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Rajoy reclama que España tenga derecho de bloqueo en el Fondo de Rescate

Aprovechó la cumbre del PP europeo para alinearse con Merkel y Sarkozy, prometer "disciplina" y poner a Zapatero sus últimos deberes.

Aprovechó la cumbre del PP europeo para alinearse con Merkel y Sarkozy, prometer "disciplina" y poner a Zapatero sus últimos deberes.

Mariano Rajoy hizo gala de su previsibilidad hasta el punto de que su mensaje a puerta cerrada fue casi un calco de lo expuesto en público ante los líderes europeos bajo las siglas del PP, diecisiete de los veintisiete países que conforman la Unión. El presidente en ciernes buscaba un contacto personal con el mayor número de mandatarios para darse a conocer, y este primer objetivo lo consiguió con creces, entre otras cosas porque muchos fueron a buscarle.

Nada más llegar al palacio de Congresos de Congresos Parc Chanot de Marsella, recibió una calurosa bienvenida y felicitaciones de sus colegas. Y, sintiéndose como en casa, Rajoy se encerró en una sala por la que fueron desfilando los grandes de Europa. Una ronda de contactos al más alto nivel, si bien las dos citas decisivas se celebraron pasadas las dos de la tarde; con Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, por este orden.

El líder español puso desde el principio las cartas encima de la mesa, entre otras cosas por el escaso tiempo que tuvo para los despachos, no más de media hora. Lo primero: España apoya "el grueso" del directorio franco-alemán, en general, y la reforma de los tratados europeos, en particular. No entraron en aspectos técnicos, pero Rajoy tiene claro que "hay que hacer algo ya, sin demora", y por eso se moja alineándose con Berlín y París a pesar de que esto pudiera suponer una Europa a dos velocidades.

Tanto en privado como en público, Rajoy también expuso la que es su gran preocupación: la deuda soberana, y los vaivenes a los que se ha visto sometida con injusticia, según su opinión. De hecho, en los despachos llegó a reclamar "un instrumento o decisión" a fin de protegerla. A micrófono abierto, sentenció: "Necesitamos reducir el riesgo de nuestra deuda soberana, acometer las reformas estructurales que fomenten tanto el crecimiento como la competitividad, estimular el ahorro y hacer nuestras exportaciones. Esas serán nuestras tareas inmediatas", expuso.

Rajoy es consciente de los sacrificios, y entiende que también sus conciudadanos: "Los españoles, voluntaria y mayoritariamente, han ligado su futuro y la solución de esta crisis, al fortalecimiento de Europa". Y llevando a colación esta idea, hizo toda una declaración de intenciones: las reformas "requieren de un entorno de seguridad y de una mayor disciplina que eviten la irresponsabilidad presupuestaria. Pues adelante, hagámoslo. España lo apoyará. Necesitamos un mayor rigor presupuestario y establecer controles adicionales para evitar que una crisis como esta se vuelva a repetir. Hagámoslo. Hagamos todo lo que esté en nuestras manos para fortalecer la Unión Europea. Puedo asegurarles que España apoyará decididamente ese proceso".

Pero, apartando las grandes palabras, en las mesas de trabajo, Rajoy también entró en una letra pequeña decisiva para los intereses del país. Vaya por delante que, en esta nueva etapa, España "tendrá voluntad de opinar y trabajar", pero también "de existir, de dar su criterio". "Cuando algo le parezca mal, lo dirá", le trasladó a los responsables franco-alemán, según las fuentes consultadas. Y lo hará porque, arguyó, España tiene el quinto PIB del conjunto de la Unión.

Pidió tiempo, una vez transmitió confianza. Argumentó en este sentido que, aunque sí o sí cumplirá con el techo del déficit, no podrá hacer un estudio real hasta que no elabore los Presupuestos Generales del Estado así como un cuadro macro-económico fiable. "Y no es fácil aprobarlos en media hora", expuso a puerta cerrada.

De Merkel y Sarkozy sacó la conclusión de que "no hay preocupación" por los bancos patrios, que la bajada de tipos de interés es "buena porque es "tirar hacia adelante" y que, por encima de todo, es importante "perseverar" la independencia del Banco Central Europeo. En cuanto a los eurobonos, su equipo destacó que será una reclamación a medio plazo, pero no inmediata. La meta, concretaron, es que una vez España haya arrancado se podrán "coordinar" políticas económicas comunes. "Cuanto más rápidas se hagan las cosas mejor" ya que "el periodo de interioridad" nunca es positivo, traducen fuentes conocedoras de los encuentros.

Siempre esquivo a mojarse, más aún sin conocer las cuentas reales, Rajoy dijo de un banco malo que es "una posibilidad" pero "no una posición", aunque sí que apostó claramente por conocer el valor real de los inmuebles de las entidades. Y transmitió un anuncio clave para el panorama de este sector, y que acometerá a lo largo de la próxima legislatura: "Más fusiones, menos entidades financieras".

En este marco, Rajoy ha exigido a José Luis Rodríguez Zapatero que, en el Consejo Europeo, haga una petición muy concreta sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad (EMS), el anterior Fondo Europeo. Francia y Alemania planean que las decisiones no se tomen por unanimidad, sino por mayoría cualificada, que han marcado en un 85%, pudiendo sólo estos dos países más Italia forzar el bloqueo, al tener una cuota de poder superior al 15%.

Este organismo es decisivo, ya que será el encargado de rescatar países como Grecia o bancos, y por eso Rajoy quiere decidir. El encargo al presidente en funciones es claro: defender la mayoría cualificada, pero elevarla al 90 por ciento porque sólo así España tendría también capacidad de veto.

Fuentes de la delegación española explicaron que al Gobierno "le colaron" esta cláusula; extremo que coincide con la noticia de que Elena Salgado está, sin agenda oficial, en México en la víspera de la reunión comunitaria. Fue el PP el que informó a Zapatero de que éste asunto es capital para los intereses patrios, como también que se concrete que también tiene que quedar concretado el Fondo de Estabilidad Financiera.

A la Unión Europea, y al mundo, el próximo presidente se comprometió a tres grandes medidas, como contrapeso a volver a contar en el contexto internacional: "Avanzar en la consolidación fiscal y cumplir impecablemente con nuestros objetivos del déficit, reformar y flexibilizar nuestro mercado laboral y reestructurar, de manera definitiva, nuestro sistema financiero para restablecer el crédito cuanto antes".

Ante el plenario, Rajoy se envolvió en la bandera comunitaria para ensalzar "una Europa que todos queremos más fuerte y más sólida", en la que "España es un país clave en el proyecto". "Durante el anterior gobierno del PP, entre 1996 y 2004, demostramos nuestro compromiso. Afrontamos y resolvimos retos muy difíciles", y se conjuró en repetir la gesta. Cree que, con un país gobernado "por mayoría absoluta" y conocedor de "los sacrificios", podrá hacerlo.

Tras cuarenta y ocho horas de gran estrés, y con la vista puesta en un viernes decisivo, Rajoy se mostró "satisfecho", pero su rostro delataba gran cansancio y no poca preocupación, con los mercados financieros alocados y una prima de riesgo que volvía a subir. Eso sí, de Francia y Alemania obtuvo, tal vez, el más importante de los compromisos: "Tenemos la voluntad de apoyar a España". Y eso, en principio, ya es un paso gigantesco.

 

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