El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) podría convertirse en el primer campo de batalla entre el Gobierno de Mariano Rajoy y los sindicatos. UGT y CCOO han confirmado a esRadio que desde el Ejecutivo del PP se les ha comunicado que el SMI se congelará en 2012, quedándose en los 641,40 euros al mes de la actualidad. Tras subir un 1,3% en 2011, el SMI quedó fijado en 21,38 euros al día o 641,40 euros al mes y en cómputo anual en ningún caso por debajo de los 8.979,60 euros.
A mediados de este mes, CCOO y UGT enviaron una carta al entonces ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, para que el salario mínimo recuperara el poder adquisitivo perdido en 2010 y 2012 y lo mantuviera en 2012, aunque no precisaban ninguna cifra, según informa Europa Press. Los sindicatos denunciaban en dicha misiva que el SMI ha perdido poder real de compra por el "fuerte aumento" del IPC y el "moderado incremento nominal" de este suelo salarial.
En su carta, los sindicatos apuntaban que la crisis económica "no puede servir como excusa para desistir en el objetivo de alcanzar un salario mínimo del 60% del salario medio", informa Europa Press.
El SMI en España y la UE
Los sindicatos han denunciado que el SMI español es uno de los más bajos de los países de la UE-15 que lo tienen establecido en su ordenamiento jurídico con cobertura general, tanto en términos absolutos como en paridad de poder de compra, sólo por encima de Portugal. Sin embargo, lo que no dicen UGT y CCOO es que España tiene uno de los mercados laborales menos flexibles.
En otros países, aunque el salario mínimo es oficialmente más alto, existen opciones para aquellas personas con menos capacidad de entrada al mercado laboral. Por ejemplo, en Alemania existen los minijobs de los que tanto se ha hablado en los últimos días. De esta manera, aquellos que aspiran a empleos menos cualificados, pueden acceder a los mismos a través de esta vía. Podría decirse que en la práctica el SMI no tiene mucha incidencia, aunque sea alto (en realidad, en muchas ocasiones sólo sirve para cálculo de becas, salarios del sector público, etc.; es simplemente una referencia).
Mientras, en España, no hay ni minijobs, ni facilidad para contratar a tiempo parcial, ni los interesantes contratos de formación que sí hay en otros sitios (hay algunas modalidades, pero no están extendidas porque no se amoldan a las necesidades de empresarios y trabajadores).
De esta manera, los jóvenes tienen ante sí tres opciones teóricas: becario, paro o empleado. Con la actual normativa, los menores de 30 años copan las dos primeras categorías, lo que hace mucho más difícil que luego se incorporen con normalidad al mercado laboral. Y el salario mínimo tiene que ver con todo esto.
Los efectos de salario mínimo
Lo cierto es que numerosos estudios destacan que el salario mínimo tiene una gran influencia en la tasa de paro de los trabajadores menos formados, especialmente los jóvenes. Como explicábamos hace unos días a propósito de la propuesta de Juan Rosell sobre los minijobs, cuando un empresario se plantea una contratación, lo más importante es el coste laboral de ese nuevo empleado. Sólo lo fichará si cree que va a producir más de lo que cuesta: esta regla se aplica a todos los trabajadores de España, desde Cristiano Ronaldo al último becario de una gran empresa.
De esta manera, si se le obliga a pagar un salario mínimo, no contratará a los trabajadores que piense que producen menos. Supongamos que una empresa pone una oferta de trabajo para un puesto que valora en 1.000 euros. Si el salario mínimo es de 640 euros, no pasa nada; contrata al candidato que más le gusta y le paga esos 1.000 euros. Pero si quiere cubrir un puesto cuya valoración es de 500 euros y el salario mínimo es de 640, lo que hará es no cubrir esa vacante, porque no va a perder 140 euros al mes.
Evidentemente, un joven estaría mejor cobrando 500 euros y adquiriendo experiencia que si sigue en paro y sin cobrar nada (eso sí, ahora existe una ley que le garantiza un salario de 640 euros en un trabajo que no tiene).
La posición del empresario
La intuición hace que mucha gente piense que -como los empresarios quieren pagar lo menos posible- un salario mínimo es una defensa para los trabajadores. Siguiendo este razonamiento, si el salario mínimo es de 640 euros, eso es lo que cobrarán muchos empleados; si se sube a 1.000 euros, miles de trabajadores deberían salir ganando.
Esto choca con lo que puede verse en el mercado laboral cada día. Muy pocos trabajadores en España cobran 640 euros (apenas un 1%, según cifras oficiales). La lógica dice que las empresas siempre intentan pagar lo menos posible. Entonces, ¿por qué el 99% de los españoles tiene un sueldo superior al SMI? Muy sencillo, porque, pese a lo que insinúan los sindicatos, los empresarios no pueden imponer las condiciones que quieran. Si una compañía intenta ofrecer puestos de trabajo a 640 euros, los trabajadores no acudirán, su competencia se hará con los mejor formados y le expulsará del mercado.