Si Jáuregui lo considera "razonable", el Rey "satisfactorio" y Rajoy nada menos que "modélico", ya podemos ir olvidándonos de que se vaya a acelerar el proceso de traspaso de poderes para que el gobierno del PP pueda empezar cuanto antes a paliar la hemorrágica situación por la que atraviesa nuestra economía.
Con todo, el dilatado proceso de traspaso de poderes, tal y como ya señalé el pasado lunes, no es excusa para que muchos gobiernos autonómicos y municipales del PP no hayan ejecutado -ni siquiera anunciado- ajustes, tal y como ya lo han hecho esta semana gobiernos autonómicos como el de Cataluña y hasta el del País Vasco. En este sentido, mucho se podrá criticar del despilfarro que Mas o López se dejan sin podar, en referencia a los intocables dispendios que constituyen sus embajadas y televisiones autonómicas y otros carísimos delirios identitarios; pero, aunque sea poco y con trasquilones, la insostenible melena del gasto autonómico algo ha quedado recortada en esas comunidades.
Tampoco la tardanza en el traspaso de poderes es excusa –todo lo contrario- para que Rajoy no haya tranquilizado a los mercados anunciando ya de manera concreta sus medidas para embridar el gasto público y liberalizar nuestra economía: como vienen a señalar este jueves el editorial de nuestro periódico y un esplendido artículo de Jaime de Piniés, si Rajoy diera a conocer ya y de forma detallada su acción de gobierno, así como el nombre de sus futuros ministros, podría paliar enormemente nuestra prima de riesgo.
Lo de no concretar medidas hasta no conocer exactamente el balance de situación puede servir como excusa –y sólo hasta cierto punto- para no desgastarse durante la campaña electoral, pero no para cuando ya se ha logrado una mayoría absoluta. ¿A qué está esperando Rajoy? Si el otro día apuntaba la posibilidad de que se debiese a las elecciones andaluzas, viendo ahora la acomplejada y populista reacción de Arenas a los tímidos recortes en Cataluña, se ha incrementado mi temor.
Claro que también puede ser que el claro vencedor de estas elecciones generales esté esperando a que su acción de gobierno venga detallada como imperativo europeo, ya sea en modo de anestesia (eurobonos) ya sea en forma de disciplina –unión fiscal a la alemana-. En cualquier caso, eso sería tanto como convertir a Ángela Merkel en la niña de Rajoy.
Lo que parece claro es que el silencio de Rajoy, ya sea por esperar a las elecciones andaluzas, ya sea por esperar a que su acción de gobierno nos lo anuncie Bruselas, revela que los complejos siguen gozando de mayoría absoluta en el seno del Partido Popular.