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Alemania y Francia proponen expulsar del euro a los países en quiebra

La nueva Eurozona adoptaría una política económica mucho más integrada, por lo que se necesitaría una armonización fiscal y legislativa.

Nicolas Sarkozy y Angela Merkel podrían estar planteándose seriamente la creación de una Eurozona reducida en la que no tuvieran cabida los países que no cumplieran con los criterios de estabilidad comunes, según informa Reuters. De esta manera, la ruptura del euro no se produciría por la caída de Grecia o Italia, sino por el hartazgo del dúo director de la política comunitaria con sus vecinos del sur de Europa.

En las últimas semanas se han reproducido los comentarios sobre una posible ruptura de la zona euro por la parte de arriba y no, como hasta ahora siempre se pensaba, por la de abajo. De esta manera, los países con unas cuentas públicas saneadas y unas economías pujantes se marcharían o expulsarían a los países en quiebra, formando una unión económica mucho más integrada que la que existe en la actualidad.

Este mismo miércoles, un portavoz oficial del Palacio del Elíseo ha negado que se vaya a plantear este escenario, aunque seguramente tampoco tenía muchas otras alternativas. Por su parte, José Manuel Durao Barroso (un portugués que lleva ya muchos años al frente del Ejecutivo comunitario) ha mostrado su más absoluto rechazo a este planteamiento. El presidente de la Comisión Europea ha asegurado que el PIB alemán caería hasta un 3% y se perderían más de un millón de empleos si la Eurozona se rompiese. En su opinión, Europa no puede ir más allá con el actual tratado.

La advertencia

En la cumbre del G-20 de Cannes, tras el anuncio del referéndum convocado por Yorgos Papandreu, por primera vez Alemania y Francia advirtieron a Grecia que no podía descartarse la posibilidad de su salida de la moneda única. Era la primera vez que esta opción se manejaba de forma oficial. Este martes, le tocó el turno a Nicolas Sarkozy, quien en una conferencia en una universidad francesa señaló que el futuro de la UE podía estar en una unión a dos velocidades, entre los países que estuvieran comprometidos con una serie de reglas comunes y los que no.

Todos estos anuncios van dirigidos a los dirigentes de los países del sur de Europa. Sería una advertencia seria por parte de sus grandes vecinos que podría traducirse así: el tiempo se ha agotado, o realizáis ya las reformas necesarias o no permitiremos que nos arrastréis por vuestra falta de disciplina. De esta manera, podría estar iniciándose un nuevo capítulo desconocido en la historia de la construcción europea.

En el mismo barco

Evidentemente, dar este paso no sería nada sencillo. Se ha comprobado en los últimos meses como cada cambio en la Eurozona ha sido objeto de interminables discusiones entre los socios. Desde el rescate a Grecia al plan de recapitalización bancaria, todas las medidas acordadas han salido sólo después de una ardua negociación. Sin embargo, si Alemania y Francia están en el mismo barco, las respuestas a estos interrogantes serán más sencillos.

Por un lado, no todos los países que supuestamente integrarían este súper-euro están de acuerdo con entregar parte de su soberanía económica a París y Berlín. Es cierto que por un lado esto les permitiría disponer de una moneda sólida, pero por otro dejaría a los gobiernos nacionales sin margen de maniobra. Como explica un diplomático europeo a Reuters: "Podría ser el fin de la UE tal y como la conocemos".

Lo cierto es que este nuevo club reducido sería más parecido al planteamiento original del euro que a la realidad que se ha impuesto en estos doce años. Cuando se diseño la moneda única se pensó que la única forma de que conseguir una unión monetaria estable era a través de unas normas de armonización que redujeran las diferencias dentro de ella. Por eso se estableció el Pacto de Estabilidad y Crecimiento con un estricto límite máximo del 3% de déficit y del 60% de deuda pública. El problema es que su incumplimiento (también de Francia y Alemania, eso es cierto) ha sido la norma y no la excepción.

Merkel y Sarkozy

Aunque todo esto son especulaciones y no hay nada a nivel oficial, leyendo entre líneas las últimas declaraciones de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy es fácil darse cuenta que este plan está encima de la mesa.

La canciller alemana aseguró en Berlín este miércoles que eran necesarios cambios en los tratados de la UE que reforzarán el Gobierno comunitario. En su opinión, la situación era muy complicada y era necesaria una ruptura: "El mundo está cambiando rápidamente y no esperará a Europa, tenemos que tomar la decisión de buscar una respuesta a esos retos".

Mientras, Nicolas Sarkozy ofreció en una universidad de Estrasburgo su visión sobre el futuro del Viejo Continente. En opinión del presidente francés, es necesario profundizar en la integración, incluso aunque eso provoque una Europa a dos velocidades en la que algunos países compartan su política fiscal y económica, mientras otros formas una especie de confederación en la que podrían integrarse sin problemas los países de la antigua Yugoslavia.

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