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Francisco Capella

Necedades políticas

Este oráculo del saber nos recuerda que “todos caímos en la trampa de la euforia al creer que habíamos llegado al fin de la historia con la economía de mercado y la democracia representativa”.

Según José Sarney, ex-presidente de Brasil, "el mercado, ya se sabe, no resuelve todo, ni lo necesario". Como todos sabemos, claro, el mercado, por un lado, no es omnipotente, qué sorpresa; pero es que además se dedica estúpidamente a lo innecesario. Por eso hace falta el Estado, con su "obligación de intervenir", que "aplica la profilaxis y provee la cura", se supone que contra los grandes males que provoca el mercado. El pobre Estado se ve obligado, él no quiere jugar a los médicos...

Opina Sarney que Estados Unidos tiene "la peor clase política del mundo occidental". ¿Por qué? Porque no incrementaron automáticamente el techo de deuda estatal, abandonando "la gran historia de su país", y dejando que "prevalecieran los bajos intereses partidistas". Ya se sabe que los mejores políticos son los que más endeudan a sus países; y si pueden meterlos en alguna guerra, mejor que mejor. Los intereses partidistas son sólo cosa del presente, en el pasado todos los políticos y sus grupos de interés eran seres angélicos que sólo se preocupaban por el bienestar general.

Sigue: "Los norteamericanos redescubren el Estado y se sirven de la intervención para dar salida a su preocupación con el bienestar social, como en el caso de la reforma a las leyes de salud". A los norteamericanos, pobrecitos, se les había olvidado que el Estado existía, lo tenían abandonado, no se daban cuenta de que seguía legislando y cobrando impuestos. Los que se oponen a la reforma de las leyes de salud o pretenden reformar en otra dirección no deben de estar preocupados por el bienestar social, los muy malvados. Y los que apoyan esas reformas, pues efectivamente lo que quieren es fundamentalmente señalar y aliviar su preocupación: los resultados efectivos de esa reforma no son tan importantes.

Sarney habla de "bancos libres de cualquier reglamentación": o sea que hay bancos con tanta fortuna que no tienen que cumplir ninguna regulación, la ley y los reglamentos no les afectan, no necesitan juristas, asesores legales ni ningún tipo de abogado. Es una lástima no saber cuáles son esos bancos en concreto.

Este oráculo del saber nos recuerda que "todos caímos en la trampa de la euforia al creer que habíamos llegado al fin de la historia con la economía de mercado y la democracia representativa". ¿Todos son tan necios que creían que lo que hay actualmente es economía de mercado? ¿Se sobreentiende que de mercado libre? ¿No hay muchos que protestan porque no se sienten representados? Tal vez este ilustre político sólo habla en plural para camuflarse entre la multitud y acusar a todos de sus propias miserias intelectuales.

Sarney probablemente piensa tan mal como se expresa: "el desprestigio y la quiebra de los Parlamentos para administrar soluciones son puestos bajo el asedio". No entiendo cómo alguien puede asediar un desprestigio y una quiebra, que me lo expliquen, por favor.

Nos recuerda que "La economía real es dieciséis veces menor que la economía virtual". No aclara a qué se refiere con la economía virtual (¿simulaciones informáticas?) ni qué relevancia tiene este hecho. Probablemente es la tontería de siempre de que el sector financiero de algún modo no es "real".

También añade que vivimos "en un mundo en que la emoción puede ser manipulada": si lo sabrá bien él, que como político es un especialista en este ámbito. De todos modos lo extraño sería vivir en un mundo donde nadie puede influir sobre las emociones de nadie.

Ese mismo mundo "se siente inseguro y ávido de líderes". Claro que sí: así nos ven los políticos, como inmensamente deseosos de ser pastoreados por ellos.

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