El riesgo de ruptura que existe en la zona euro ha provocado el surgimiento de análisis específicos acerca de sus efectos directos e indirectos. Así, si hace apenas un par de meses el banco suizo UBS explicaba los devastadores efectos de tal implosión, ahora es la entidad nipona Nomura la encargada de estimar el impacto directo que supondría abandonar el euro para los distintos países miembros.
Sus conclusiones son, básicamente, dos: por un lado, los países más débiles de la zona euro se enfrentarían a una fuerte devaluación monetaria como resultado del regreso a sus respectivas monedas nacionales; y por otro, muy posiblemente, una elevada inflación (de dos dígitos) durante el lustro posterior a la ruptura.
En concreto, para el caso de España, Nomura estima que el regreso a la peseta implicaría una devaluación (pérdida de poder adquisitivo) próxima al 35,5% respecto al euro, inferior al deterioro monetario que sufrirían Portugal (47,2%) o Grecia (57,6%), pero superior al de otros países, tales como Italia (27,3%), Irlanda (28,6%) o Bélgica (23,9%). El único país que ganaría con el cambio, según Nomura, sería Alemania, ya que el nuevo marco cotizaría un 1,3% por encima del actual euro.
Aún así, la entidad japonesa destaca que estas estimaciones no son del todo precisas, ya que su objetivo consiste tan sólo en "dar una idea" estimativa acerca del impacto potencial de dicha ruptura monetaria en un período de tiempo de cinco años posterior al abandono del euro. Pero lo que está claro es que los países más débiles contarían con una moneda mucho más débil respecto al euro. Esto, entre otras cosas, significa que los ahorradores españoles perderían de forma directa el 35% de su riqueza monetaria tras la conversión de euros a pesetas.
Por otro lado, a la vista de experiencias pasadas, lo más probable es que el regreso a la moneda nacional también implicaría una elevada inflación (aumento de precios de dos dígitos) durante los años posteriores. En el caso de Rusia y Argentina, por ejemplo, sus respectivas crisis monetarias se materializaron en un aumento medio de precios próximo al 22% y al 16% anual, respectivamente, durante el lustro posterior al cambio de divisa. ¿Conclusión? Salir del euro implicaría, en todo caso, una pérdida muy sustancial de poder adquisitivo y riqueza.