Qué difíciles son los comienzos de cualquier nuevo reto que nos planteamos en nuestra vida. Hay gente para todo, como suele decirse, pero es tal la pereza que nos puede dar coger el toro por los cuernos de una nueva especialidad sobre la que ignoramos prácticamente todo que podemos disuadirnos de mover siquiera un primer dedo. Difícil será que alcancemos las mieles del éxito si al empezar vemos la tarea como intentar escalar una pared de cristal en una mañana con rocío.
Varias asociaciones de Estados Unidos -lugar en el que "más gente para todo" hay- han puesto hace ya tiempo los cimientos para que invertir a largo plazo para personas que no se dedican profesionalmente a ello pueda resultar de lo más atractivo. No sólo ello, sino que las herramientas que ponen a disposición del potencial inversor, avezado o neófito, le abre un amplio abanico de posibilidades.
Desde el Instituto Juan de Mariana, del que soy miembro, hemos incidido en la idea de que los seres humanos podamos aprovecharnos de las posibilidades que brinda el sistema de creación de riqueza capitalista no sólo como emprendedores, asalariados o consumidores, sino como inversores capitalistas, con independencia del capital inicial con que partamos y sin necesidad de ser expertos conocedores de los fundamentos de la inversión en acciones.
Como es lógico, con miras en la inversión en valor y a largo plazo, un mínimo sí debemos saber, como también nos informamos a conciencia cuando vamos a comprar una vivienda (qué sitios están mejor ubicados respecto de infraestructuras o transportes; cuáles tienen mejores vecinos, etc.), nos formamos en centros educativos para tener una profesión, nos informamos sobre si es mejor aceptar un trabajo u otro o si será preferible que emigremos a buscar mejores pastos de cara a nuestra carrera profesional; como también miramos y remiramos qué colegio es más conveniente para los hijos.
Ceteris paribus (que se dice en economía), cuanto más sepamos, más rentabilidad podremos llegar a arañar, pero el objetivo final es que los inversores, amalgama compuesta por el grueso de la población y no sólo unos pocos, puedan recurrir a diferentes herramientas que les permitan no sólo batir la inflación, sino conseguir una rentabilidad con la que a la larga se acerquen a la independencia financiera. Hablamos de un informe que publicamos allá por 2006, titulado Una Sociedad de propietarios. El camino de los individuos a la independencia financiera.
Hace dos semanas concluimos el segundo artículo de una serie de dos (1, 2) en que hablábamos de algunas fórmulas exitosas de inversión, con sus ventajas e inconvenientes. Hoy discutiremos otra fórmula más, las asociaciones de clubes de inversión, que dan fe de cómo podemos obtener rendimientos que superen a los índices de manera sistemática gracias a los instrumentos que éstas aportan a los inversores particulares (o los clubes que pongan en marcha). En suma, podemos ser empresarios, asalariados, a saber, no inversores profesionales, y aun así disfrutar de buenas rentabilidades como particulares sin arrostrar un coste prohibitivo en tiempo para formarnos y gestionar nuestros ahorros. Ahora ya vemos esa pared con una pendiente mucho más suave.
La National Association of Investors Corporation (NAIC), en internet conocida como Betterinvesting, es una organización sin ánimo de lucro emplazada en Michigan, fundada en 1953 por cinco clubes de inversión que crearon esta asociación nacional con la misión de educar a particulares sobre los beneficios de la inversión a largo plazo en acciones. El propósito no podía ser más loable.
Cuatro son los principios en que la NAIC basa el éxito de la inversión a largo plazo, algunas de las cuales sonarán familiares a los habituales lectores de esta columna:
- Invertir con regularidad con independencia de las condiciones del mercado: así nos subiremos a todas los carros posibles, buenos y malos, y no enterraremos nuestra inversión en épocas especialmente contraindicadas que imposibiliten la recuperación del principal hasta pasados muchos años.
- Reinvertir todas las ganancias: ya que los dividendos percibidos, al reinvertirse, permiten aprovechar con más fuerza el poder de la capitalización compuesta.
- Invertir en empresas de crecimiento y en fondos de inversión que también lo sean. Éste es el principio estrella de la NAIC y nos trae a la memoria a otro gran inversor, Peter Lynch, y su famoso growth at reasonable price (GARP), que podríamos traducir como crecimiento adquirido a un precio razonable y que utiliza como principal herramienta el PEG a largo plazo, idealmente inferior a 0,8.
- Diversificar para reducir el riesgo de que unas pocas acciones caídas en desgracia nos arruinen la cartera. Este último principio lo añadieron en los 80-90. Dado que el sistema de elección de acciones de la NAIC (empresas de crecimiento) tiene cierta analogía con apostar al resultado del lanzamiento de una moneda trucada a nuestro favor, un número suficiente de tales lanzamientos hace que las desviaciones sobre el resultado probabilístico se reduzcan.
No pensemos que estos principios son lo único que tiene que aportarnos esta asociación a los inversores particulares. La NAIC, además, ha desarrollado y refinado una herramienta fundamental para ayudarnos a seleccionar acciones: la Stock Selection Guide (a partir de ahora, SSG), que se traduciría como la Guía de Selección de Acciones.
De esta manera, la SSG es una herramienta de análisis de inversión fundamental que nos permite evaluar una acción a través de un formulario de dos páginas con un gráfico semilogarítmico que recoge a la vez las evoluciones de la cifra de negocios, el beneficio por acción, los rangos de múltiplos que el mercado puede pagar por ellos y el previsible recorrido de la acción a cinco años vista. Como reza la descripción de la propia web del NAIC, la Guía de Selección proporciona una aproximación estructurada transformando datos financieros corporativos en información que a la larga se ha mostrado de inapreciable valor en el proceso de toma de decisiones para el inversor.
Fuente: Demo de la herramienta SSG, de Betterinvesting.
El padre de la SSG fue el ya fallecido George A. Nicholson, uno de los cinco fundadores de la NAIC. Se cuenta que Nicholson se inspiró para su estrategia de inversión en una figura en el mundo de los deportes, aparentemente tan alejada de la inversión como fue el entrenador del equipo de futbol americano de la Universidad de Michigan Fielding Yost, cuya filosofía de juego se basaba en "una defensa fuerte y jugar en ataque para conseguir tanteos altos".
Además, al ser la NAIC y su web Betterinvesting una entidad con presencia a través de internet, la SSG ha acabado siendo empleada por personas y clubes de todo el mundo, no sólo de EEUU. En la actualidad, cuenta con 13.000 clubes de inversores adscritos a esta sociedad "paraguas", y 120.000 particulares, una cifra nada despreciable si bien ha caído desde 1999, cuando tocó el techo de los 400.000 miembros en plena fiebre de las punto.com.
Para despedirnos, adjuntamos un link a la lista de las cien empresas que a comienzos de 2011 aparecían como más presentes en las carteras de los clubes asociados. Como puede apreciarse por la calidad de las compañías, la fórmula de inversión recomendada por la NAIC también nos recuerda algunos de los grandes aciertos (Coca Cola, Gillette o GEICO, ahora ya sólidas) que convirtieron con el tiempo a Warren Buffett en una leyenda de la inversión.