El miedo se extiende entre los depositantes griegos... Aún más. Desde que Atenas fue rescatada en mayo de 2010, la fuga de capitales ha ido en aumento, pero se ha acelerado de forma sustancial desde la aprobación del segundo plan de rescate internacional, acordado por los líderes de la eurozona el pasado 21 de julio, momento en el que se decidió aplicar una quita sobre la deuda helena (primero del 21% y, posteriormente, del 50% sobre los bonos en manos de inversores privados).
Así, según los últimos datos oficiales del Banco Central de Grecia, la retirada de depósitos se situó en casi 5.500 millones de euros en septiembre respecto a agosto, una caída récord a nivel intermensual. El volumen de depósitos descendió hasta un total de 183.200 millones de euros, regresando a niveles de junio de 2007, un desplome del 23% desde los niveles máximos alcanzados en septiembre de 2009, cuando casi alcanzaron los 238.000 millones.
Esta salida agrava aún más la descapitalización que sufre la banca helena, dependiente al 100% de la financiación extraordinaria que facilita el Banco Central Europeo (BCE). La entidad monetaria inyectó 77.800 millones de euros al sistema financiero heleno el pasado septiembre. De hecho, los bancos helenos han tenido que recurrir de forma masiva a inyecciones directas por parte de su propio banco central, a través de una línea de liquidez de emergencia (ELA, una especie de quantitative easing a la europea): en septiembre esta inyección adicional ascendió a 26.560 millones frente a los 6.420 de agosto.
El miedo a perder sus depósitos se disparó a partir de julio, debido a la incertidumbre acerca de la puesta en marcha del segundo plan de rescate, sin el cual Grecia podría verse condenada a salir del euro, tal y como alertaron Berlín y París tras el referéndum anunciado por el primer ministro griego, Yorgos Papandréu. La crisis, tanto política como económica, ha alcanzado tintes dramáticos tras las insistentes reticencias de Atenas para poner en marcha las condiciones (ajustes y reformas) que exige la denominada troika (Bruselas, FMI y BCE) para seguir prestando dinero al país. Por el momento, la concesión del sexto tramo de ayuda internacional pactado en mayo de 2010 -unos 8.000 millones de euros- tendrá que esperar hasta mediados del próximo diciembre, tras sufrir sucesivos retrasos respecto a la fecha programada inicialmente (octubre).
El referéndum desató el pánico
De hecho, el pánico se ha disparado hasta niveles insospechados en los últimos días, ante el reconocimiento oficial de que Grecia podría ser expulsada tanto del euro como de la UE si no acepta claramente cumplir con sus compromisos internacionales. Según fuentes del Banco Central de Grecia, la fuga de depósitos fue aún mayor en octubre y se ha intensificado hasta niveles récord en las últimas semanas, tras la fuerte inestabilidad política que generó el fallido referéndum de Papandréu. Tras retirar este órdago, Atenas debate en estos momentos la creación de un Gobierno de unidad nacional sin Papandréu.
Según las últimas informaciones, los griegos han retirado sólo en la última semana otros 5.000 millones de euros de sus cuentas bancarias. "Mucha gente sacó su dinero de los bancos el jueves y el viernes y los furgones tuvieron algunos momentos de apuro para suministrar el efectivo necesario para satisfacer esta demanda", indicó un responsable bancario en declaraciones a Reuters. "Hemos llegado a un punto en el que los clientes piden cantidades de hasta 600.000 y 700.000 euros en efectivo para llevárselo a casa. Increíble", admite otro.
"La incertidumbre está causando daños a la economía y al sistema bancario", ha advertido este miércoles el gobernador del Banco Central de Grecia, George Provopoulos. "Tiene que haber un gobierno fuerte que trabaje duro para garantizar el futuro del país en la Eurozona", ha añadido. Los bancos griegos esperan que la situación se calme tras la formación de un nuevo Gobierno dispuesto a cumplir estrictamente con las exigencias impuestas por la troika, garantizando así la permanencia de Grecia en la Unión Monetaria.
Sin embargo, siguen existiendo numerosas dudas entre los analistas. Éste es el caso de Michael Pettis, un destacado analista financiero, experto en China. Su conclusión es alarmante: "No creo que Europa pueda retrasar mucho más tiempo la salida de Grecia". La amenaza de expulsión lanzada por Merkel y Sarkozy puede haber transformado la dinámica de la crisis griega. Ante esta posibilidad, los griegos han acelerado la retirada de sus depósitos del sistema financiero heleno, ya que la salida supondría una brutal devaluación de sus ahorros tras su redenominación en dracmas -de hasta el 70%, según diversas estimaciones-.
Riesgo de corrida bancaria
Y es que, ante esta posibilidad, la reacción lógica es retirar los depósitos, lo cual agrava hasta el extremo la ya delicada situación de la banca griega. "Los depositantes, ansiosos por evitar que sus depósitos sean congelados y redenominados en una moneda más débil, saben que tendrán que acelerar la retirada de dinero de los bancos". De este modo, según Pettis, "la probabilidad de una crisis bancaria aumenta, y con ella la posibilidad de que Grecia se vea obligado a congelar los depósitos y abandonar el euro. Estamos atrapados, al parecer, en uno de esos bucles de auto-refuerzo que casi siempre presagia un colapso. El comportamiento racional por parte de agentes individuales conduce a un evento catastrófico sobre la base de una amenaza que se refuerza con dicha conducta".
Es decir, según este analista, en estos momentos el riesgo de una quiebra desordenada deriva más del estallido de un pánico bancario que del mantenimiento o no del rescate internacional -aunque ambos factores están interrelacionados-. "No veo ninguna manera de salir de este bucle, excepto con una intervención al estilo Bagehot, un anuncio inmediato, muy poco probable pero creíble, por parte de Alemania y Francia de que están dispuestos a garantizar todos los depósitos del sistema bancario griego. Yo lo llamo una intervención Bagehot, pero, por supuesto, Walter Bagehot nunca ha recomendado rescatar a un deudor insolvente".
"Sin una intervención creíble, este proceso casi siempre termina de la misma manera", advierte Pettis. "En mi opinión, existe una muy alta probabilidad de que en cuestión de semanas o meses, como máximo, Grecia se vea obligada a congelar los depósitos bancarios como preludio del abandono del euro. México, en 1994, y Argentina, en 2001, eligieron las vacaciones de Navidad/Año Nuevo para anunciar su devaluación. ¿Seguirá Grecia su ejemplo?".
El problema añadido, según Pettis, es que, en caso de acontecer este evento, el riesgo de un futuro similar se podría extender a otros países periféricos, ya que la retirada de depósitos se podría trasladar con fuerza a otras economías en riesgo (rescatadas y al borde del rescate internacional). "Si este proceso se acelerase, puede ser muy duro mantener la confianza nacional en los sistemas bancarios locales en cualquier lugar". Por ello, concluye que si Grecia acaba saliendo del euro, será necesario que las autoridades de la UE pongan en marcha de inmediato un plan destinado a proteger a la banca periférica.
No se descarta la salida del euro
La cuestión es que, en las últimas semanas, se ha disparado el riesgo de que Grecia finalmente salga del euro. Esta posibilidad ya es contemplada abiertamente por bancos y agencias de calificación -tales como Goldman Sachs o Fitch, entre otros-. La aseguradora Allianz -la mayor de Europa-, por ejemplo, señaló tras el anuncio de referéndum por parte de Papandréu que una corrida bancaria en Grecia es un "peligro real" conforme se agrava la crisis de deuda europea.
En este sentido, "una insolvencia incontrolada de Grecia y el fin del euro podría desencadenar un tsunami" de consecuencias aún peores que el colapso de Lehman Brothers, según Andreas Utermann, analista jefe de la compañía. Pese a ello, Allianz no ve como probable la salida de Grecia, aunque se trata de un riesgo en aumento, pero, incluso si se produce, la moneda común seguiría existiendo sostenida por el resto de miembros.
Aún así, dada esta creciente probabilidad, algunas empresas extranjeras empiezan a adoptar ciertas medidas, por si acaso. Así, por ejemplo, el touroperador germano Tui solicitó a la patronal de hoteles griegos firmar nuevos contratos sobre cómo abonar las facturas de la empresa en caso de que Grecia salga del euro y comience a usar una nueva moneda.
En la misiva exige su derecho a pagar en cualquier moneda en curso. "Si el euro ya no es la moneda... Tui tiene derecho a pagar en la nueva moneda al nuevo tipo de cambio fijado por el Gobierno". El portavoz de Tui, Robin Zimmermann, señala que, "como empresa responsable, debemos protegernos de una potencial de salida de Grecia de la eurozona". La respuesta de la patronal helena fue un no rotundo. Más de dos millones de alemanes viajaron a Grecia el año pasado, convirtiéndose en el mayor grupo de turistas extranjeros.