A quienes me señalan las tonterías económicas que repiten los políticos, los intelectuales, los empresarios o los periodistas, les suelo responder que sí, que en efecto, las bobadas económicas proliferan en esos ámbitos y en muchos otros, pero donde reinan, campan a sus anchas, se solazan y se reproducen como conejos es en el ámbito… de los economistas.
Esto es así indudablemente, y además lógicamente. Es razonable esperar que quienes se dedican a una cosa digan las mayores tonterías sobre esa cosa. Consuela también pensar que probablemente también protagonicen los mayores aciertos.
Joseph Stiglitz, destacado economista y Premio Nobel, sin ir más lejos, acuñó, o desde luego puso en amplia circulación en sus libros sobre la globalización, la expresión “fundamentalismo de mercado”, eficaz retórica que identifica al liberalismo con los asesinos más extremistas y transmite la idea de que la característica que predominó en las políticas económicas del planeta fue algo parecido a la anarquía…
Esta fantasía fue creída por multitud de personas cuando no tiene base empírica: en realidad los Estados no se redujeron, ni tampoco lo hicieron sus regulaciones, controles, multas, prohibiciones e intrusiones variopintas.
Se puede entender la lógica de la perdurabilidad de esta ficción: resulta política e intelectualmente cálida, no fuerza a nadie a cambiar de opinión. Pero es realmente notable que nada menos que un Premio Nobel de Economía como Stiglitz haya llegado a afirmar en serio que lo que ha caracterizado a España es “el reinado del libre mercado ilimitado”.