El sistema educativo español es objeto de constantes críticas desde prácticamente todos los sectores de la sociedad. Tanto sus escuelas (con bajas notas en el informe PISA) como sus universidades (ninguna entre las 200 mejores del mundo según el ránking de la universidad de Shanghai) tienen un nivel medio muy inferior al que disfrutan en otros países occidentales. Sin embargo, en un sector del sistema educativo, España puede dar lecciones a casi cualquier otro país del mundo. Los MBA hispanos están entre los mejores del planeta.
Libre Mercado habló hace meses con responsables del IE, IESE y ESADE (quizás las tres escuelas de negocio más conocidas de España) sobre esta extraña dualidad entre un sistema educativo deficiente y unos estudio de postgrado que destacan por su excelencia. En esta ocasión, acudimos ala Nebrija Business School para charlar con Antonio Díaz, su nuevo director. Esta pequeña escuela intenta hacerse un hueco entre las grandes apelando a unos valores propios, que aporten algo diferente a sus alumnos.
Ésta es su visión de los MBA españoles, de la competencia en su sector, de lo que necesitan los jóvenes licenciados para no tener que huir de España o de qué puede ofrecer su institución a aquellos que estén pensando en hacer un postgrado.
- ¿Qué le falta a la universidad española y qué tienen los Máster?
- Es cierto que España tiene un papel muy potente en escuelas de negocio, por encima de países como Alemania. Un factor determinante es que las escuelas de negocio españolas han sabido beneficiarse de un marketing interesante, vendiendo a España como cruce de caminos entre América y Europa (también entre distintos modelos de gestión). Una cantidad muy importante de los alumnos vienen de Hispanoamérica. Además, se están incorporando asiáticos y alumnos de otros países europeos, lo que puede querer decir que el español también vende como idioma de negocios.
- ¿Qué puede aportar el alumno español en estas aulas tan internacionales?
- En los alumnos españoles se nota una mayor capacidad de improvisar. En las escuelas de negocio se utiliza mucho el método del caso. Al principio sienten inquietud, porque es un sistema que no ofrece una única respuesta (que es lo que ellos esperan). Pero luego son bastante más creativos y flexibles. Otros alumnos de otros sitios son más de procesos. Eso hace al alumno español interesante en los grupos, cuando los mezclas con otras culturas el español toma un rol interesante desde el punto de vista de dinamizador de ideas y por su capacidad para llegar a acuerdos y negociar.
- ¿Desde el punto de vista de Nebrija, está notando que la universidad pública ya no logra satisfacer la demanda? ¿Qué les piden los alumnos?
- La masificación que puede haber en la universidad le produce al alumno la sensación de que quiere un producto más diferenciado. Piensa: "Me quiero formar con unos ejes mucho más claros". Y pueden elegir. Pueden buscar un entorno de formación al que se sientan más cercanos. Hay algunos que buscan entornos que sean muy eficientes en la gestión. Hay otros que potencian la innovación. Otros crean proyectos de liderazgo, etc... Se va diferenciando la oferta formativa. El alumno escoge en función de cómo se quiere ver el como profesional. Yo estudié en la universidad pública, pero de donde tomé el ADN fue de las empresas donde estuve trabajando. Hoy en día, ese ADN lo puede tomar antes.
- ¿Cómo se plantea el reto Nebrija de competir en un mercado como el de los MBA, muy maduro y en el que el prestigio se gana a muy largo plazo? ¿Qué armas tiene?
- Nosotros tenemos un ADN con dos vectores determinantes. Uno es la vinculación con el mundo de la empresa y otro es el tema del humanismo, que tiene mucho que decir tanto en las actividades directivas como en la responsabilidad social. Y como eso es innato, nuestros alumnos lo llevarán a su vida profesional y actuarán como embajadores.
- ¿Qué puede mover a un alumno a decir: me voy a una escuela más pequeña y más nueva? ¿Y cómo atraen a los alumnos extranjeros?
- Lo primero es con un modelo de captación de talento agresivo. Tenemos que ir allí y lograr acuerdos con universidades y partners para traerlos a España (existe una marca España en el mundo de la formación, eso es cierto). Lo que me gusta de este mercado es que es existen magníficas escuelas de negocio y competidores. El reto de una organización joven como nosotros es explicarles en qué se diferencia nuestra oferta de la de otros y en qué va a cambiar nuestra formación su vida profesional. El objetivo es que se sientan más reflejados en nuestra oferta que en la de otros.
- Cuando una persona se va a gastar 17.000 euros en un MBA (que es lo que cuesta el de Nebrija), tiene que saber que le va sacar rendimiento...
- El estudiante sabe que tiene que ser capaz de ser más competitivo, porque eso le va a facilitar una rapidez mayor para encontrar empleo o puestos más atractivos desde el punto de vista profesional. Es un tema de oferta y demanda. Si yo como contratante tengo más candidatos y alguien me ofrece algo más, pues voy a elegirle. En un entorno de mucha oferta, las empresas tienen donde elegir y van a hacerlo en personas que tienen más cualificación. Por eso, para mi un MBA no es un gasto, es una inversión.
- Sí, pero parece que la enseñanza tiene que ser gratis
- Estamos acostumbrados a que la gente crea que la enseñanza, como no tiene que pagar por ella, piense que no vale nada. Y eso no es cierto. Si supiéramos lo que nos cuesta a los españoles los alumnos que van a la universidad sólo a darse una vuelta... Eso tiene un coste para la sociedad española. Por ejemplo, los MBA no creo que sean una cosa de ricos. Lo que necesita uno profesionalmente es una cuestión que debe decidir cada uno. Muchos lo hacen cuando ya están trabajando. En una vida en la que a lo mejor están casados, con familia y trabajo, buscan huecos y meten algo que es casi imposible. Eso no es de una persona rica, sino de alguien que hace una apuesta por su desarrollo.
- Es penoso la cantidad de licenciados en escuelas de negocio que se van de España. Han pagado mucho por una formación de gran calidad y luego se marchan al extranjero.
- Eso tiene dos lecturas. Por una parte, viene bien que el talento español aprenda a vivir en entornos internaciones. Si vuelve, va a ser capaz de mejorar la capacidad del país. Si son salidas con idea de regresar, eso enriquece el país. Pero puede existir un problema grave: que la crisis suponga una salida de talentos que luego no quieran regresar (se casan, tienen hijos, etc...).
- ¿Y qué podría hacerse?
- Si le pongo un pero al sistema español es que se nos va el talento porque desde las escuelas no empezamos a enseñarles a la gente de talento que una alternativa es ser generadores de empleo, ser empresarios. En el sistema educativo, desde el inicio debería enseñarse a ser emprendedores, para que algunos de los que acaben en escuelas de negocio no vean como única alternativa el colocarse en una multinacional, sino ser capaces de crear un proyecto nuevo. Eso lo están empezando a hacer las escuelas de negocio, pero debería venir desde el inicio, desde el colegio, debería formar parte del ADN del país. No se tiene que ver al empresario como alguien negativo. Si pensamos que el talento sólo está para trabajar en grandes corporaciones, no habrá capacidad para absorber toda esa cantidad de gente.