Los cambios de año son excelentes para hacer propósitos de enmienda, dar consejos o hacer proyecciones sobre el futuro. En este artículo, vamos a aventurarnos en el último de los objetivos, que cobra, si cabe, más relevancia por ser la incertidumbre sobre el entorno económico en estos momentos es máxima.
Resulta muy arriesgado introducirse en estos berenjenales de prever lo que de aquí a un año acabará por suceder. Que se cumplan o no las previsiones acabará dependiendo de tal cúmulo de factores, desconocidos en este momento, que dar en el clavo se antoja más que difícil, máxime, como repetimos, en un momento de tanta incertidumbre política y económica. Pero vamos a intentarlo. Al menos, con el propósito de ser lo más rigurosos posibles, vamos a exponer aquellas premisas que creemos pueden sucederse para las predicciones que vamos a ofrecer. Nos movemos sobre el alambre, pero allá vamos.
Antes de lanzar ningún pronóstico, repasemos qué ha sucedido en el último año o últimos dos años con las bolsas española, europea y americana y, de paso, cuál es la valoración relativa de las mismas.
Empezando por el IBEX, éste ha registrado dos caídas consecutivas del 15% en 2010 y 2011. Es decir, en dos años, se ha desmoronado en torno a un 29%. La corrección está siendo bastante severa. Por su parte, las bolsas europeas, mientras que en 2010 se comportaron mucho mejor, en este año 2011 tampoco se han salvado de la quema. La alemana DAX cayó en 2011 más del 16%. En cuanto al mercado estadounidense, el Standard & Poors (S&P) se ha mantenido plano, con una subida que apenas llegó al 0,26%.
Si históricamente los PER de las bolsas se mueven en promedio en el entorno de 15, las caídas que han experimentado, sobre todo las bolsas europeas, han llevado este parámetro a niveles comparativamente muy bajos. En especial, en el caso español. Es cierto que hablamos de una media. En los momentos bursátiles más pesimistas, sus PER pueden desplomarse hasta la franja de 9 o 10, mientras que en los más optimistas, puede irse hacia los 20 o más.
Así, para ilustrarlo con ejemplos extremos, en la crisis de las punto com, el PER medio de las bolsas llegó hasta 24, mientras que en el colapso inflacionista de los años 70 (crisis del petróleo) se desplomó, llegando a niveles de alrededor de 7 y en lo más profundo de la Gran Depresión hasta un increíble 5. De esta manera, el inicio de 2012 nos presenta un PER de 9,84 para el IBEX y del 11,81 para el DAX. Como decimos, niveles históricamente bajos si los comparamos con la media.
Pero, además, que haya PER deprimidos es especialmente significativo en este contexto económico en tanto que el numerador de este indicador recoge el beneficio por acción, y los beneficios en estos momentos se hallan muy renqueantes. En ese sentido, rápidamente observamos que la bolsa española ha estado especialmente azotada. Puede afirmarse que en términos históricos la bolsa española está barata, y la alemana también.
La doble incógnita de España
Recordemos que los desplomes bursátiles se explican porque se están descontando escenarios muy negativos, por un lado, con relación a los beneficios empresariales y, por otro, respecto de la tasa de crecimiento esperada de la economía. Las fuertes caídas bursátiles y lo barato de la bolsa española se explica porque España es, en el concierto internacional, una isla que genera una doble incógnita a la que no se enfrentan muchas otras naciones occidentales (por tocadas que estén): en primer lugar, debe clarificarse cómo se van a liquidar las deudas vinculadas al suelo y a las hipotecas y, en segundo, si España será capaz de desarrollar sectores e introducir mejoras de productividad que impulsen la creación de riqueza y la reducción del desempleo.
Más incierto aún es nuestro panorama después de las disparatadas medidas fiscales aprobadas por el Gobierno de Rajoy, las cuales, a escasos días del inicio de año, quizás sí nos puedan estar ya arrojando luz sobre el segundo interrogante, pero para darnos cuenta de que la sombra de la crisis en España se alargará si cabe por más tiempo. La bolsa norteamericana (S&P), como reflejo de que no se descuentan escenarios tan negativos, cerró con un PER de 14,86 y no sufrió pérdidas el año pasado.
Expectativas para 2012
Sentadas estas bases, podemos pasar a evaluar las expectativas para 2012. Entendemos, y aquí va el pronóstico, que si se clarifica un poco la situación en Europa, hay margen para la recuperación de dos dígitos.
Los motivos son los que siguen. El BCE, en especial si Alemania y Francia ven con buenos ojos las reformas que pongan en marcha los países periféricos, realizará muy probablemente políticas reflacionistas. Por su parte, 2012 es año electoral para EEUU, por lo que no parece que en el horizonte haya visos de políticas presupuestarias o monetarias más ortodoxas.
Así pues, creemos que el panorama de salida de 2012, con bolsas baratas, sobre todo en Europa, y las previsibles políticas de falta de rigor monetario impulsarán la revalorización de las bolsas en el año que acabamos de inaugurar.
Por si alguien se ha quedado con mirada un tanto atónita, hacemos constar que nos limitamos a anticipar lo que creemos que gobiernos y bancos centrales harán a lo largo de este año. Ni decimos que sea lo correcto ni mucho menos que sea una solución que nos saque de esta crisis. Pero por un tiempo puede mantener a los mercados en un ten con ten.
Seguramente, ni la crisis ni el mercado secular bajista en bolsa, que empezó en 2001, han concluido. El de 2011 ha sido el tercer gran mercado bajista desde 2000. Tuvimos el primero entre 2001 y 2003 con la crisis de las punto com y el desapalancamiento empresarial. El segundo se desencadenó en 2008, con el estadillo de las burbujas inmobiliarias y el colapso de la deuda privada. Y 2010, para España, y 2011, para Europa, han supuesto el tercer mercado bajista de resultas de la crisis de deuda pública en Europa.
Pero aún es posible esperar un cuarto gran mercado bajista, tal y como históricamente ha ocurrido de media en recesiones de esta índole. Se trataría, más que probablemente, de una posible tormenta cambiaria y que esperemos que no se extienda a un rebrote proteccionista. Por ello, aún deberemos esperar un tiempo para salir completamente de la crisis. Teniendo en cuenta la duración media de otros periodos deflacionarios, en Estados Unidos, el índice S&P 500 ajustado a la inflación seguramente no volverá a los niveles bursátiles del 2000 hasta dentro de tres o cuatro años. Para el Ibex-35, los máximos de 2007, probablemente, no vuelvan a tocarse en esta década.
Ahora bien, la bolsa no sigue tendencias lineales, sin aristas. En el camino, aunque la tendencia a largo plazo en las décadas de estancamiento económico sea más bien plana, nos topamos con distintas fases. Y el hecho de que acabemos de dejar atrás un mercado bajista nos asegura poder comprar valores bursátiles a precios muy atractivos, sobre todo en Europa, con la salvedad de que en España nos ceñiríamos a las empresas con fuerte vocación exportadora o presencia internacional.
Dicho de otro modo, incluso en épocas de recesión, ni las caídas en la bolsa ni tampoco las fases de contracción del crecimiento económico son continuas. Más bien ocurre que hay más años malos que buenos debido a que el proceso de desapalancamiento se hace también con el intermedio de políticas fiscales y monetarias de stop and go. Esto viene a significar que se introducen estímulos temporales con el fin de evitar el círculo vicioso deflacionista que pudiera llevar al colapso del sistema bancario o a una tasa de desempleo intolerable. Que a la larga hagan más mal que bien no es óbice para que en un menor plazo den un respiro a los mercados. De ciclos va la vida.