Tenía claro que todo iba a ir por las reformas y la subida impositiva. Y así fue.
Lo primero que hizo el presidente fue defender su plan de acción. Actuar “con rapidez” para que los mercados se relajen y la prima de riesgo no se dispare. “He demostrado que hay otra manera de ganar las elecciones. Diciendo lo que uno piensa y lo que se va a hacer se ganan elecciones”, aseguró, citando su compromiso de moderar el gasto público. Obvió, claro, su decisión más dura, y no incluida en su programa: la subida de impuestos. Sólo así se entiende que destacara que “no creo que nadie se haya sorprendido de los que son los objetivos generales del este Gobierno”.
“¿Cómo cree se lo habrá tomado su base electoral?”, le inquirieron. Rajoy respondió: “Iba a decir que supongo, pero estoy absolutamente convencido de que no les ha gustado, y tienen razón”, pero a renglón seguido defendió sus motivos. “Estamos en una situación muy complicada y la alternativa hubiera sido no hacer absolutamente nada”.
Una decisión que “a mí personalmente me ha costado tomar, porque no creo en los impuestos elevados. Creo en el dinero en las manos de los contribuyentes”. “No quedaba otra alternativa”, insistió, como así lo han hecho a lo largo de los últimos días miembros de su gabinete y del PP. Dos años como máximo, recalcó. Recuerdan una y otra vez en Moncloa la desviación el déficit en dos puntos (del seis, al ocho) como principal motivo, a pesar de que no pocas voces lo advirtieron. Encima de la mesa, informes provenientes de Génova que corroborarían el enfado de sus votantes de toda la vida.
La segunda parte de la pregunta fue: “¿Garantiza usted que no subirán más?”. Y salió, aún más si cabe, su estilo mariano: "Creo que hemos subido suficientemente los impuestos. Es reconciliable reducir el déficit con no hacer una subida de impuestos en los próximos meses”, pero -y éste es importante- “en la vida nada es para siempre”. “Bajarlos no lo veo probable en los próximos meses, pero sí en el futuro”, remató.
Defensor de la denominada Tasa Tobin, también se refirió a las reformas laboral y financiera para defender, nuevamente a su estilo, que el Gobierno tiene la obligación de legislar. Las mayores dudas vinieron por su respuesta en relación al mercado de trabajo: "He pedido a los agentes sociales en público y en privado que hagan un esfuerzo, porque no es un problema del PP, sino de toda la nación. En los momentos difíciles todos tienen que remar en la misma dirección de la creación de empleo".
Esto no significa, según la Secretaría de Estado de Comunicación, un nuevo margen negociador a los agentes sociales, que tuvieron hasta el domingo para ponerse de acuerdo. Lo que significa es que el Gobierno “ya está trabajando” aunque “en asuntos concretos, si sindicatos y patronal aportan ideas, se les tendrá en cuenta”. “Si se quieren sumar, bien, y si no el Gobierno legislará”, recalcó un portavoz autorizado.
"Buena parte" de los cambios que el Gobierno introducirá "pronto" en el mercado laboral se encuentran recogidos en las 71 enmiendas que el PP presentó al proyecto de Ley de reforma laboral que el anterior Ejecutivo llevó al Parlamento a mediados de 2010, y que no fueron introducidas.
Con la exposición acerca de la reforma del sistema financiero llegó la única crítica, velada, al anterior Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Sus medidas fueron “tímidas”, en voz de Rajoy, que se reafirmó en “hacer más cosas” para lanzar un mensaje contundente al exterior. En ello lleva semanas trabajando el titular de Economía, Luis de Guindos, no se cansan de repetir desde su Ministerio.
Tras la rueda de prensa, vuelta al trabajo, aseguran en Moncloa. La semana no se plantea fácil. Este martes, visita del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera. El miércoles, traslado a Rabat para su primer viaje internacional. Y, siempre, atento los movimientos de los mercados y a su gran obsesión: el diferencial con el bono alemán.