Acaba de concluir la maratoniana reunión del Consejo Europeo. Todos dicen estar satisfechos, excepción hecha del Premier británico David Cameron. Sin embargo, mi primera lectura de la Declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Zona Euro, me deja algunas insatisfacciones. En mi opinión hay exceso de lo accesorio y se podría haber aspirado a más en lo principal, en aquello que es sustantivo para los fines de la Unión Monetaria Europea: la estabilidad del euro.
Tenemos que ser conscientes de que entre los veintisiete de la Unión Europea y entre los diecisiete de la zona euro, hay grandes diferencias, como no podía ser de otro modo. Diferencias en niveles de renta, en su distribución, diferencias en la productividad de los factores productivos, diferencias en el tamaño relativo del sector público, diferencias en volumen y calidad de los servicios públicos...
Así las cosas, puede resultar pretencioso aplicar medidas uniformes a la diversidad, y esperar resultados positivos de ello. Eso es responsabilidad de los ciudadanos de cada nación y de sus gobernantes, por lo que reforzar la coordinación de las políticas económicas no debería ser hoy materia prioritaria.
Otra cosa es incidir en aquellos aspectos que puedan generar problemas al resto de la Unión. Y aquí, creo que la Declaración hubiera podido ir más lejos, tal es la consideración al déficit presupuestario. No soy partidario de entrar a armonizar el Impuesto de Sociedades, de lo que tanto se ha hablado, precisamente por la diversidad aludida. Lo que sí que es importante para la Unión Monetaria es que no exista déficit, pues su financiación absorberá recursos que son para toda la Unión.
En esta materia, en cambio, hubiera podido avanzar un paso más. Me parece muy bien que se establezca como objetivo que los presupuestos deben liquidarse en superávit o, como máximo en un déficit estructural del 0,5 % del PIB y que tal principio se incorpore a una norma nacional de rango constitucional. Sin embargo seguimos con el concepto de déficit excesivo cuando supere el 3,0 %. ¿Para qué ese colchón de 2,5 puntos, para el déficit coyuntural? Me parece excesivo. También me parece procedente que haya un mecanismo de corrección automático para los casos de déficit excesivo. Me preocupa en cambio, que las sanciones que pueda recomendar la Comisión, para estos casos, se adoptarán, salvo que se oponga una mayoría cualificada de Estados miembros de la zona euro. ¿Se trata de dar una oportunidad de éxito a los lobbies?
¿Es o no es automático el mecanismo de corrección? La ventaja de lo automático es que no hay que esperar beneplácito alguno para su efectividad. Cuando en una misma cesta hay diversidad de objetivos y de instrumentos, puede que todos queden en agua de borrajas.
Por lo que se refiere a los recursos financieros en el sistema, nuestros Jefes de Estado y de Gobierno, al modo americano, optan por desparramar dinero, es decir, despejar la pelota hacia delante.