Ayer saltó la espita. Europa lleva varios días debatiéndose entre dos escenarios opuestos: o monetizar deuda de forma masiva o romper el euro, con las consiguientes quiebras soberanas. Las presiones que está recibiendo Merkel para que abra de par en par las compuertas del Banco Central Europeo (BCE) a la deuda periférica han sido, y siguen siendo, muy intensas. Sin embargo, al menos oficialmente, los responsables políticos y económicos de Berlín han rechazado una y otra vez esta posibilidad, que viola explícitamente el artículo 123 del Tratado de la UE (se prohíbe que el BCE financie de forma directa a los gobiernos).
Dada esta imposibilidad, que precisaría cambiar los actuales tratados, los líderes de la zona euro y los responsables del BCE empezaron a barajar alternativas. Entre ellas, que el BCE preste dinero al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que sea éste, y no el banco central, el encargado de financiar a los grandes países en problemas (España e Italia en estos momentos).
Según las últimas informaciones disponibles, parece que esta fórmula empieza a cobrar fuerza. "Alemania se opone a la idea, pero podría estar dispuesto a considerarlo", según fuentes oficiales conocedoras de la operación, a fin de poder alcanzar un consenso en la próxima Cumbre de la UE, prevista para el próximo 9 de diciembre.
En concreto, según Reuters, responsables de la eurozona y del FMI habría discutido la idea de que BCE preste dinero a la institución dirigida por Christine Lagarde, para dotar así al Fondo de recursos suficientes y rescatar incluso a los soberanos más grandes de la zona euro. "Algunos conversaciones sobre esto han tenido lugar. Podría ser una de las maneras de evitar las restricciones legales del BCE", según afirmaron fuentes conocedoras de esta negociación.
De este modo, el BCE podría eludir las restricciones legales existentes, ya que el artículo 23 de los estatutos de la institución presidida por Mario Draghi señala que puede llevar a cabo "cualquier tipo de operación bancaria en relación con terceros países y organismos internacionales, incluidas operaciones de préstamo y endeudamiento". Por su parte, el FMI podría usar el dinero del BCE para financiar varias operaciones de rescate en la eurozona o para conceder líneas preventivas de crédito de forma individual o junto al fondo de rescate. "Es factible", reconoció una de las fuentes.
No en vano, tal y como avanzó Libre Mercado, el rápido transcurso de los acontecimientos, con la deuda de Italia y España cotizando en zona de rescate, las vías aprobadas hasta el momento no se han activado: el FMI todavía no ha logrado que sus miembros incrementen sus aportaciones; el actual Fondo de rescate europeo carece de dinero suficiente para rescatar a ambos países (apenas 250.000 millones); y el refuerzo de este mismo Fondo no cuenta con la credibilidad de los inversores.
Por ello, con el reciente agravamiento de la crisis de deuda, toda la atención se ha centrado en el papel del BCE y la postura de Berlín para permitir la monetización masiva de deuda. Hasta ahora, su rechazo había sido frontal, al menos oficialmente, pero algunos de los principales asesores de Merkel ya han empezado a contemplar esta opción.
Pese a todo, el cruce de declaraciones sigue en aumento mientras que los frentes para tratar de solventar la actual situación permanecen abiertos. Así, por ejemplo, el ministro de Finanzas germano ha vuelto a insistir en que la normativa comunitaria no permite activar toda la artillería monetaria del BCE y que, además, en caso de aplicar este programa su efecto se disiparía a corto plazo, ya que no resolvería los problemas estructurales de los países en problemas.
Páramo y Draghi
En este sentido, el miembro español del consejo ejecutivo del BCE, José Manuel González-Parámo -uno de los nombres que se barajan para ocupar la cartera de Economía en el próximo Gobierno popular-, ha asegurado que los problemas de deuda de España e Italia "son suyos", y recalcado que la función del BCE "no es ser prestamista en última instancia de los gobiernos".
En el marco de una jornada organizada por el IESE, ha apuntado que "es hora de pedir a los líderes europeos decisiones urgentes", y ha señalado a renglón seguido que, en el caso de España, es preciso atajar tres problemas fundamentales: las finanzas públicas, la reestructuración bancaria y, sobre todo, las altas tasas de paro.
En este sentido, el presidente del BCE, Mario Draghi, ha reclamado este viernes la "implementación urgente" de las decisiones de las cumbres europeas y los Consejos de Estado y, en concreto, se ha preguntado dónde está la implementación de las diferentes reformas del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, por sus siglas en inglés) acordadas en las últimas reuniones.
En un discurso en el Congreso Bancario Europeo, Draghi señaló que hace cuatro semanas los líderes europeos acordaron apalancar sus recursos a cuatro o cinco veces más y se declaró totalmente operativo y listo para ser utilizado de forma efectiva para garantizar la estabilidad financiera en la eurozona. "¿Dónde está la implementación de estas medidas diseñadas hace mucho tiempo?", se preguntó. El presidente del BCE incidió en la necesidad de que se desarrolle una gobernanza económica "mucho más sólida" en el futuro de la Unión Monetaria europea, algo que es "esencial" para lograr la estabilidad financiera de la eurozona.
El BCE limita la compra semanal de bonos
Al tiempo que Draghi reafirmaba la credibilidad del actual mandato del BCE, la entidad acordaba a nivel interno las compras de deuda problemática a un total de 20.000 millones de euros semanales, según informa el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). Este nuevo límite se considera en círculos de la banca central "un secreto" porque se teme que podría incentivar las especulaciones.
En concreto, el rotativo constata la creciente división entre los 23 miembros del Consejo, los seis representantes del consejo ejecutivo de la entidad y los diecisiete gobernadores de los bancos centrales nacionales, donde los dos representantes alemanes han sumado a su corriente crítica a los miembros de Luxemburgo, Países Bajos y Austria.
De este modo, la posición mayoritaria en el seno del Consejo a favor de prolongar el programa cada vez es más frágil, lo que amenaza el alcance de las compras de BCE, ya que, a pesar de que públicamente nunca se ha ofrecido una cantidad límite para las mismas, cada dos semanas los 23 miembros pactan "en secreto" el importe de estas inversiones en deuda pública. De hecho, el periódico germano desvela que "el creciente escepticismo en el Consejo de Gobierno hacia este programa supuso una reducción del límite máximo de estas compras semanales a 20.000 millones de euros".
El BCE comenzó a comprar deuda soberana de la zona del euro en el mercado secundario en mayo de 2010 para ayudar a Grecia, pero desde entonces ha ampliado sus compras, primero a Irlanda y Portugal, y después a España e Italia desde el pasado agosto, tercera y cuarta economía del área respectivamente. El banco europeo ha adquirido hasta ahora deuda soberana de la zona del euro por valor de 187.000 millones de euros.
De esta cuantía, unos 115.000 millones han sido adquiridos desde agosto. Si se toma como base que las compras efectuadas son proporcionales al volumen de emisiones de deuda de España e Italia, ello arrojaría como resultado algo más de 80.000 millones de euros en bonos italianos y otros 30.000 millones en deuda española hasta la pasada semana. Todo indica que las compras se han intensificado aún más durante estos últimos días.
Sin embargo, otra forma de ver este límite de 20.000 millones es que, de extenderse en el tiempo este programa, permitiría a la entidad acaparar hasta un total de 1 billón de euros durante los siguientes 12 meses. A falta de una solución sólida y definitiva, lo único cierto hasta el momento es que las declaraciones confusas e, incluso, contradictorias entre las autoridades internacionales sobre los posibles mecanismos para frenar la crisis de deuda siguen generando una enorme incertidumbre entre los inversores, de forma que las bolsas suben y bajan con fuerza en medio de una fuerte de volatilidad a golpe de rumores e informaciones políticas de diversa índole.