España contará, al fin, con un nuevo Gobierno tras la oscura y nefasta etapa de Zapatero. Esto, al menos, abre una puerta a la esperanza ya que, sin duda, la permanencia de los socialistas al frente del poder supondría, tarde o temprano, la salida del euro, cuyas terribles consecuencias es preferible no contemplar. Así pues, a partir de ahora será Rajoy el encargado de afrontar uno de los mayores retos de la historia reciente de este país –permanecer en la moneda única–, lo cual tan sólo será posible si apuesta de forma decidida por una política de drástica austeridad pública y profunda liberalización económica.
Y es que, el enorme reto que tiene por delante el líder popular consiste, ni más ni menos, que en facilitar al máximo el proceso de brutal desapalancamiento que aún tiene por delante la economía nacional. España, tanto el sector público como el privado, lleva largos años viviendo por encima de sus posibilidades gracias a la burbuja crediticia propiciada por el intervencionismo monetario. La acumulación de grandes deudas sin necesidad de ahorro previo ha terminado, como era de esperar, por desmoronarse cual castillo de naipes y, por tanto, ha llegado el momento de pagar la factura, de una u otra forma: vía sacrificios o vía suspensión de pagos. No hay otra. El camino a elegir determinará el futuro de los españoles durante las siguientes décadas.
La ilusoria riqueza de los españoles se ha construido sobre una montaña de crédito muy asociado al sector de la construcción y del ladrillo. Desde el año 2000, la deuda total de la economía española ha crecido un 150% en términos de PIB. Como resultado, España es hoy uno de los países más endeudados del mundo (casi 400% del PIB) y, por ello, precisará uno de los procesos de ajuste más duros del escenario internacional.
Es decir, administraciones públicas, familias, empresas y bancos deberán afrontar un largo período de desapalancamiento –reducción de deudas– hasta recomponer sus balances y reestructurar sus planes de negocio. El sector público deberá reducir su gasto en unos 100.000 millones de euros hasta 2013, mientras que la balanza por cuenta corriente de España (saldo exterior) deberá ajustarse entre un 6% y un 10% del PIB a corto o medio plazo. Así pues, austeridad y la ya famosa devaluación interna, el necesario ajuste relativo de salarios y precios para poder ganar competitividad e impulsar nuevamente el crecimiento sobre bases sólidas.
Aumento de la deuda pública y privada entre 2000 y 2008
Aumento de la deuda de familias, empresas y administraciones por décadas
En los inicios del actual euro, los participantes iniciales de la UE establecieron un mecanismo de control de los tipos de cambio de sus respectivas divisas con el objetivo de alcanzar la estabilidad monetaria. Aunque la paridad no era fija, el tipo de cambio tan sólo se podía ajustar en base a unos determinados parámetros. Sin embargo, el sistema acabó saltando por los aires en 1992 a raíz de una crisis monetaria en la que Italia y Reino Unido acabaron abandonando el sistema y, finalmente, se optó por ampliar de forma sustancial los márgenes iniciales de fluctuación.
Todo esto desapareció con la llegada del euro, ya que sustituyó directamente a las divisas nacionales y eliminó la soberanía monetaria. En este sentido, la moneda única funciona como una especie de patrón oro, puesto que los gobiernos ya no pueden devaluar. Ahora, los problemas sólo se pueden afrontar haciendo reformas y ajustes.
En caso contrario, sólo quedará la tradicional salida de la devaluación monetaria. Los políticos españoles siempre han optado por esta vía, la de la inflación, para ajustar de modo artificial los graves problemas estructurales de la economía nacional. Sin ir más lejos, el Gobierno de Felipe González devaluó la peseta en varias ocasiones durante la anterior crisis de la primera mitad de los 90. ¿Problema? España carece hoy de esa opción... A no ser que se opte por salir del euro. De ahí, precisamente, el histórico reto de Rajoy: permitir la necesaria reestructuración de la economía española sin acudir a la devaluación.
Rentabilidad de los bonos a 10 años antes y durante el euro