El concejal de Promoción Económica de Alzira, José Luis Palacios, proclamó la consigna: “Que la riqueza que Alzira genera, se quede en Alzira”. Con esa idea quiere crear una especie de moneda local, para que las subvenciones y ayudas que concede el Ayuntamiento a los ciudadanos se gasten posteriormente en el municipio. “Se trata de una carta de pago”, apuntó Palacios, que el comerciante que la reciba canjearía por efectivo en la caja del Ayuntamiento.
Estas alquimias son muy antiguas y plenamente engañosas, de principio a fin. Empecemos por el fin. Es evidente que no se trata de una carta de pago libremente canjeable por dinero de igual valor, porque en ese caso lo lógico sería que los pagos del Ayuntamiento se hicieran en dinero. Pero si se hicieran en dinero, los que lo cobraran podrían gastarlo libremente, y eso es lo que el Ayuntamiento de Alzira no quiere que hagan. Por eso no entrega dinero sino unos papelitos que o bien sólo pueden ser gastados en la localidad o bien serán primados si así sucede. Dirá usted: hombre, está muy bien que la gente que cobra en Alzira gaste allí y no en otro lugar. Ya se sabe, la mayor demanda fomenta el comercio, etc.
Pues no, eso no se sabe, porque es falso. Si fuera cierto, lo que las autoridades deberían hacer para acabar con todos los males es prohibir a los alcireños comprar nada fuera de la capital de la Ribera Alta del Júcar. Esta vieja artimaña mercantilista en cualquiera de sus variantes (una de ellas es actualmente ensayada por las deplorables autoridades de mi Argentina natal) nunca ha funcionado y siempre ha creado desorden, corrupción y pobreza.