Aunque las autoridades europeas han insistido en las últimas semanas que el caso de Grecia es "excepcional" e irrepetible, crece la posibilidad de que los otros dos países de la zona euro rescatados hasta el momento (Irlanda y Portugal) sigan la misma senda. La troika -Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)- acordaron el pasado octubre aplicar quitas del 50% sobre la deuda pública griega en manos de los acreedores privados.
La cuantía se antojó ya entonces insuficiente para garantizar la solvencia del Estado heleno a medio y largo plazo, incluso para el propio FMI, que durante las negociaciones exigió quitas descuentos muy superiores (próximos al 75%). Y es que, en la práctica, esta condonación apenas reducirá la deuda pública total de Grecia en unos 100.000 millones de euros, apenas el 28% del total, ya que tan sólo se aplicará a los bonos que acumula el "sector privado", excluyendo al BCE y a los gobiernos de la zona euro que han acudido al rescate del país.
La quita helena
Si se cumplen todas las previsiones oficiales, Grecia seguirá registrando una deuda del 120% del PIB en 2020, duplicando el límite máximo fijado por Maastricht (60%), y con un problema adicional: la fuerte caída del PIB que está registrando la economía griega se materializará, en ausencia de medidas, en un mayor nivel de deuda. Como resultado, la quita fue tildada de inmediato como "insuficiente" por parte de la mayoría de inversores, analistas y el propio FMI. De hecho, tanto es así que Atenas ha decidido negociar por libre, directamente con los acreedores, y ahora exige un descuento del 75%.
A todo ello se suma, además, un hecho relevante. La troika está tratando por todos los medios que esta suspensión de pagos no sea calificada como "evento crediticio" por las agencias de calificación, evitando así los temidos efectos colaterales: el cobro de los seguros de impago (credit default swaps) por parte de los acreedores afectados, que contrataron estos productos para, precisamente, evitar pérdidas en caso de default. Este hecho ha disparado las alertas en el mercado, ya que se ha transmitido el mensaje de que no hay protección posible en caso de que se apliquen más quitas en la zona euro.
Además, Grecia ha sentado precedente. Lo que era impensable hace meses (impago soberano) se ha convertido en realidad y, por tanto, los inversores temen que se reproduzca en el futuro próximo. Es, por ejemplo, el caso de BlackRock, una de las gestoras de activos más grandes del mundo activo, que en una reciente nota advertía de que sería preciso aplicar descuentos de entre el 75% y el 80% en la deuda de Grecia, Portugal e Irlanda para frenar la crisis europea, y evitar así un contagio a nivel mundial.
Irlanda exige quitas en su deuda bancaria
Pero este precedente no sólo atañe a los inversores, sino que también se percibe como una oportunidad para los países rescatados. Cuando Irlanda solicitó ayuda internacional a finales de 2010, tras colapsar su sistema bancario, intentó convencer a la troika de la necesidad de aplicar sustanciales descuentos sobre los bonos de la banca para no cargar todo el peso sobre el contribuyente. Sin embargo, esta opción fue rechazada frontalmente por Bruselas y el BCE ante el temor de que desatara una grave crisis financiera en la UE.
Esta decisión ha provocado que los contribuyentes asuman unas pérdidas colosales de los grandes bancos del país, de forma que su deuda pública rozará el 120% del PIB en 2014, según las estimaciones oficiales. Ello ha disparado un resentimiento generalizado entre los irlandeses de que han sido sacrificados sin recibir ningún reconocimiento por parte de sus socios europeos.
Dublín pretendía soltar lastre, y puesto que su problema es la banca y no la deuda pública, que los acreedores de las entidades irlandesas (otros bancos europeos) compartan también las pérdidas. De hecho, pese a la negativa de Bruselas, Irlanda ya ha impuesto sustanciales quitas en los tramos de deuda subordinada de los bancos rescatados. Y ahora, tras las quitas acordadas en Grecia, se ha vuelto a reabrir de par en par esta opción. El ministro irlandés de Finanzas, Michael Noonan, consideró el miércoles la posibilidad de imponer nuevas quitas a los tenedores de deuda subordinada del Bank Of Ireland (BoI), uno de los dos bancos pilares del nuevo sistema financiero de este país.
El Departamento de Finanzas explicó en un comunicado que el objetivo de esta medida es ingresar 350 millones de euros de aquí al 31 de diciembre, cuando finaliza el plazo de recapitalización de esta entidad. Tras las pruebas de resistencia del pasado marzo, el Banco Central Irlandés (ICB) anunció que el BoI necesitaba recaudar 4.200 millones de euros de capital de máxima calidad para absorber pérdidas (Core Tier 1). Hasta la fecha, señala la nota, el banco ha "generado 3.850 millones de euros" a través de diversas fuentes, que "incluye capital del Estado y privado". El BoI también se ha visto obligado a imponer pérdidas a sus accionistas "júnior" y obtuvo recientemente una inyección de 1.100 millones de euros de un grupo estadounidense de inversión, que ahora posee el 35% de la entidad, lo que rebajó la participación del Gobierno hasta el 15%.
Según la legislación vigente, el Gobierno puede acudir a los tribunales para pedir una orden que elimine el 100% de la deuda subordinada de un banco irlandés. La situación es diferente cuando se trata de la deuda sénior "no garantizada" y "no asegurada", cuyo nivel de protección legal es superior al de la deuda subordinada. Pero, aún así, el objetivo último de Dublín consiste, incluso, en imponer pérdidas sobre estos acreedores (los primeros en cobrar en caso de impago). La "solución final" consiste en aplicar una suspensión de pagos parcial en su banca.
Este punto y la reducción de los costes (tipos de interés) asociados al rescate internacional están siendo negociados con las autoridades comunitarias. "Hemos asumido una carga excesiva para proteger el sistema bancario europeo del contagio", indicó Noonan. "Estamos buscando formas de reducir la deuda. Dondequiera que haya un prestatario imprudente, hay también una prestamista irresponsable", señaló en alusión a la banca alemana, francesa, británica y holandesa.
Y ello, bajo la amenaza de tumbar la reforma de los tratados fundacionales de la UE que acaba de acordar Berlín y París. "Hemos indicado a las autoridades de Europa que será difícil conseguir que el pueblo irlandés apruebe un referéndum sobre la modificación del Tratado", advirtió Noonan. Los irlandeses ya rechazaron anteriormente los Tratados de Niza y Lisboa, antes de ser presionados para repetir las votaciones. Dublín amenaza ahora a Bruselas con tumbar su proyecto de unificación fiscal si no permite la reestructuración de su banca aunque, a diferencia de Atenas, insiste en que mantendrá de forma inflexible su programa de austeridad pública y reformas para impulsar el crecimiento, en donde está obteniendo resultados muy positivos.
¿Segundo rescate de Portugal?
Por último, aunque en Portugal no se contempla por el momento ningún tipo de reestructuración, Carlos Pina, ex secretario del Tesoro luso y encargado de negociar el rescate internacional del país (próximo a los 80.000 millones de euros), advirtió el pasado martes de que el país podría necesitar otros 20.000 ó 25.000 millones extra para financiar a las compañías públicas, ya que el mercado les ha cerrado el grifo.
Es decir, un segundo rescate, tal y como preveían algunos organismos, en el que las condiciones podrían cambiar como sucedió en el caso griego. No en vano, el segundo rescate heleno, acordado el pasado julio, contemplaba una quita del 21% sobre los acreedores privados, cuantía que hace apenas un mes quedó fijada en el 50% y ahora Atenas pretende elevarla al 75%.